La conjura de los necios
La dictadura de la mediocridad, la demagogia y la incompetencia lastran el futuro colectivo y anticipan el naufragio de la nación
JAVIER DOMÍNGUEZARQUITECTO
Viernes, 28 de noviembre 2025, 23:43
Muchas son las causas del pesimismo y desencanto actuales de la sociedad española. La crisis financiera de 2008 al transformar la insolvencia y débito privado ... de la banca en deuda pública, trasladando los recortes a la clase media, marca un punto de inflexión.
Son palpables las huellas del chantaje permanente de los separatismos periféricos, la politización de la justicia, la corrupción sistémica -ERES de Andalucía, casos Palau, Pretoria, de Miguel...- el deterioro institucional, las miserias partidistas y el progresivo ultraje de las más básicas reglas del juego democrático.
Todas las encuestas evidencian una creciente frustración y apatía en relación a la pertenencia a la Unión Europea y la Alianza Atlántica. Incluso el milagro económico de la Transición aparece eclipsado frente a la pérdida de nivel de vida y el incremento de las desigualdades como consecuencias del mal gobierno y de la globalización.
Esa abyecta espiral de charanga, despilfarro y pandereta, mancilla la imagen internacional de España
En un contexto plagado de incertidumbres y marcado por el rol hegemónico del poder político, que manosea sin pudor la independencia de las instituciones, no es fácil mantener la esperanza. Se imponen el imperio del pensamiento único frente al espíritu crítico, la normalización del desprecio al valor de la verdad, la desinformación, la banal estandarización de las costumbres, la degradación de la enseñanza...
El nihilismo se ha instalado en las conciencias de los ciudadanos, incapaces de escapar de sus demonios y encontrar alguna salida a los arbitrarios laberintos de la vida. Es como si el héroe ateniense Teseo hubiera perdido el ovillo de hilo que le diera Ariadna y quedara atrapado con el Minotauro en el laberinto de Creta.
Ese vacío colectivo semeja el contrapunto de la ira antisemita alimentada por el gobierno de Pedro Sánchez, recordando cómo la cultura talmúdica identifica el pecado original y la expulsión del jardín del Edén como consustancial a la muerte, la concupiscencia y el sufrimiento al que es condenado el ser humano.
La búsqueda de ese nuevo Teseo capaz de salvar la democracia y devolver la ilusión a la población, dirige las miradas hacia ese episodio fantástico de la mitología griega, inspirador de obras maestras de William Shakespeare y cuya simbología -El Aleph- tanto influiría en el escritor argentino Jorge Luis Borges.
Superar la ausencia de liderazgos y la encrucijada exige realizar un diagnóstico de la situación, reconociendo las debilidades y los riesgos para poder diseñar una estrategia capaz de mutar las amenazas presentes por oportunidades futuras. En suma, recuperar la tesis tomista de la 'felix culpa' que la tradición judeocristiana recoge explicando cómo en respuesta al problema del mal, la caída del hombre (Adán) trajo consigo un bien mayor (el Salvador). La Iglesia católica lo rememora durante la celebración litúrgica de la Vigilia Pascual.
Ante este escenario repleto de intrigas y contradicciones cobra vigencia la célebre novela, ganadora del premio Pulitzer de Ficción en 1981, de John Kennedy Toole, cuyo título 'La conjura de los necios' toma prestado este breve texto.
La pluma del estadounidense deja algunas frases icónicas: «Esta ciudad es famosa por sus jugadores, prostitutas..., alcohólicos, drogadictos..., fraudes, vagos y lesbianas, todos los cuales están demasiado bien protegidos por la corrupción».
O su premonitoria explicación del autocomplaciente imperio de la mediocridad y el mal gusto en una sociedad sumisa y anestesiada por el poder: «Cuando en el mundo aparece un verdadero genio... todos los necios se conjuran contra él».
El libro constituye un implacable retrato del ser humano y de una sociedad egoísta, mezquina, desmemoriada y cruel. El relato, a pesar de su realismo y comicidad narrativa, une la visión dramática de la vida con la tragedia personal del autor, que opta desengañado por el suicidio, sin haber conseguido publicar su novela.
Como anticipara Kennedy Toole, hace ya décadas que los principios de mérito y capacidad dejaron de ser parte de evaluación objetiva en los procesos de selección, sustituyéndose por espurios criterios subjetivos. El amiguismo y la arbitrariedad sirven para facilitar la masiva ocupación de puestos en las empresas públicas y en la Administración por el partido vencedor.
Su esperpéntico corolario es la farsa populista, la deriva autocrática, el obsceno carrusel de dádivas y prebendas entre los propios, la colonización partidista y el nombramiento de personajes insignificantes para dirigir los órganos constitucionales, sin mayor valía que la adhesión inquebrantable y sumisa al líder supremo.
La toma de las instituciones por legos, pícaros y mangantes encuentra un nuevo capítulo en el sainete de inflados currículos de muchos de sus representantes, con títulos universitarios falsos, inventados o discutiblemente obtenidos (plagios, por encargo...).
Esa abyecta espiral de charanga, despilfarro y pandereta, mancilla la imagen internacional de España y trae consigo un paulatino empobrecimiento de la población que, acompañada de una desmedida voracidad fiscal, lastra el futuro de las generaciones jóvenes, abocadas a buscar un futuro mejor en el extranjero.
Alejada del código humanista e incapaz de incorporar el talento y los valores éticos, la política autonómica y nacional deambula por el lodazal, compitiendo en descalificaciones e insultos en lugar de buscar soluciones a los problemas.
Es imperiosa la necesidad de regeneración de la democracia y de la vida pública españolas. Urge restaurar la dignidad y recuperar la 'auctoritas' y el respeto en todas las instancias, ya que sin ella no hay cabida para la honestidad, el esfuerzo y la solidaridad.
Hace falta encontrar ese nuevo Teseo, capaz de expulsar a los mercaderes y fariseos del templo que lo profanan con su egoísmo, ambición y soberbia, pero no conviene olvidar que el hilo de Ariadna está en la educación.
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