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HISTORIA DE LA VITICULTURA

Vid y vino en las taifas moras valencianas

La región mejoró sus técnicas de cultivo en el medioevo

Chema Ferrer

Valencia

Miércoles, 3 de diciembre 2025, 08:09

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Durante la Edad Media, la ciudad de Valencia y su entorno vivieron una etapa de profundo desarrollo agrícola y urbano bajo dominio musulmán, entre los siglos X y XIII, al igual que sucedió con las taifas de Denia y Alpuente. Las tres nacieron tras la desaparición del Califato de Córdoba y a pesar de las restricciones religiosas del Islam respecto al consumo de bebidas alcohólicas, la vid y el vino continuaron desempeñando un papel notable en la economía, la cultura y la vida cotidiana de estos reinos moros del Levante español. La introducción y perfeccionamiento de técnicas agrícolas por parte de los musulmanes fue decisiva para el desarrollo vitivinícola en la zona. Los tratados agrícolas hispano-árabes, como el de Ibn al-Awwam o el Libro de Agricultura del toledano Ibn Bassal, recogen descripciones detalladas sobre las variedades de vid, marcos de plantación, poda y riego especializado.

Se han documentado referencias al cultivo de la vid en la huerta valenciana a través de fuentes escritas y hallazgos arqueológicos que indican la existencia de lagares y ánforas para la elaboración y almacenamiento de vino. Las fuentes confirman su notable extensión en la comarca durante el Califato y las taifas, llegando a formar parte del paisaje agrario habitual en toda la llanura aluvial del Turia y en las estribaciones montañosas.

El consumo de vino

Aunque el Corán prohíbe beber vino, nada dice del cultivo de la vid y la producción de uva de mesa, pasas y vinagre. Sin embargo, la realidad en la Valencia medieval fue mucho más compleja, ya que son muchos los textos literarios y documentos legales que recogen tanto la tolerancia, como la hipocresía como la convivencia ante la presencia social del vino. Crónicas y poesías andalusíes mencionan banquetes donde el vino era protagonista, sobre todo en círculos aristocráticos o urbanos. La corte de Balansiya (Valencia) potenciaron una vida cultural y autores valencianos como Ibn Jafaya (Alzira, 1058-1139), usaron la poesía para cantar las virtudes del vino. Sus versos, impregnados de metáforas sensuales, describían banquetes y noches en las que se disfrutaba del vino. Sus versos se inserían dentro de una corriente literaria denominada «poesía báquica», de gran popularidad entre los letrados de Al-Ándalus. Este tipo de poesía no solo celebraba el acto de beber, sino que lo asociaba al saber, la inspiración poética y la libertad individual.

No fue Ibn Jafaya el único; otros autores musulmanes de las taifas, como Wallada bint al-Mustakfi en Córdoba, al-Mu'tamid en Sevilla o Ibn Khafaja en Játiva, también reflejaron en sus obras la ambigüedad del vino en la cultura andalusí.

Barricas para judíos y mozárabes

La producción de vino no solo iba destinada al consumo de la población musulmana que, pese a las autoridades religiosas, lo bebía en privado, sino que obviamente también abastecía a las comunidades cristianas, los mozárabes, y judías residentes en el territorio, amparadas por su propio estatuto jurídico.

Además del consumo, las autoridades musulmanas supieron aprovechar el rendimiento económico del vino a través de la fiscalidad poniendo impuestos específicos sobre la producción y el comercio vinícola, lo que demuestra la importancia económica del producto, aunque su venta pública estuviese sometida a cierto grado de represión o control. No cabe duda que el legado agrícola y social de la viticultura valenciana durante la época musulmana permaneció tras la conquista cristiana de Jaime I en 1238. Muchas de las prácticas y variedades introducidas o perfeccionadas entonces continuaron siendo parte del paisaje y la economía local.

La historia del cultivo de la vid y el consumo de vino en la Valencia musulmana pone de relieve las contradicciones y la riqueza de matices de aquella sociedad. Más allá de las restricciones religiosas, el vino formó parte del entramado agrícola, comercial y cultural de Valencia, y su herencia perdura en la tradición vitivinícola de la región hasta nuestros días.

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