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Un centenar de indigentes se resisten a dormir en los albergues pese al frío

La mayoría de los mendigos que viven al raso sufren problemas mentales, adicciones y cuentan con la ayuda de los vecinos del barrio

d. guindo

Jueves, 22 de enero 2015, 00:53

Durante la madrugada de ayer, los agentes de la Unidad Especial X-24 de la Policía Local de Valencia sólo consiguieron que dos indigentes abandonaran las calles para pasar la gélida noche en un albergue. La jornada anterior únicamente lo lograron con uno. El resto de los, aproximadamente, 90 sin techo que, en la actualidad, duermen al raso optaron por seguir en sus refugios improvisados de cartones y mantas, pese a que los termómetros bajaron de los cinco grados en la capital del Turia.

El fallecimiento de un mendigo polaco el lunes por beber alcohol etílico para calentarse, como avanzó ayer LAS PROVINCIAS, tampoco ha logrado persuadir a estas personas para que, al menos en las noches más frías, acepten acudir a la plazas que, tanto en albergues como en pisos sociales, les ofrecen el Centro de Atención a los Sin Techo (CAST) y las distintas entidades colaboradoras con el consistorio.

Así, desde la Concejalía de Bienestar Social concretaron ayer que, pese a la bajada del mercurio, ayer quedaban libres 68 plazas en los albergues y pisos sociales de los que dispone; «y en casos de extrema necesidad se pagarían hasta pensiones», subrayaron desde los servicios sociales. Desde el albergue de Casa Caridad confirmaron que cuentan con el 20% de sus 70 plazas libres, aunque en el Hogar Social San Juan de Dios la ocupación es mucho mayor, y sólo tenían ayer una cama vacía de las 80 plazas que dispone para los más desfavorecidos.

Tanto desde el grupo de voluntarios de Cáritas como desde los servicios sociales municipales advirtieron de la dificultad de conseguir que estas personas abandonen su estilo de vida, de ahí que se desarrollen visitas diarias cuando las temperaturas bajan de los siete grados, sobre todo para proporcionarles roba de abrigo y asistencia sanitaria. Por ejemplo, en la madrugada de ayer Cáritas repartió más de 200 mantas. La obligación de cumplir ciertos horarios, sobre todo a la hora de llegar al centro o para las comidas, unido a la imposibilidad de consumir alcohol o drogas aleja a estos indigentes de los albergues; puesto que en buena parte de los casos se trata de personas con un alto grado de adicción, con patologías mentales y que, en su mayoría, cuentan con la ayuda de los vecinos de los barrios que suelen frecuentar.

«Presentan un desarraigo tan profundo que, salvo momentos muy concretos en los que sufren alguna enfermedad o han tenido un accidente, aceptan venir al albergue. Incluso ponemos a su disposición centros de día y pisos de baja exigencia para que puedan pasar unas horas, y tenemos la mitad de las plazas libres», comentaron desde el ayuntamiento. Por tanto, en los momentos del año tan fríos como el actual, tanto los técnicos municipales como los voluntarios sólo pueden proporcionarles sacos de dormir y mantas para mejorar su situación y recordarles la oferta de plazas que tienen a su disposición.

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