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TXEMA RODRÍGUEZ

La huerta para el que la trabaje

Coincido con Civera en la necesidad no sólo de protegerla sino de impulsarla, pero el problema es que no hay relevo generacional, no hay agricultores

Pablo Salazar

Valencia

Martes, 10 de junio 2025, 23:23

Pocas matizaciones se pueden hacer al maestro Civera y su reflexión sobre el modelo urbano de Valencia, publicada ayer en este diario. Ricard (Pérez Casado), ... en efecto, tuvo un sueño, aunque para ser justos el soñador se llamaba y se sigue llamando Alejandro Escribano. Que fue el que dibujó sobre el plano bulevares, jardines y líneas de tranvía donde antes había avenidas con vocación de autopistas. Rita Barberá fue la impulsora del crecimiento y el despegue internacional con una turboeconomía de grandes eventos y edificios emblemáticos. Discrepo, claro, respecto a Ribó y lo que él llama su «rebeldía verde», en la que, opino, hubo mucho ruido pero escasas nueces. Magistral, eso sí, la referencia a que mientras el alcalde socialista «propuso un pacto con los próceres conservadores», el nacionalista y 'ya-so-soy-comunista' no pactó con nadie. ¿Y Catalá? Ahí estamos, pendientes de las señales que se emiten desde la plaza del Ayuntamiento para vislumbrar hacia dónde se dirige la nave Valencia. En cualquier caso, mi intención, hoy, era referirme a su propuesta sobre la huerta no sólo como espacio a proteger sino como seña de identidad. Que al fin y al cabo, como bien dice, es «el verdadero patrimonio de Valencia» y «la asignatura pendiente». No puedo estar más de acuerdo, como no puedo más que lamentar que hayan sido precisamente las dos universidades públicas quienes en las últimas décadas -dejando aparte el expediente X de la ZAL en La Punta- más terrenos cultivables se han comido para su expansión. El problema, no obstante, no es tanto cómo promocionar y prestigiar los productos de la huerta de Valencia. Doctores tiene la Iglesia pero no hay más que fijarse en el tomate de El Perelló para darse cuenta de que con una buena estrategia comercial es posible abrirse un hueco en un mercado competitivo. El problema, ¡ay!, querido Xuso, es quién va a cultivar esos campos de chufas, cebollas o alcachofas que contra toda esperanza subsisten alrededor del casco urbano, especialmente en la zona Norte. Porque los hijos de los viejos agricultores ya les dijeron a sus padres que de doblar el espinazo, nada de nada. Y los nietos, reivindicativos y muy comprometidos con el medio ambiente, han estudiado un doble grado de ADE y Derecho y sueñan con que los fiche un despacho de abogados de los grandes o están acabando Comunicación Audiovisual para ya son influencers de conciertos. No porque sepan de música sino porque cuentan lo bien que se lo pasan con los colegas. Entonces, ¿quién va a trabajar esa huerta que tú y yo queremos salvar?

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