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María del Carmen, entre su hija Verónica (a la izquierda) y su cuñada, ayer horas después de salir de prisión. lp
La mujer de Benejúzar: «Ojalá yo nunca lo hubiese hecho y él no hubiera violado antes a mi Vero»

La mujer de Benejúzar: «Ojalá yo nunca lo hubiese hecho y él no hubiera violado antes a mi Vero»

María del Carmen García que prendió fuego al agresor de su hija muestra arrepentimiento en su primer día de tercer grado tras dejar «el pozo sin fondo» de la cárcel

ARTURO CHECA

Lunes, 20 de noviembre 2017, 23:56

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Valencia. «Estoy aquí con mi Vero, ya tengo la comida en la mesa de mi casa». Hogar. Familia. Cariño. Pero también reflexión. Y arrepentimiento. María del Carmen García, la mujer que roció de gasolina y prendió fuego a Antonio Cosme, 'El Pincelito', el hombre que en 1998 violó a su hija Verónica (la víctima tenía 13 años), cierra el círculo de esta historia casi dos décadas después. «Buenos días, señora. ¿Qué tal sus hijas?», fue la frase que espetó en 2005 el violador al toparse con la bautizada como 'madre coraje' de Benejúzar. Mari Carmen sufrió una «explosión mental», compró gasolina en una estación de servicio, lo roció cuando el hombre estaba en un bar y lo sumió en una llamarada con una cerilla, como relata la sentencia. Ahora, tras pasar por prisión, la mujer de 63 años abre la puerta del arrepentimiento. «Ojalá yo nunca lo hubiese hecho y él no hubiera violado antes a mi hija», es su frase en declaraciones a LAS PROVINCIAS.

Como telón de la conversación telefónica se escucha el ruido de una televisión. Voces de una charla familiar. «Tengo la comida en la mesa», insiste una vez más Mari Carmen. «Estoy 'desmayaica' de hambre, imagínate con un vaso de leche desde las siete de la mañana que me han dado en la cárcel», subraya la 'madre coraje', ansiosa por exprimir cada segundo del primer día de su tercer grado. A las 11.30 horas dejó para siempre la cárcel de Villena con destino a su hogar en Benejúzar. Ahora sólo tendrá que ir a dormir a la cárcel de Fontcalent, centro al que regresó a las siete de la tarde.

«Es muy duro estar allí dentro. Es un pozo sin fondo, aunque ya voy encontrando la salida», enfatiza Mari Carmen. En Villena ha pasado presa los últimos tres años, tras la condena de cinco años y medio de privación de libertad y pasar una temporada antes del juicio también en prisión preventiva. «Tienes muchísimo tiempo para reflexionar, para pensar por qué pasó lo que pasó, a imaginar cómo hubiera sido la vida si yo no me hubiera encontrado con ese hombre aquel día. Aquello no tenía que haber ocurrido, lo que hizo él y lo que hice luego yo», reitera Mari Carmen.

Verónica sonríe a su lado, como en la foto 'selfie' que ilustra esta información, en el pequeño patio de su casa de Benejúzar en el que siempre han trinado canarios y ninfas en jaulas domésticas. La joven fue a esperarla a las puertas de la cárcel de Villena. Junto a sus otros tres hijos, sus nietos y su marido, la familia ha sido el gran apoyo de Mari Carmen en todo este tiempo. «Ahora sólo quiero disfrutar mucho de ellos, han sido mi principal respaldo en estos meses tan duros. Pero que sepa todo el mundo que estoy bien, muy bien», es el mensaje que traslada la mujer horas después de dejar la cárcel de Villena y antes de dormir en la de Fontcalent.

Su condena llegará a su fin en agosto del próximo año, aunque su lucha y la de su abogado, Joaquín Galant, pasan ahora por lograr antes el indulto del Gobierno español y acortar así el tiempo de Mari Carmen entre rejas.

La 'madre coraje' confía mientras en el tiempo que todo lo cura. «Día a día, conforme vayan pasando las jornadas, me iré dando cuenta de que todo es una pesadilla que ha quedado atrás», reflexiona Mari Carmen. Podrá recordar las siete pastillas tranquilizantes que ha llegado a tomarse al día en las fechas previas a que tuviera que ingresar en prisión. A las frases que salían de su boca hace unos años al rememorar los negros hechos. «Hubiera preferido morirme yo a que la violaran a ella...; ¡madre, no digas eso!», fue el intercambio de pareceres que hace un tiempo mantuvieron madre e hijo durante otro reportaje de este periódico.

Con el paso de los años, entre rejas, ha ido ordenando los recuerdos de aquel oscuro día de 2005 cuando prendió fuego al violador de su hija. «Aún no sé qué me pasó. No recuerdo nada más. Cuando reaccioné estaba ya en el puerto de Alicante», sostenía en la entrevista de 2010. Hoy no quiere entrar demasiado en aquellas jornadas brumosas. «No tenía que haber pasado, de ninguna manera», es su única apostilla. Mari Carmen pasará ahora unos días en Fontcalent sin salir a la calle, hasta que se tramite el traslado de su expediente de Villena a este centro. Luego dejará atrás el 'pozo sin fondo' en el que ha estado sumida en las dos últimas décadas.

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