Francisco Mora, arquitecto
Era 15 de diciembre de 1908 y la Exposición Regional la tenía que inaugurar el rey el siguiente 1º de mayo. Pero a los 33 ... años no hay miedo que valga y Francisco Mora le llevó al alcalde el proyecto del palacio municipal que en realidad le acababan de encargar tras muchas semanas perdidas entre dudas y cabildeos. Destinado a ser el edificio oficial de la Ciudad en la Exposición que Trenor estaba poniendo en pie, tenía que estar listo en cinco meses. Pero Mora, con su carácter envolvente, fascinó al alcalde cuando le dijo que en la esquina se levantaría una torre como el Miguelete, con un observatorio en la cima.
Por fortuna, no todo en la arquitectura de esta ciudad pasó por las manos privilegiadas de Javier Goerlich. La Valencia del primer tercio del siglo XX dio para mucho y para muchos. Y Francisco Mora tuvo ocasión de dejar a su paso al menos una docena de piezas de arquitectura de gran interés, de entre las que me enamoran la Casa del Punt de Gantxo, las de la esquina de comedias con Paz y, desde luego, el esbelto y elegante Mercado de Colón, donde Rita Barberá puso un busto del maestro como homenaje.
Ayer se inauguró, en el propio edificio municipal que Mora levantó con Carlos Carbonell, una exposición que resume su obra y su visión de la ciudad; es un homenaje debido y esperado, con el que el concejal José Luis Moreno va aquilatando una cadena de aciertos evidente. A través de lo expuesto, que por fortuna es casi todo su legado porque apenas hemos perdido el Banco Hispano de la calle de las Barcas, vamos a conocer mejor a una figura inquieta, trabajadora y eficaz, que fue responsable de la arquitectura del Ensanche durante medio siglo. Un hombre con humor al que siempre me ha gustado imaginar sonriente y feliz cuando, gracias a promotores modernos, pudo levantar en un par de años el bellísimo mercado de Colón... doblándole el brazo al equipo de popes del mercado Central, que acumulaba toda la lentitud de la anquilosada forma de trabajar clásica.
Volvamos a la Exposición Regional de 1909, que retrasó su inauguración 22 días, como si estuviera esperando el final de las veloces obras del palacio municipal. Además de concluir esa obra a toda prisa, Francisco Mora aun tuvo energía para organizar aquí, en junio, uno de los primeros congresos nacionales de Arquitectura de España. Y de preparar un tema de discusión sobre la «necesidad de fomentar la cultura artística y los medios prácticos para evitar que se produzcan obras antiestéticas». De allí salió, nada menos, que la conclusión de que todos los edificios fueran construidos por arquitectos; que también ellos diseñasen pabellones, jardines y farolas, y que su acción profesional se extendiera a los pueblos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión