«Triana, Laura y yo estamos vivas gracias a Félix, nuestro héroe»
Inma, joven que estaba embarazada de seis meses, y su compañera del supermercado fueron rescatadas del agua por un vecino. Dio a luz el 30 de enero, día del cumpleaños de su salvador
Lola Soriano Pons
Valencia
Jueves, 30 de octubre 2025, 01:10
Inma Mandingorra, vecina de Catarroja, tiene claro que el 29 de octubre de 2024, la tarde de la trágica dana, volvió a nacer. Entonces estaba ... embarazada de seis meses y estuvo a punto de ser arrastrada por el agua, pero hoy sonríe cada vez que mira a su hija, Triana.
Afirma que el nacimiento de su primogénita le ha dado fuerzas para seguir adelante y describe lo sucedido como un «milagro». No es para menos, porque cuando el agua ya se iba a llevar a Inma y a su compañera de trabajo, Laura Muñoz, «salió un vecino de un patio y nos rescató».
La joven detalla que, como tantas personas hicieron, «salimos a poner los coches a salvo. Lo llevamos hasta La Florida pero, de camino de vuelta al trabajo, mi compañera intentó cruzar la calle Francesc Ferrer Pastor -tal como se muestra en la imagen de este reportaje- pero el agua llegaba hasta la rodilla. Decidimos cambiar el recorrido y nos cogimos a la bajante de una finca».
Las dos rodearon una de las fincas del grupo 14 de octubre de Catarroja que precisamente se hicieron para los damnificados de la riada del 57, «el agua ya estaba cogiendo fuerza y les llegaba al pecho y abrió la puerta nuestro héroe y nos salvó». Ese vecino que arriesgó su vida es Félix Sancasto. «Mi hija Triana, mi amiga Laura y yo estamos vivas gracias a Félix, nuestro héroe», indica la joven.
Ahora que se cumple el primer aniversario de la dana, se sienten afortunados por poder posar con la hija de Inma y Toni justo en el portal donde quedaron a resguardo.
«Quería salir para llevar el coche a Santa Ana. Mi mujer, Lourdes Albiach, me dijo que ni se me ocurriera y le hice caso. Me acordé que tengo unos vecinos que siempre se van a dormir a las 19 horas porque madrugan para trabajar y quise acercarme para despertarlos, pero ya estaban achicando agua. Entonces vi pasar a las dos chicas, la joven embarazada y su compañera. No dudé en abrir la puerta y cogerlas como pude porque, además, soy cliente del supermercado donde trabajan y las conocía», describe.
Este vecino detalla que tiene una cardiopatía «y no puedo hacer esfuerzos, pero no sé de dónde saqué la fuerza para abrir la puerta, con el agua que venía, y sujetarlas». En casa su mujer les dio ropa de cambio y «pusimos sobre la mesa imágenes de la Virgen de los Desamparados y de la Moreneta de Cullera y rezamos», añade Inma.
El marido de Inma, Toni, mandó un mensaje de móvil «con una foto donde me decía que la calle estaba llena de agua y que dónde estaba. Le expliqué que nos habíamos resguardado en casa de Félix y Lourdes y cuando el agua bajó, pasadas las 4 de la madrugada, nos fuimos Laura y yo a mi casa y subieron varias compañeras más».
Ante la falta de coches y las restricciones de movilidad, Inma no pudo ir al hospital La Fe por sus medios hasta más de una semana después para hacerse un chequeo «y me dijeron que la niña estaba bien. Y recuerdo que en ese tiempo de espera sí que la notaba porque la niña en el embarazo tuvo mucho hipo».
Como anécdota, Félix preguntó a Inma que para cuándo esperaba el bebé «y le dije que para mediados de febrero, pero él me dijo que nacería el mismo día que él: el 30 de enero». El día 29 de enero Laura e Inma fueron a casa de Félix, su ángel de la guarda, para regalarle bombones «y el 30 de enero le llamé porque estaba dando a luz, como él dijo».
Félix comenta que es la segunda avenida de agua que vive. «En la pantanada de Tous, con once años, estaba en Cullera y subí la montaña con mi madre para llevar mantas y caldito a los afectados».
Ahora Inma explica que desde la dana tienen el ascensor estropeado «y nos toca subir con la niña por la escalera». En la finca de Félix sólo les han compensado los daños con 4.500 euros «y eso es sólo lo que cuesta la puerta del patio. Tenemos más daños en el bajo y en la cámara de aire que el perito sólo vio por videoconferencia».
A pesar de ello se sienten afortunados de estar vivos «porque una mujer mayor de una planta baja sí murió ese día».
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