El informe que cuestiona el SAIH culpa del impacto de la dana a la «desconexión y vacío» entre CHJ y AEMET
El ingeniero critica la descoordinación: «La Agencia de Meteorología veía la nube. La Confederación Hidrográfica veía la lluvia. Pero nadie veía el agua subiendo»
No sólo la ausencia del Sistema de Alerta Temprana (SAT) hizo que el desastre de la dana fuera mayor. No únicamente fue la mayor lentitud ... del SAIH (Sistema de Automático de Información Hidrológica) uno de los motivos que retardó la respuesta de la administración valenciana. Y no sólo es motivo de alerta que, un año después, en la zona arrasada por la barrancada siga sin estar vigente el SAT, un centinela mucho mejor que el actual y que la Confederación Hidrográfica del Júcar se comprometió a instalar poco después de la tragedia. La «desconexión» y el «vacío» de aquellos días entre la CHJ y Aemet fueron otras dos razones de lo vivido.
Son dos conclusiones más del informe del ingeniero Pánfilo Masciangioli, el estudio publicado este lunes en exclusiva por LAS PROVINCIAS y que constata cómo la presencia del SAT hubiera adelantado hasta en una hora la respuesta ante la dana en las zonas golpeadas. El consultor e investigador independiente en MetOcean, Hidrología, Hidráulica e Ingeniería, formado también en la Universidad A&M de Texas, es muy severo con el papel que jugaron aquellos días la Confederación y la Agencia Estatal de Meteorología: «AEMET veía la nube. La CHJ veía la lluvia. Pero nadie veía el agua subiendo».
El experto retrata el tremendo cóctel que hizo posible lo que pasó aquella tarde. «Hemos construido una falsa sensación de seguridad: cauces encajonados, urbanización sobre zonas inundables y una confianza ciega en que la predicción meteorológica basta para salvarnos», subraya en su informe 'La DANA de 2024 en Valencia: Meteorología vs Hidrología'.
En su análisis deja claro que el origen de todo fueron las severas lluvias caidas justo en el punto crítico de barrancos como Poyo, Horteta, Gallego... pero con una destructiva combinación: «Las lluvias no hicieron más que revelar las fracturas acumuladas: la desconexión entre meteorología e hidrología, entre ciencia y gestión, entre la advertencia y la acción. Lo ocurrido no fue un accidente, sino el desenlace previsible de veinte años de desatención».
El ingeniero Masciangioli pone el foco especialmente en las dos entidades dependientes del Gobierno, más concretamente del Ministerio de Transición Ecológica, entonces encabezado por la hoy vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, la misma que aún no ha pisado Valencia tras lo sucedido. «Entre los radares del AEMET y los cauces del Júcar y el Poyo hubo un vacío: el espacio crítico donde debía haberse transformado la predicción meteorológica en alerta hidrológica», describe el especialista.
«Entre los radares del AEMET y los cauces del Júcar y el Poyo hubo un vacío: el espacio crítico donde debía haberse transformado la predicción meteorológica en alerta hidrológica»
Su informe lamenta que los vaticinios de Aemet «han subestimado la mayoría de las veces la precipitación máxima». El experto considera que ello es debido a la «incapacidad de la teconología actual», que hace imposible situar los 'hot spots', es decir «focos de precipitación extrema concentrada que son los verdaderos causantes de las riadas violentas, con una zona muy localizada (de pocos kilómetros de diámetro, típicamente 5–20 km), que suelen durar entre 1 y 6 horas, con acumulados excepcionales (entre 200 y 500 mm en menos de 24 h) y desplazarse poco o nada». Prácticamente un calco de lo que ocurrió en el funesto 29-O.
Masciangioli recuerda como Aemet había emitido una alerta roja (a las 7 de la mañana del 29, antes era amarilla). Igual que ocurrió en otros episodios en 2019, 2020 o 2023, como indica el estudio. O las que hubo recientemente en la Comunitat, con envío de mensajes Es-Alert y suspensión de clases, tras la dana. «La pregunta es inevitable: ¿por qué esta vez la alerta se convirtió en tragedia, si otras veces no pasó nada?», es el interrogante que lanza el analista.
