El botellón y el tráfico de las compras navideñas encienden a los vecinos de La Roqueta
Los residentes de este barrio de Valencia critican la imposibilidad de estacionar incluso en la zona naranja, en la que tienen exclusividad por la tarde
El tráfico derivado de la campaña navideña ha acabado con la escasa paciencia que conservaban los vecinos del barrio de la Roqueta de Valencia, pegado ... a Ciutat Vella y delimitado por la estación del Norte, la Gran Vía Ramón y Cajal y la calle Xàtiva. Y es que el fin de semana ha resultado especialmente complicado, pues la altísima afluencia que ha registrado el centro de la capital como consecuencia de las compras se ha dejado notar en una zona ya saturada en lo que a tráfico rodado se refiere. El resultado: atascos continuos, estacionamientos indebidos, ruido constante y la sensación de los residentes de que pese a estar también en el centro son vecinos de segunda. Además, la situación se suma a otro problema ya endémico: el botellón derivado de la concentración de locales de ocio y discotecas en las inmediaciones.
«Mientras las calles se engalanan para la Navidad aquí seguimos rodeados de basura y ruido», lamenta una vecina consultada por LAS PROVINCIAS que, este mismo lunes, todavía ha podido ver en las calles restos del botellón del sábado. Exactamente en Pelayo. Porque fue una jornada de compras, pero también de fiesta nocturna. «Los vecinos, aparte de soportar la bacanal del fin de semana, hemos de salir con cuidado de no reventar las botellas de vidrio qué aún permanecen tiradas», lamenta.
Respecto a la cuestión del tráfico, recuerda que su familia paga una tasa anual de 86 euros por cada coche (el suyo y el de su marido) para poder aparcar en plazas de la zona naranja, que a partir de las 19 horas es exclusiva para vecinos cualquier día de la semana y desde las 15 horas en el caso de los sábados. «Como el fin de semana viene todo el mundo a la zona no puedes mover el coche. Entre semana es más sencillo encontrar huecos, pero en fin de semana, si lo coges para algo cuando vuelves por la tarde ya no lo puedes aparcar», continúa, antes de destacar que este sábado se ha notado «muchísimo la afluencia». Y pone como ejemplo la calle Bailén, que estuvo saturada prácticamente toda la tarde. Tanto en la zona de estacionamiento reservado como en doble fila.
Por su parte, la asociación de vecinos ha cuestionado a través de sus canales de difusión el plan de tráfico ideado por el Ayuntamiento, que se puso en marcha el pasado viernes para regular los flujos hacia el centro coincidiendo con la campaña navideña. Y es que parte de los vehículos que se aproximan desde la zona sur se desvían hacia el ámbito de influencia del barrio cuando llegan desde San Vicente Mártir hasta la plaza de San Agustín. Por ejemplo, para que se puedan dirigir hacia los parkings subterráneos del Mercado Central y de la avenida del Oeste (por Guillem de Castro y Guillem Sorolla), pues el centro histórico y comercial (de Xàtiva y Colón hacia adentro) permanece cerrado al tráfico.
«Una vez más María José Catalá y el concejal de Movilidad y Policía Local (Jesús Carbonell) nos tratan como a ciudadanos de segunda y desvían el tráfico de entrada por la Roqueta sin contar con nosotros», han lamentado, antes de preguntarse «si a los vecinos del Ensanche les tratan igual». «Gracias por regalarnos una gris y ruidosa Navidad», sentencia el mensaje colgado este fin de semana en sus redes sociales.
La asociación también ha denunciado otras consecuencias de la saturación: la ocupación sistemática por parte de turismos de las plazas de aparcamiento reservadas para motos y el colapso de la calle Bailén. «El fin de semana no podemos aparcar aunque paguemos por ello, porque la zona naranja está colapsada de gente que viene a comprar», argumenta la organización, que ya el viernes empezó a notar la mayor intensidad, coincidiendo con el encendido de las luces navideñas. «Entendemos que se tiene que controlar la afluencia de gente a la zona comercial, pero una vez más se hace en detrimento de la Roqueta, barrio al que consideran zona de paso y el parking del centro», lamentan desde la asociación.
«El botellón sigue igual todos los fin de semana, y permanecen los gorrillas, aunque la presencia policial ha aumentado, pero el barrio está muy degradado. Sólo nos faltaba esto», concluye otro vecino consultado por este periódico.
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