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«Las palomas comunitarias»

Una ocurrencia más propia del dr. Franz de Copenhague

FERRAN BELDA

Miércoles, 12 de noviembre 2025, 23:22

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Tonterías animalistas las están haciendo todos en todas partes. La vicepresidencia segunda del Consell, sin ir más lejos, acaba de jactarse de situar a la ... Comunidad Valenciana entre las primeras en obligar a los ayuntamientos no a liquidar las colonias felinas (sólo en Valencia hay 500, mantenidas por la corporación), sino a implantar un chip a «los gatos comunitarios». El problema es que desde hace diez años Valencia se lleva la palma de oro de este festival y a este certamen no sólo concurren canes propiamente dichos; concurren mininos, concurren palomas y el día menos pensado concurrirán ratas, aunque sólo sea por su contribución al progreso de la ciencia. Tan es así que sólo Valencia, por boca de ese digno sucesor de Gloria Tello que es el actual concejal de Bienestar Animal (sic) JC Caballero, se ha preciado de introducir en el contrato de control de la avifauna urbana adjudicado el año pasado una novedad sin parangón en la manera de abordar con tacto toda suerte de plagas: la reubicación (es el término que empleó el también portavoz del PP en el consistorio) de «las palomas comunitarias» (por emplear ahora la terminología del secretario autonómico de Medio Ambiente) en «palomares rurales situados en distintos puntos de la Comunidad Valenciana». La centrifugación de las molestias y el daño que ocasiona la sobreabundancia de colúmbidas. El traslado a terceros de un inconveniente higiénico sanitario que no tenían. Una ocurrencia más propia del dr. Franz de Copenhague que no debemos ignorar ahora que la misma oficina municipal de Bienestar Animal (sic), el servicio de Sanidad Animal de la Consejería de Agricultura y los veterinarios de L'Oceanogràfic han coincidido en señalar que las palomas urbanas están en el origen del brote de gripe aviar detectado en el mayor acuario de Europa. Ha ocurrido ahora en las magníficas instalaciones marinas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias como podía haber sucedido en tiempos del no menos transido de Disney Ribó en el Bioparc. Pero este día tenía que llegar porque la Administración no puede comportarse como ailurofílica con los amantes de los gatos, petófila con los enamorados de los perros y animalista con los desmesuradamente encariñados con las demás bestezuelas más o menos domésticas porque su misión es velar por la salud pública, no granjearse la simpatía de personas cuyo desproporcionado amor por sus mascotas requiere con frecuencia otro tipo de atenciones y tratamientos. Y ese no se le da. El primer programa electoral de MªJ Catalá contemplaba la asistencia veterinaria gratuita a los perros de los indigentes. No la erradicación de la indigencia ni el enfoque clínico de la alimentación callejera de gatos y palomas. Que sólo se apliquen métodos expeditivos para combatir la plaga de jabalíes no es casualidad.

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