Los cantos de sirenas de Mompó
La derecha moderada muestra dos actitudes ante las reglas del juego amañadas que le impone la izquierda: combatirlas sin complejos o aceptarlas sumisamente
Las reglas del juego están marcadas, son tramposas, favorecen a uno de los dos contendientes. A grandes rasgos, dichas reglas se podrían resumir así: la ... izquierda es progresista, la derecha es conservadora. Una distinción que ya anticipa el resultado. ¿Quién puede estar en contra de unas políticas a las que se añade el calificativo de «progresistas»? En cambio, el concepto «conservador» necesita demasiadas explicaciones para los tiempos de los vídeos cortos de TikTok. Además, remite a privilegios, a situaciones del pasado que hay que superar. El partido empieza ya con dos o tres goles de ventaja para la izquierda. Pero es que luego viene la homologación de la derecha con las dictaduras de derechas. El PP tiene que demostrar pureza de sangre antifranquista porque los que otorgan los carnés de demócrata (todos ellos, de izquierdas) acusan a los populares de haber nacido desde el régimen, por «los siete magníficos» que fundaron Alianza Popular. Por contra, la izquierda no tiene que ofrecer explicación alguna por los crímenes del comunismo y el socialismo. Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, el Che Guevara, Fidel Castro o ahora Maduro y Daniel Ortega no van con ellos. O bien no reconocen sus atrocidades o si las admiten es para desmarcarse señalando que en realidad no eran comunistas o socialistas sino -atenta la compañía- fascistas. Y asunto resuelto. Este sería el cuadro general, el resumen de las reglas que rigen la política en las democracias liberales y, de manera muy acusada, en España. Y frente al mismo, desde la moderación y sin caer en la tentación del radicalismo, hay dos formas de actuar. La de quienes se niegan a aceptarlo (ejemplo, Cayetana Álvarez de Toledo y su discurso valiente, culto y sin complejos) y la de los que se sienten atraídos por los cantos de sirenas progres. Que es lo que, me temo, le está ocurriendo a Vicent Mompó, el presidente de la Diputación provincial de Valencia. Y no lo digo por la gracieta de la lona de la plaza de Toros, que no pasa de ser una anécdota desafortunada. Sino por todo en general. Por su forma de situarse y declararse encima en las fechas previas a la dimisión de Mazón, por sumarse a la conspiración de los presidentes provinciales del PP, por creerse que por hablar en valenciano va a ganarse el voto «progresista», por pretender volar por libre en las investigaciones de la dana, por las amistades peligrosas... Oye música, cree escuchar algo así como «Vicent, es tu momento» y, embelesado, se dirige sin remedio hacia los arrecifes. Cuando quiera darse cuenta del engaño tal vez sea demasiado tarde.
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