Sánchez se queda sin escudo
Mazón era el gran trofeo del PP que quedaba por caer; un disgusto para el PSOE, que se queda a la intemperie y sin asumir aún ninguna responsabilidad por la dana del 29-O
Un minuto después de que Carlos Mazón anunciara su dimisión para convertirse en presidente de la Generalitat en funciones, se activó en las 'stories' ... de Instagram una cadena para que pasara el siguiente con el deseo de que pusiera sus barbas a remojar: «Ahora te toca ahí». Un mandato directo sobre una foto en blanco y negro de un rostro huesudo, envejecido por las sospechas de corrupción y limpio de barro tras la huida hace un año de las calles de Paiporta ante la indignación general. La cobardía nunca fue tan rentable en una gran tragedia. Ese rostro, que transita de red social en red social no es otro que el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se ha quedado en cuestión de horas sin el parapeto de Mazón, centro de todas las críticas por la gestión de una dana que segó la vida de 229 personas.
Al PSPV no le ha venido bien la salida del (ex)presidente de la Generalitat porque no tiene madurado el proyecto, carece de un liderazgo sólido y sus expectativas electorales son a la baja: los socialistas son incapaces de abrigar el descontento del votante popular, que ha visto en Vox una vuelta de tuerca más, y sufren la desbandada ya vivida hacia Compromís, más beligerantes y activos en crisis como esta. La esperada movilización de la izquierda prefiere el bullicio de Baldoví antes que el pijoprogresismo de Morant, tan distante y alejada de la barra de pan. El 'Volem votar' no es más que una pose con el único objetivo de ganar tiempo y dar con una tecla que incluso podría pasar por el relevo en la candidatura –suena Bernabé–.
Sánchez lleva más de un año sin pisar la zona cero de la dana. Algo extraño en un presidente del Gobierno, que vive alejado del sufrimiento y que sólo se ha acercado a las víctimas en eventos controlados y enlatados. No se atrevió con el funeral en la catedral ni participó en las visitas de los Reyes a Utiel y a Chiva con el objetivo de medir los ánimos semanas después de la dana. Paiporta era todavía una sensación demasiado tierna. Sánchez sí que ha enviado a todos sus ministros a inspeccionar el terreno pero aún no se ha dignado a incluir en su agenda oficial un recorrido a pecho descubierto por aquellos sitios donde se sintieron abandonados después de la riada. Olvidados durante tres días, y eso no hay quien lo discuta, porque hay miles de testigos que con botas de agua y palas suplieron las labores encomendadas al Ejército. Huir fue una carrera hacia la victoria mientras Mazón ejerció como presidente pero ahora el escenario ha cambiado y los valencianos mantienen la petición de justicia.
La mayoría de los votantes del PP secundaba la dimisión de Mazón desde hace muchos meses. Una vez certificada, quedan asuntos por resolver. ¿Por qué la Comunitat Valenciana no goza del mejor sistema de alerta de avenidas un año después de la dana? ¿Por qué no se atendió la petición de alguno de los técnicos de doblar la policía de aguas de la Confederación Hidrográfica del Júcar? ¿Por qué el organismo que dirige Miguel Polo tardó tanto en dar la alerta sobre la avenida del Poyo? ¿Por qué no se ejecutaron todas las obras previstas mucho antes de la dana, proyectos que podrían también haber evitado parte de la desgracia? ¿Por qué fueron tan pocos los ayuntamientos que la mañana del 29 de octubre de 2024 convocaron su Cecopal?
Mazón fue un presidente ausente pero no se le puede calificar de asesino, como le llamaron algunos de los familiares de las víctimas de la dana en el homenaje en Valencia. El mismo calificativo podrían recibir los responsables de las obras hidráulicas que no han sido ejecutadas, que seguro que también hubieran salvado muchas vidas. O aquellos que no acertaron a cortar las carreteras principales, que arrastraron a muchos conductores. No son asesinos, sino unos irresponsables que todavía ocupan unos cargos con buen sueldo, personas que deberían asumir que ellos tampoco estuvieron a la altura el 29 de octubre de 2024, cuando una dana dejó un reguero de fallecidos.
Una vez cobrada la pieza mayor, que no era otra que el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, llega el momento de apartar comidas y restaurantes, y depurar nuevas responsabilidades porque no hay que olvidar que la tragedia salpicó a muchas instituciones. En el contador, tres destituciones políticas como son las de Salomé Pradas, Emilio Argüeso y Nuria Montes, todas merecidas por incompetencia, y una más tardía y mal, que no es otra que la de Carlos Mazón, fruto de la presión social y de unas calles en armas por su ausencia. A partir de aquí, la nada. Nadie más, ni a título individual ni como institución ha salido a pedir perdón, a asumir la culpa o renunciar por una flagrante inoperancia a lo largo de una riada que dejó 229 víctimas. Todavía quedan responsabilidades por depurar más allá del proceso judicial.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión