Paula Sánchez (Cocircular): «No cumplo el prototipo del emprendedor de éxito… y precisamente por eso estoy aquí»
La CEO de la gestora de residuos gana el Premio Mujer Emprendedora 2025 de Lanzadera por su innovador software de trazabilidad que transforma la gestión de residuos empresariales
A Paula Sánchez le advirtieron que no encajaba en el canon del «emprendedor triunfador». No es veinteañera, no estudió en el MIT, no viene de ... una familia con contactos ni de una fortuna heredada. Es madre de dos adolescentes, ha vivido un crash inmobiliario, ha arriesgado todos sus ahorros en un proyecto que no llegó al break even y ha tenido que volver a empezar más de una vez.
Y, sin embargo, es precisamente esa mochila —hecha de experiencia, fracasos, reinvenciones y terquedad— la que la ha llevado a ganar el Premio Mujer Emprendedora 2025 de Lanzadera como CEO de Cocircular.
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Cocircular, la startup que dirige, ha desarrollado un software de trazabilidad que evita que los residuos de las empresas terminen en el vertedero y ayuda a reducir emisiones, cumplir la normativa y avanzar hacia un modelo productivo más sostenible. Pero detrás de ese pitch casi quirúrgico hay una historia personal y empresarial que explica bien por qué este galardón es mucho más que una foto, un trofeo y unos cuantos titulares.
Un premio que llega «en un momento muy desafiante»
El reconocimiento de Lanzadera —la aceleradora impulsada por Juan Roig e integrada en Marina de Empresas— no solo distingue la innovación y el impacto de Cocircular; también subraya el liderazgo de una mujer que confiesa llegar a este final de año «sin dormir» por la suma de responsabilidades: «Soy mamá de dos adolescentes, estamos en plena ronda de inversión, cerrando ejercicio, definiendo la estrategia del que viene… Es un trimestre muy desafiante por mil motivos», admite.
Por eso, este premio le golpea en un lugar muy íntimo: «Da mucho ánimo. Es como que alguien te dice: 'Tira para adelante, que vale la pena'. Y sé que no soy la única: muchas compañeras están igual. Este reconocimiento refuerza el para qué estamos aquí».
El galardón, además, llega desde una casa que ella no duda en valorar. Formar parte de Marina de Empresas, y en particular de Lanzadera, ha sido determinante: «Desde la dirección hasta todos los equipos, se nota que tienen el propósito real de ayudar. Desde el minuto uno están ahí, y no solo en el día a día, también ahora con el premio: en medios, en prensa, en empresas… se han volcado para dar visibilidad no solo al premio, sino a quiénes somos y qué hacemos».
La contradicción de los premios «solo para mujeres»
Paula no esquiva una reflexión incómoda: la necesidad de premios específicos para mujeres emprendedoras. «Yo compartía mucho el mensaje de 'ojalá no hicieran falta estos premios'. Que no tuvieran que existir porque las oportunidades, la inversión, la visibilidad estuvieran ya igualadas», reconoce.
Sin embargo, el contraste entre ese deseo y la realidad es contundente. Durante el evento, se dieron numerosos datos sobre la brecha de género en el emprendimiento en España, lleno de cifras que Paula no necesita leer para entender: las vive a diario. Menos inversión, más escrutinio, más dudas si la emprendedora es madre o si no encaja en el arquetipo dominante. «Tenemos mucha desventaja real en muchas cosas», subraya.
«Me gustaría que estos premios no fueran necesarios, pero hoy por hoy lo son. Todavía estamos en desventaja y estos focos ayudan a equilibrar la balanza», resume.
No cumplir el molde… y convertirlo en fortaleza
En su trayectoria emprendedora, Paula ha vivido las dos caras del ecosistema inversor. En algunos foros le han recitado la lista de rasgos que «no cumple»: ni joven, ni graduada en una universidad de élite, ni heredera de una gran red de contactos o un patrimonio familiar. «Me llegaron a advertir de que esto podía ser un hándicap en mi contra», recuerda.
En otros entornos, bajo los mismos datos biográficos, la lectura ha sido la opuesta: «Lo que han valorado es que he trabajado en empresas, he dirigido compañías, he emprendido jugándome mis ahorros, que llevo una mochila de aprendizaje enorme y que me rodeo de buena gente». Esa misma realidad ha sido juzgada en sentidos opuestos, según quién mirara.
Paula elige con claridad qué parte se queda: «Yo siempre me quedo con lo bueno». Y con lo bueno ha construido un proyecto que hoy reúne a un equipo comprometido y a un grupo de inversores e inversoras que apostaron por ella cuando Cocircular era poco más que una idea. «Yo soy, entre comillas, la punta del iceberg, pero detrás hay un gran equipo y un gran grupo de personas inversoras. Sin ellos, nada de esto sería posible».
De la construcción al textil sostenible… y de ahí a los residuos
La historia de Paula con el emprendimiento arranca lejos del SaaS y de la economía circular. Comenzó trabajando muy joven, compatibilizando empleos con sus estudios de Arquitectura Técnica en la Universitat Politècnica de València. Entró en el sector de la promoción inmobiliaria cuando las empresas todavía se recuperaban de la crisis del 94, y vivió en primera línea el boom del ladrillo.
Ese ciclo de crecimiento le permitió seguir formándose —MBA en Dirección de Empresas, cursos de habilidades directivas, gestión de equipos de alto rendimiento— hasta llegar a la dirección general de una promotora inmobiliaria siendo muy joven. Pero en 2008, como a todo el sector, le alcanzó el crash.
«Ahí me di cuenta de que quería formar parte más de la solución que del problema», explica. El sector de la construcción, esencial pero altamente contaminante, le hizo replantearse su rol. Llegó entonces un periodo de búsqueda, colaborando con diferentes empresas, hasta que una propuesta personal lo cambió todo: su hermana le pidió ayuda para lanzar una pequeña línea de ropa para su tienda.
Lo que empezó como un apoyo puntual acabó convirtiéndose en una marca propia, que ella transformó pronto en una firma de moda sostenible, cuando ese término aún no estaba omnipresente. Pasó años viajando a India dos veces al año, aprendiendo de cero un sector que no conocía, tejiendo una red de comerciales, trayendo finalmente la producción a España. Invirtió todos sus ahorros, sumó capital de familia y de antiguos jefes que confiaban en ella. Ganó algún premio. Pero el umbral de rentabilidad nunca llegó a cruzarse: el modelo exigía más equipo, más volumen, más pulmón financiero del que tenía.
«Había que seguir unos años más para superar el break even, pero ya no quedaba pulmón», admite. El emprendimiento, a veces, también es saber cuándo parar.
El «¿y por qué no?» que dio origen a Cocircular
En noviembre de 2018, ya más conectada al ecosistema emprendedor valenciano gracias a ese proyecto textil, Paula se acercó a conocer el ecobarrio de La Pinada, en la zona de Valterna. Con su experiencia combinada en construcción, sostenibilidad e innovación, intuyó que podía aportar algo.
Allí conoció a Iker Marcaide, emprendedor e inversor, uno de los fundadores de Flywire y hoy al frente de Zubi Group. Lo que empezó como una invitación a «colaborar» tomó pronto otra forma: la idea de montar un venture builder alrededor de proyectos de impacto medioambiental y social, con los residuos como uno de los grandes desafíos globales.
«Me preguntaron si me atrevería a montar un modelo de negocio alrededor de los residuos. Yo no tenía ni idea de residuos, venía de invertir todos mis ahorros, de ver poco a mis hijos… Solo quería colaborar un poco y facturar algo», recuerda entre risas. Pero, como en tantas encrucijadas de su vida, hubo una pregunta que no supo ignorar: «¿Y por qué no?».
Ese «¿por qué no?» fue el arranque de Cocircular. Paula se sumergió en datos: millones de toneladas de residuos que se generan cada año en el mundo, cadenas de valor ineficientes, oportunidades evidentes para reducir CO₂, evitar vertidos en vertederos y dar una segunda vida a materiales que hoy se pierden. «Yo ya había decidido que quería formar parte de la solución y no del problema. Y aquí había una forma real y efectiva de aportar un granito de arena a un mundo mejor y al futuro de mis hijos».
De la obra al dato
Hoy, Cocircular es una de las startups impulsadas por Lanzadera que mejor ejemplifica cómo la digitalización puede cambiar un sector tan tradicional como la construcción. Su software de trazabilidad no solo permite saber qué residuos genera una obra o una industria, sino qué se hace con ellos, dónde van, qué emisiones se están evitando y qué materiales pueden reincorporarse a la cadena productiva.
En 2025 la compañía vive un punto de inflexión. Por un lado, ha logrado financiación pública competitiva en programas como Horizon Europe, en consorcio con otras empresas nacionales y europeas, y a través de ayudas de la Agencia Valenciana de la Innovación. Esa inyección está acelerando el desarrollo de modelos predictivos de generación de residuos: no solo cómo gestionarlos una vez producidos, sino anticipar qué se va a generar y en qué volumen en función de múltiples datos.
Por otro, Cocircular está trabajando en proyectos de inteligencia artificial aplicada a imágenes: redes convolucionales que, a partir de fotografías de contenedores y puntos de recogida, identifican tipologías de residuos, niveles de pureza o mezclas que dificultan el reciclaje. «El objetivo es reducir el factor humano que muchas veces distorsiona la información, y ganar precisión en la lectura de lo que realmente está ocurriendo en campo», explica.
Un tercer eje es quizá el más ambicioso: mapear en tiempo casi real toda la cadena de valor, desde quien genera el residuo hasta quien necesita materia prima reciclada, geolocalizando flujos y tipologías. «Si tengo tierras sobrantes de una excavación y no sé quién las necesita cerca, la opción más fácil sigue siendo verterlas. Falta conexión. No buscamos ser un marketplace de compraventa, sino una red de conexión inteligente que evite que el valor se pierda».
En paralelo, la empresa ha definido su plan de expansión para los próximos dos o tres años: crecimiento en Iberia, no solo en España sino también en Portugal, y salida a nuevos sectores más allá de la construcción. Ya tienen pruebas de concepto con compañías como Iberia o L'Oréal, referentes industriales que comparten el mismo problema de base: residuos gestionados de forma ineficiente y una presión regulatoria y social creciente.
El negocio acompaña: Cocircular cerró el último ejercicio con un crecimiento aproximado del 20–30 % respecto al año anterior y ha abierto una ronda puente de dos millones de euros, previa a una serie A. Aspiran a cerrarla entre finales de este año y enero, con una combinación de family offices, socios estratégicos corporativos y fondos de venture capital de impacto.
Lo que sigue fallando… y por qué muchas se quedan en el camino
Con todo, el caso de Paula sigue siendo excepcional en un ecosistema donde el talento femenino está lejos de ser la norma. A su juicio, el problema se da «aguas arriba y aguas abajo».
En el origen, faltan referentes y expectativas distintas para las niñas: «Todavía no crecen con suficientes ejemplos de que esto se puede. Y sigue habiendo carreras estereotipadas para mujeres y para hombres». Esa falta de «caldo de cultivo» se traduce en menos mujeres acercándose a campos que luego derivan en emprendimiento.
Más adelante, ya en etapas juveniles y adultas, la foto tampoco mejora. «Veo que muchas mujeres tienden más a rendirse por falta de apoyo. Tienen más responsabilidades y cargas familiares, y aunque el modelo familiar ha avanzado, el peso de la organización del hogar sigue recayendo en gran medida en nosotras», afirma. A eso se suma la dificultad de acceso a inversión y un enemigo interior: «Arrastramos muchos sesgos de la educación, muchas inseguridades, mucho síndrome de la impostora».
El resultado, según su observación, es una mezcla de obstáculos externos e internos que hace que demasiados proyectos femeninos se queden por el camino. Los datos, como recordaba el informe presentado en la jornada de Lanzadera, avalan esta percepción.
Un liderazgo que no encaja en clichés… y por eso abre camino
El Premio Mujer Emprendedora 2025 a Paula Sánchez no solo celebra el éxito de una startup que ha sabido convertir toneladas de residuos en toneladas de datos y toneladas de CO₂ evitadas. También pone el foco en un modelo de liderazgo que huye del cliché.
Paula no se presenta como heroína infalible, sino como alguien que duda, se agota, cambia de rumbo cuando hace falta y se apoya sin reparos en su equipo y en su red de inversores e inversoras. Al mismo tiempo, no esconde la ambición: quiere que Cocircular crezca, se expanda y sea una pieza relevante en la transición hacia una economía circular real.
Su historia demuestra que se puede emprender —y liderar proyectos de alto impacto— sin cumplir el «pack» habitual del emprendedor de manual. Y que, mientras existan barreras estructurales que sigan relegando a las mujeres, los premios como el de Lanzadera no son una concesión, sino una palanca necesaria.
Ella, por su parte, seguirá tirando del hilo de ese «¿y por qué no?» que la trajo hasta aquí. Y, de paso, abriendo espacio para que muchas otras puedan hacerse la misma pregunta… y responderse que sí.
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