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Los sueños cumplidos de tres inmigrantes

Los sueños cumplidos de tres inmigrantes

Cruzaron el Estrecho en una patera o en los bajos de un camión y luego se integraron y triunfaron en Valencia

JAVIER MARTÍNEZ

Domingo, 19 de febrero 2017, 21:48

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La ciudad ideal para cumplir sus sueños. Eso es Valencia para muchos jóvenes inmigrantes. Cuando llegaron en patera a la costa española eran menores. Lloraron, rieron y crecieron. Algunos de ellos lucharon contra las adversidades muy lejos de sus familias, pero hoy pueden decir que han triunfado en la vida tras pasar por varios centros de acogida. Detrás del riesgo y la clandestinidad existe un trabajo social, tan silencioso como importante, que con el paso de los años se traduce en integración y éxito, dos palabras unidas o enfrentadas muchas veces por el destino.

Las paredes del piso de acogida de La Salle han sido testigo mudo de varias historias de superación en los últimos años. Los testimonios sobrecogedores de tres inmigrantes magrebíes se entremezclan con momentos de alegría y tristeza. Fayçal L., un argelino de 21 años, comparte mesa todos los días con Maati, un joven marroquí que llegó a España escondido en los bajos de un camión. Los dos eran menores cuando cruzaron el Estrecho de Gibraltar, al igual que Khalifa Zarhnoun, que estuvo a la deriva tres días en una patera junto con otras 44 personas. Tras pasar por cuatro centros de menores en Algeciras, Jaén, Valencia y Paterna, Khalifa consiguió un trabajo en Mallorca pero sigue en contacto con los que fueron sus compañeros de piso.

El sueño europeo de estos jóvenes se ha cumplido gracias a su fuerza de voluntad y a la ayuda de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) de Paterna. Cuando sus esperanzas parecían alcanzables cumplieron la mayoría de edad y tuvieron que dejar el centro de protección de menores de La Salle. Era el momento de enfrentarse solos a la vida. Era el momento de seguir los consejos que les dieron el equipo de educadores, el trabajador social, la psicóloga y el director de 'Projecte Obert'. Era el momento de crecer como personas, encontrar un trabajo y buscar otro hogar. Y los tres lo consiguieron bajo el techo de un piso de emancipación en Paterna.

Khalifa solo tiene palabras de agradecimiento para los Hermanos de La Salle. «Fueron mi familia durante seis años y me ayudaron cuando más lo necesitaba», afirma. El joven de 24 años compagina su trabajo como encargado del polideportivo La Salle Palma en Mallorca con su gran afición: el atletismo. Tras proclamarse subcampeón de una media maratón y una carrera de 10.000 metros, Khalifa competirá con la selección balear de atletismo en el campeonato de España. «Me inicié en este deporte porque Pepe Riofrío (el director del centro de menores de La Salle) me llevaba a las carreras populares en Valencia», recuerda el joven marroquí.

Nacido en el seno de una familia humilde en Zouair, un pequeño pueblo de la provincia de Beni Mellal, Khalifa tuvo una infancia austera y difícil. Con 15 años pagó 500 euros para conseguir una plaza en una patera en el invierno de 2007. Sus padres y sus cuatro hermanos pequeños estaban en su memoria cuando desembarcó en Almería con síntomas de hipotermia. Antes de recalar en la residencia de La Salle en Paterna, el joven dio con sus huesos en los centros de menores de Algeciras, Las Carolinas (Jaén) y Monteolivete (Valencia).

De la misma región marroquí es Maati Rahi, de 23 años. Los dos inmigrantes se conocieron en el centro de acogida de la Generalitat de la calle Arabista Ambrosio Huici de Valencia. Rahi también tenía 15 años cuando inició su sueño europeo en los bajos de un camión. De Ceuta a Algeciras apenas se movió en su escondrijo. «Busqué una oportunidad en España, me la dieron y la aproveché», señala con firmeza. «Primero en el centro de menores y luego en piso de La Salle», agrega. Aprendió un oficio, ganó nuevos amigos y consiguió trabajo en un taller de mecánica en Valencia. El joven marroquí ha viajado varias veces a su país para visitar a su familia, quiere fijar su residencia en España y se siente afortunado porque sus sueños se han cumplido en Valencia. En su trabajo destaca por su pericia y sus compañeros de piso hablan muy bien de él.

El dilema de Fayçal

Otro ejemplo de integración es el de Fayçal L., de 21 años. Nació en Orán (Argelia) y llegó a España con su padre en 2006. El visado era para una corta estancia pero su progenitor encontró trabajo en una empresa de Elche y malvivieron varios años en un piso patera. La situación era ya insostenible en 2011, cuando el cabeza de familia se vio obligado a regresar a Argelia. «Mi padre nunca tuvo un trabajo fijo porque no tenía papeles. Nadie le contrataba. Él se buscaba la vida como podía», asevera el joven mientras alza el rostro. Tras este contratiempo, el dilema de Fayçal era el siguiente: volver a Orán o ingresar en un centro de menores. «La decisión fue muy difícil para mí», confiesa. Y con tan solo 15 años decidió continuar con su sueño europeo. «Me llevaron al centro de menores de Monteolivete y después al de La Salle», explica. Tras cursar el ciclo de grado medio de Telecomunicaciones y conseguir un contrato de trabajo, Fayçal inició los trámites para obtener la nacionalidad española. Actualmente ejerce como conserje y monitor del colegio concertado La Salle de Paterna.

Cuando cumplió los 18 años, la misma congregación religiosa lo acogió en una vivienda de emancipación, donde todavía reside con su amigo Rahi y dos jóvenes españolas. «Todos los sábados cenamos con los hermanos de la comunidad. Estos encuentros son importantes para nosotros porque nos hacen ver que no somos unos simples chavales de un piso de emancipación, sino amigos y muy cercanos», asegura Fayçal mientras sirve una taza de té.

Al otro lado de la mesa está sentada Susana López, psicóloga de 'Projecte Obert', que asiente con la cabeza tras escuchar las cariñosas palabras del joven argelino. «Con capacidad de esfuerzo, superación y valentía se puede salir adelante. Lo demuestran estos niños que llegaron a nuestro país sin nada, porque han sabido aprovechar los recursos y apoyos que les hemos ofrecido. Hoy son hombres felices e independientes, un gran ejemplo para otros», reflexiona en voz alta la psicóloga.

El director del centro de protección de menores de La Salle, Pepe Riofrío, se une a la conversación y reconoce que tanto los educadores como los jóvenes acogidos viven a veces momentos duros debido a algunas decepciones. «Pero todo se compensa cuando ves a un menor que sigue adelante con un futuro prometedor después de haber tenido una vida difícil. Y como forman parte de tu vida es un logro que lo celebras como si fuera tuyo», precisa con satisfacción.

La gran labor pedagógica que realizan los educadores de La Salle y de otros centros de menores de la Generalitat sirve también para apartar de la delincuencia a muchos adolescentes. El déficit afectivo o las carencias de habilidades sociales de estos jóvenes se suple con apego y formación. «Nuestro compromiso es ofrecerles seguridad y enseñarles a caminar por el mundo. Intentamos generar adultos responsables, lúcidos y con valores para que se sientan seguros, apoyados y comprendidos», sostiene Pilar Calderón, educadora de 'Projecte Obert'.

Extinción de la tutela

La Generalitat Valenciana tiene actualmente la guarda o tutela de 468 menores extranjeros que residen en centros públicos o concertados, como el de La Salle, o en viviendas con familias de acogida. Los principales países de procedencia de estos adolescentes son Rumanía, Marruecos y Argelia. En los años de mayor afluencia de menores extranjeros se habilitaron algunos centros para atender exclusivamente a este colectivo. Sin embargo, el progresivo descenso de la llegada de inmigrantes a la Comunitat Valenciana y la conveniencia de integrarlos con el resto de menores del sistema de protección, determinaron una adaptación de los recursos residenciales para que estos adolescentes compartieran instalaciones y vivencias con menores españoles.

Desde hace dos años, la Generalitat Valenciana, a través de la Vicepresidencia y Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, subvenciona a las entidades privadas que disponen de centros o pisos, sin ánimo de lucro, destinados a favorecer la emancipación y autonomía de jóvenes extutelados por la Administración. Tras cumplir la mayoría de edad, muchos de ellos no tienen una familia en España que les apoye ni la posibilidad de desarrollar una vida autónoma. La Generalitat financió el año pasado 14 programas para atender a 75 de estos jóvenes en Valencia, Alicante y Castellón.

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