«Las lluvias no hicieron más que revelar las fracturas acumuladas: la desconexión entre meteorología e hidrología
,
entre ciencia y gestión, entre la advertencia y la acción. Lo ocurrido no fue un accidente, sino el desenlace previsible de veinte años de desatención»
El ingeniero lo atribuye a lo que él llama «un malentendido colectivo». Porque «una alerta roja meteorológica no es una predicción hidrológica». Y añade un contundente párrafo que delimita las responsabilidades de cada cuál: «La Aemet advierte que va a llover mucho, pero no puede decir dónde ni cuánto subirá el nivel del agua en cada cauce. Para eso existe la hidrología operativa, y en la Comunidad Valenciana esa competencia recae en la CHJ».
Y es cuando el ingeniero introduce el por qué de que, tras esta sucesión de malas conexiones y vacíos, la Confederación Hidrográfica no emitiera «ninguna advertencia de inundación inminente». El especialista subraya aquí la vital diferencia entre el SAT y el SAIH de la que ya se hizo eco LAS PROVINCIAS este lunes. La CHJ tenía datos de lo que estaba pasando, porque, «sí se estaban midiendo la lluvia y los caudales». Pero la ausencia del SAT «nadie podía traducir en tiempo real los datos de los pluviómetros en caudales, niveles y tiempos de llegada del agua a los pueblos de Torrent, Picanya, Paiporta o Catarroja».
«La tragedia de 2024 no fue culpa de un presidente que no evacuó, sino de dos décadas sin un sistema que le dijera cuándo hacerlo. Ni Mazón, ni Puig, ni Sánchez, ni cualquier otro dirigente político podría haber ordenado una evacuación masiva con los datos disponibles. Sin la información técnica de los hidrólogos de la CHJ, los únicos que pueden convertir la lluvia en caudal y riesgo en la cuenca del Júcar, ningún político podía saber que en Paiporta el agua alcanzaría los dos metros en una hora»
Masciangioli reparte culpas en su informe sobre lo ocurrido. «No era un problema desconocido. Desde 2003, el PATRICOVA (Plan de Acción Territorial sobre el Riesgo de Inundación en la Comunitat Valenciana) señalaba claramente que la cuenca del Barranco del Poyo es una de las más peligrosas de la región». Con miles de viviendas en zonas inundables, cauces sin mantener y «urbanización descontrolada». El ingeniero lamenta que, además del Gobierno central, desde esa fecha hasta cuatro presidente de la Generalitat (Camps, Fabra, Puig y Mazón) «tuvieron la oportunidad de implementar un sistema de alerta temprana hidrológica».
Aunque con un párrafo sentencia, desde un punto de vista técnico, dónde está el origen primario de lo ocurrido: «La tragedia de 2024 no fue culpa de un presidente que no evacuó, sino de dos décadas sin un sistema que le dijera cuándo hacerlo. Ni Mazón, ni Puig, ni Sánchez, ni cualquier otro dirigente político podría haber ordenado una evacuación masiva con los datos disponibles. Sin la información técnica de los hidrólogos de la CHJ, los únicos que pueden convertir la lluvia en caudal y riesgo en la cuenca del Júcar, ningún político podía saber que en Paiporta el agua alcanzaría los dos metros en una hora».
Y concluye con un demoledor, premonitorio y duro 'aviso a navegantes': «El problema de fondo no es político, es técnico e institucional: la ausencia de hidrología operativa. Si se sigue confundiendo «alerta roja» con «predicción precisa», si se sigue creyendo que el AEMET puede avisar del desbordamiento de un barranco, el próximo presidente de la Generalitat, sea quien sea, vivirá otra tragedia igual».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión