Cámara Valencia alerta de la pérdida de mercados para las empresas valencianas por los aranceles de Trump

A la previsible caída de las exportaciones en el segundo semestre (tras un primer incremento por la anticipación de stock de los importadores) se sumará, según un informe de la entidad, la búsqueda de nuevos proveedores por parte de las empresas americanas entre aquellos países que no tengan un arancel tan elevado «dado que sus precios serán más competitivos frente al de los productos europeos» y, también, un aumento de la competencia en el mercado nacional y europeo por la llegada de aquellos bienes que no puedan colocarse en el mercado americano. Esto provocará una pérdida de mercados y de competitividad para las empresas valencianas.

Por ejemplo, en productos de consumo con ventas significativas como calzado, perfumes, preparaciones alimenticias o muebles, Estados Unidos puede encontrar alternativas en Reino Unido, Turquía, India o Asia. «En el caso de las baldosas cerámicas, nuestro mas directo competidor por calidad y precio es Italia, que estará en las mismas condiciones que España. Sin embargo, un encarecimiento del producto español desviará la demanda a los principales proveedores del mercado americano: China y México, incluso a pesar de que también se les aplicará el arancel del 30%», recoge el informe elaborado por la entidad que preside José Vicente Morata, que también recoge que la incertidumbre que genera esta inestabilidad en la política arancelaria «dificulta enormemente las decisiones de inversión y las estrategias de expansión y exportación de las empresas valencianas».

Ese temor a la irrupción de productos de terceros países que iban a EE UU y ahora podrían llegar a la UE, como cítricos, aguacates, aceite o vinos, es también mencionado por AVA-Asaja, que recuerda que la Comunitat exporta al mercado americano el 3,9% de los productos agroalimentarios (366 millones), donde destacan las ventas de cebollas, ajo, vino y aceite.

«No es positivo perder competitividad en un mercado internacional con millones de consumidores de alto poder adquisitivo», asegura la organización de Cristóbal Aguado que también alerta de otro aspecto: «Dependemos de la soja estadounidense (el 45% de nuestras importaciones) lo que encarecería la alimentación del ganado». A lo que añaden que EE UU «inunda el mercado con sus almendras y nueces (80% de nuestras importaciones) presionando los precios en origen a la baja. Es un producto de menor calidad, seguridad alimentaria y sostenibilidad».

A la espera de ver en qué se concreta el porcentaje de los aranceles –una amenaza que se arrastra desde abril– las empresas ya están adoptando medidas, explica Guillermo Prats, socio de la consultora Improven. «A corto plazo, muchas están adelantando envíos de stock a sus filiales en EE UU, acelerando pedidos o pactando descuentos por volumen para asegurar a sus clientes el suministro antes de la entrada en vigor de los aranceles».

«A medio y largo plazo vemos estrategias más estructurales: diversificar hacia mercados con mayor estabilidad, adaptar el producto para absorber parcialmente el nuevo coste arancelario, negociar con los compradores estadounidenses un reparto de la pérdida de margen o, en algunos casos, abrir centros productivos allí para 'nacionalizar' la etapa final del proceso y reducir así el impacto del arancel», añade.

Esa diversificación de mercados es la que señala la Federación Empresarial de Agroalimentación de la Comunitat (Fedacova). Su secretario general, Sergio Barona, comenta que empresas asociadas «continúan reforzando su estrategia de diversificación de mercados precisamente para minimizar riesgos ante situaciones como esta». «Consideramos fundamental que las autoridades españolas y europeas intensifiquen las gestiones diplomáticas para evitar la aplicación de estos aranceles y defender la competitividad de nuestras exportaciones», reclama.

Y desde las cooperativas agroalimentarias de la Comunitat (entidad integrada en Concoval) detallan que sus exportaciones hacia el mercado estadounidense se han reducido a lo largo de los últimos años, «por lo que el impacto de nuevas medidas arancelarias es limitado», aunque puede haber casos particulares de afección, como vino o aceite.

No obstante, alertan del impacto indirecto por el hecho que de que «determinadas producciones que se dirigían tradicionalmente al mercado estadounidense pueden buscar ahora nuevos mercados de destino, generando disrupciones en su funcionamiento habitual, y fenómenos de sobreoferta que pueden condicionar su rentabilidad».