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La leyenda de la desafección de San Vicente Ferrer hacia su Valencia natal es tan falsa como la jura de Santa Gadea del Cid, de ... la que nos ocuparemos próximamente. De la primera, de desmontar el bulo, se ocupó hace años el profesor Ballester-Olmos, mientras que la segunda la ha tratado recientemente la catedrática de Historia Nora Berend, demostrando que nunca existió, que es un mito creado siglos después de la muerte de Rodrigo Díaz de Vivar. Sant Vicent no se limpió el polvo de las sandalias al abandonar Valencia pero me temo que Santiago Calatrava -nuestro artista más internacional con permiso de Manolo Valdés- sí que lo ha hecho. Y no sólo, o no tanto, por la campaña propagandística que la extrema izquierda puso en marcha para desacreditarlo y, de paso, desgastar al Consell del PP (el de Camps y luego el de Fabra). Aquel soez #calatravatelaclava. Sino, sobre todo, por cómo trata Valencia, su ciudad natal, sus obras. Porque si con el puente 9 de Octubre ya se quedó con las ganas de la lámina de agua en la que se reflejaran las nervaduras de la infraestructura y si con el Ágora no ha podido ver culminado el remate de las lamas móviles tan del gusto del arquitecto e ingeniero de Benimàmet, es fácil imaginar qué pensará cada vez que vea que su conjunto monumental de la Ciudad de las Artes y las Ciencias se transforma en un gigantesco escenario de conciertos. Y que no sólo es que no le hagan el estanque del 9 de octubre, ¡es que le vacían y dejan seco el del Museo de las Ciencias! Elemento fundamental para que el conjunto arquitectónico multiplique su valor paisajístico, su imagen como postal vanguardista de Valencia, la más buscada, la más visitada. A Calatrava, en fin, se la clavan bien clavada. Unos y otros, estos y aquellos. ¿Y todo por qué? En unos casos (la lámina de agua bajo el puente o las lamas del Ágora) por ahorrar. Pero ¿y en la Ciudad de las Ciencias? ¿A quién se le ocurrió y cómo es que se ha institucionalizado que un gran complejo de ocio, ciencia y cultura acabe siendo un contenedor de conciertos? Está claro que esta ciudad (hablo de Valencia no de la Ciudad de las Artes y las Ciencias) tiene un problema con las actuaciones musicales. Problema que el Roig Arena tal vez ayude a paliar. Aunque no sé si hasta el punto de terminar con el despropósito del macromontaje que ocupa el espacio diseñado por Calatrava. Seguro que si se pusieran, encontrarían una alternativa, tal vez en la Marina o tal vez en esa ZAL del Puerto en la que el Gobierno proyecta otra ciudad, la de la Industrialización de la Construcción. ¿Será por ciudades?
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