El templo berlinés del codillo
Napoléon, Gorki, Schröder y hasta Felipe VI. Las mesas del Zur letzten Instanz destilan historia en el centro de la capital alemana. ¿Su carta? Escueta y deliciosamente tradicional
JUAN CARLOS BARRENA
Domingo, 7 de agosto 2016, 00:15
Es el local berlinés por excelencia y el templo gastronómico para la degustación del codillo. No falta en ninguna guía turística que se precie de serlo y en su comedor no cabe un alma. Si uno quiere probar su cocina prusiana tradicional, la reserva es obligada. De lo contrario, habrá pinchado en hueso. Hablamos del Zur letzten Instanz, o lo que traducido a nuestro idioma quiere decir La última instancia. Y, efectivamente, es lo último para paladares selectos y gourmets que visitan Berlín. Pero también, la taberna más antigua de la ciudad
Tanta historia se respira entre sus paredes que el comensal puede sentarse ante la misma estufa de cerámica de mayólica (un tipo de decoración de loza) que caldeó al emperador francés Napoleón cuando tomó la capital alemana en otoño de 1806. Y no ha sido el único personaje que se ha chupado los dedos con sus platos. Por las mesas de este coqueto restaurante situado en el centro histórico de la urbe han pasado, entre otros, el escritor ruso Maxim Gorki, el excanciller federal Gerhard Schröder y hasta Felipe VI.
El local ocupa la planta baja de un edificio levantado en 1561 al pie de las murallas de la ciudad. Ya en 1621 está documentado que allí había una taberna. Su primer propietario fue un veterano lacayo del entonces príncipe electo Jorge Guillermo de Brandeburgo, que bautizó el local como Biedermeierstübchen. Su nombre actual, Zur letzten Instanz, tiene su origen en la construcción del Palacio de Justicia en una calle cercana en 1924. Este inmueble, sede del Tribunal Supremo de la República Democrática Alemana (RDA), fue hasta la caída del muro de Berlín la última instancia judicial en la Alemania comunista
Localizar el restaurante no es difícil. Se encuentra en el número 16 de la Weisenstrasse, la calle de los huérfanos, que recuerda la existencia de una inclusa fundada en el siglo XIX. Cuando el visitante entra, se encuentra con un negocio cálido, acogedor, decorado de manera tradicional y con el mismo aspecto que hace un siglo, una heroicidad en los tiempos que corren.
La afirmación de que es el local gastronómico mas antiguo de Berlín suele ser motivo de debate porque no es del todo exacta. Zur letzten Instanz es el local más vetusto en lo que se refiere al aprovechamiento de la lonja, pero no a su nombre. La taberna Alte Waldschänke, en el vecino barrio de Tegel, lleva abierta ininterrumpidamente con esta denominación desde 1650. Aunque nadie puede negar el legado histórico de La última instancia. El inmueble que acoge el restaurante resultó seriamente dañado por los bombardeos aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Y podía haber pasado a mejor vida si el ayuntamiento no hubiera dado luz verde a los permisos para su reconstrucción. Sin embargo, no fue hasta 1961 cuando las autoridades de la ya extinta RDA decidieron recuperar el histórico local como atracción turística. Zur letzten Instanz reabrió al público dos años más tarde. Al mismo tiempo, se reconstruyeron los edificios adyacentes y parte de la muralla original de la trasera.
Interrogatorios y demandas
En la actualidad, Zur letzten Instanz cuenta con tres comedores para 120 clientes, un pequeño 'biergarten' (terraza para beber cerveza) con 50 plazas y ocho habitaciones que se alquilan a modo de pensión. Su carta esta llena de vocabulario jurídico para bautizar de manera divertida sus distintos platos. Aunque es escueta: la oferta se limita a cuatro entrantes, siete platos principales y cinco postres sin filigranas, absolutamente clásicos y que figuran en el repertorio gastronómico de cualquier abuela berlinesa.
En este bistrot, Testimonio procesal es un codillo cocido servido con puré de guisantes, chucrut al Riesling (un vino blanco de la zona del Rhin) y panceta ahumada. Sí, un plato contundente y la estrella de la casa. Recomiendan acompañarlo con una buena jarra de cerveza local. Y si no quieren congestionarse, el mandamiento es terminar la comilona con un buen digestivo, vale cualquiera de los muchos 'schnäpse' o aguardientes que se ofertan en la barra. Aunque para mandamiento, el judicial de la carta, otra versión del codillo con lombarda y albóndigas de patata.
También son recomendables el Interrogatorio cruzado, con su hígado de ternera a la berlinesa acompañado de cebollas braseadas, manzana asada y puré de patatas, y Pruebas procesales, rollos de col rellenos de carne con puré de tubérculos y ensalada. Si no están habituados al plato único, pongan por delante una Demanda por ofensas, una sopa de cangrejos y pescado de río con materia prima procedente de alguno de los cientos de lagos que rodean Berlín.
¿Les queda sitio para el postre? Pues no se pierdan la 'Rote Grütze', una compota de frutas rojas que se sirve con salsa de vainilla. La alegría final es la cuenta: una comida completa, incluida la jarra de cerveza, no les costará más de 30 euros. Aunque que la emoción no les haga olvidarse del paseo de vuelta al hotel para superar tan rotundo choque calórico.
Clasicismo. En Zur letzten Instanz se puede degustar la comida típica berlinesa, desde el codillo a los rollos de col rellenos.
Historia. Por sus mesas han pasado desde Napoleón hasta el rey Felipe VI.
Lugar. Está en el barrio de Berlín-Mitte, en el número 14-16 de la calle Weisenstrasse, un edificio del año 1561 que fue destruido en la Segunda Guerra Mundial y restaurado posteriormente.