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Teo gira su cabeza postrado en su cama del Hospital de Manises, donde un equipo médico de varias disciplinas trata de reducir su obesidad. I. Marsilla
Teo Rodríguez: Una vida contra la báscula

Una vida contra la báscula

Un problema de tiroides empezó a hinchar su cuerpo con siete años, dejó el colegio tras sufrir burlas y sueña con recuperar su autonomía | Sin complejos, alegre y amante de los videojuegos, Teo anhela perder 185 kilos

J. A. MARRAHÍ

VALENCIA.

Domingo, 19 de agosto 2018, 01:00

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Cuando Teófilo Rodríguez nació el 6 de agosto en Puerto Llano, la vida se iluminó para sus padres. Paula y Gregorio admiraban a su primogénito mientras la báscula marcaba 3,5 kilos. En aquel día feliz no imaginaban que la enfermedad iba a agrandar aquel pequeño cuerpo hasta los 385 kilos para convertirlo en uno de los casos de obesidad más graves de España, hoy noticia por su lucha pública y judicial tras ser trasladado a su casa de Turís en un camión de mudanzas.

Su anormal volumen corporal encierra un alma llena de lucha y optimismo, un tipo que habla por los codos, no calla nada, se expresa con desparpajo y lidia la amargura de su situación con buen humor, muchos amigos y un vínculo de hierro con su familia. Uno de sus cinco tatuajes resume su espíritu: «Contra mí, quien pueda», reza.

ETAPAS CLAVE

  • Nacimiento Es el mayor de tres hermanos. Nace en Puerto Llano (Ciudad Real) el 6 de agosto de 1984. Posteriormente, su familia se asienta en Torrent y Turís.

  • Con 7 años Su infancia transcurre con normalidad hasta que le detectan un problema de tiroides. Ese es, según la familia, el origen de sus problemas de obesidad en los años posteriores.

  • Adolescencia Con 15 años ya pesaba más de 100 kilos. Asegura que su aspecto le acarreó burlas en el colegio, que dejó en Secundaria para lanzarse al mundo laboral.

  • Trabajos Desde los 16 ha ejercido como operario de almacén en empresas de aluminio y madera. Hoy cobra una pensión de 550 euros por su discapacidad.

  • Salud Ha pasado por el hospital en numerosas ocasiones. Admite que ha fallado con las dietas que le recomendaron. Con 32 años le instalaron un balón gástrico, pero falló y reventó. Desde hace dos meses, está postrado por la acumulación de líquidos.

Teo es hijo de un ama de casa y el trabajador de una fábrica de aluminios ya jubilado que hoy se enfrenta a otro mal: el Alzheimer. Su familia se trasladó a Valencia cuando tenía dos años y se estableció, inicialmente, en Torrent. Allí transcurrió su infancia y comenzó estudios escolares. «Lo recuerdo haciendo deporte, saliendo en bici con sus amigos, jugando al fútbol...», rememora su hermana, Devora Rodríguez.

«Teo siempre ha sido alegre, sin complejos. No se viene abajo nunca», remarca su madre

Una niñez fue como la de cualquier otro. Hasta los siete años, cuando la glándula tiroides dejó de funcionar correctamente y lo abocó a una creciente obesidad. Con 15 años ingresó por primera vez en el hospital. Pesaba 120 kilos y empezó una dieta, pero la báscula parecía inamovible y se desanimó, una historia que volvería a repetirse en diferentes etapas de su juventud. «Es verdad que fallé con la alimentación, pero creo que el sistema sanitario también ha tenido errores y lentitud en mi caso», reflexiona por todo lo que vino después. En especial, se queja del reventón del balón gástrico que le instalaron hace dos años o del «bochornoso» traslado en camión a su casa de Turís.

Más allá de su historial médico, su carácter se fortaleció ante la dificultad. Teo forjó una personalidad sin complejos ni lamentos, amasada con el cariño de los suyos. «La gordura para él nunca fue un problema. Siempre ha sido feliz y se ha llevado bien con todos. Es sociable, ha salido de fiesta a todos lados, tiene novia desde hace año y medio y deja atrás más parejas y rolletes. Jamás ha tenido problema para ligar», resalta su hermana.

Ama el rap, los videojuegos y las redes sociales. Uno de sus tatuajes reza: «Contra mí, quien pueda»

Sin embargo, el 'bullying' se cruzó en su camino en el colegio. Así lo resume su madre, Paula: «Como estaba gordete, los niños se burlaban, se metían con él... Nunca quiso hablarme demasiado de eso, igual para no preocuparme», reflexiona la mujer. Ya en Secundaria, cambió libros por un puesto de trabajo como mozo de almacén. Más tarde la enfermedad lo transformó en pensionista.

Teo ama el Real Madrid, su equipo de fútbol desde niño. Los ritmos y frases raperas de Nino o Aloy le dan fuerza. También se aferra a los mandos de la Playstation o la Nintendo en los dos meses postrado por la inmovilidad. «Adora los juegos de carreras y las aventuras gráficas», asegura su hermana. Paula completa así el perfil de su hijo: «Muy alegre. No se viene abajo y nunca ha tenido complejos». La madre atribuye el desmesurado peso de su hijo a la «lentitud para las intervenciones quirúrgicas de hasta tres y cuatro años». Jura que en su casa nunca ha comido «más de lo normal». «Primer plato de lentejas, judías, paella, postre de fruta...». Ahora Teo sueña con vaciarse, salvar su vida y recuperar la autonomía. «Llegaré a 100 kilos con esfuerzo», promete.

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