Cítricos de Turquía contaminados se cuelan sin control en la UE por la frontera búlgara
Bruselas trata de poner orden mientras Intercitrus recuerda que lleva años denunciando la situación sin que se hiciera caso
CARLOS BONELL
Lunes, 25 de julio 2022, 00:42
valenciA. Hasta ahora sabíamos de la gran relevancia que tienen puertos del norte de la UE para determinar la entrada de importaciones citrícolas de países ... terceros sin los debidos controles sobre la presencia de plagas y residuos de plaguicidas, lo que incrementa los riesgos para la salud de los consumidores, los problemas fitosanitarios en los cultivos y la competencia desleal que desbanca a producciones europeas. Pero igual situación acaba de estallar en la otra 'punta' de la Unión Europea, en la frontera entre Bulgaria y Turquía, concretamente en el paso conocido como 'Kapitan Andreevo', convertido en un gran coladero de los cítricos y otros productos turcos, que desde allí se distribuyen libremente a toda Europa, según viene denunciando la interprofesional naranjera Intercitrus.
El problema ha alcanzado tal magnitud política que ha influido en la caída del anterior Gobierno de Bulgaria, encabezado por Kiril Petkov, y ha hecho que funcionarios de la EFSA (Agencia Europea de Inspección de Alimentos) hayan asumido el control aduanero en el citado puesto fronterizo, principal lugar de entrada a la UE desde Turquía por carretera.
Con el cambio de responsabilidades al frente del control en Kapitan Andreevo, los resultados han sido inmediatos: se han multiplicado los controles y también los rechazos de partidas de cítricos y otros alimentos por contener residuos de plaguicidas prohibidos en la UE. De una media diaria de 6 toneladas rechazadas en 2021 se ha pasado ahora a 22 toneladas, lo que da a entender que durante mucho tiempo han estado entrando grandes cantidades de lo que no tenía que haberse permitido.
Según la interprofesional naranjera, el Gobierno búlgaro habría denunciado el descubrimiento de sobornos y otros delitos
El escándalo estalló tras divulgarse grabaciones sobre sobornos de funcionarios aduaneros, que en gran medida pertenecían a una empresa privada contratada por el Gobierno búlgaro. Desde el punto de vista de la Administración de Sofía, el problema principal consiste en la gran cantidad de impuestos (aranceles) que ha dejado de percibir durante al menos diez años por la permisividad interesada de quienes estaban al frente de tan importante puesto aduanero. Pero desde el punto de vista del resto de la UE, y sobre todo de los ciudadanos y los productores afectados, la cuestión principal estriba en los pesticidas que se han ingerido cuando las autoridades europeas ya los tenían proscritos por peligrosos, y en el daño comercial que esas producciones han infligido a las cosechas europeas (cítricos en este caso) qué sí cumplen las exigencias marcadas, lo que deriva en un mayor coste de producción.
La Agencia de Seguridad Alimentaria de Bulgaria ha llevado el caso a la Fiscalía y a la Policía contra el Crimen Organizado y Bruselas ha reiterado sus advertencias de que el país no podrá ingresar en el 'espacio Schengen' de la UE (libre circulación sin necesidad de pasaporte) en tanto no resuelva concienzudamente este tipo de problemas, en los que se ve la mano de grupos mafiosos que eluden a los poderes del Estado.
Las autoridades búgaras que se han puesto a la tarea de poner orden en el citado punto fronterizo, que es l de mayor tráfico de la UE, han reconocido que los servicios de control contratados no controlaban en realidad lo que debían, sino que hacían la vista gorda cuando así les interesaba. Había meses en los que no se producían rechazos, cuando la evidencia muestra que cuando las cosas se hacen bien se descubre que de Turquía llega de todo y en cualquier estado, como además se ha venido descubriendo en análisis posteriores en puntos de destino final de naranjas y otras frutas y hortalizas.
La falta de escrúpulos alcanzó tales limites que durante largos periodos se hicieron constar elevadas cantidades de análisis de residuos que en realidad debieron de ser ficticios, para aparentar, porque no había tiempo material de realizar tantos, y encima con resultado negativo.
Estos hechos demuestran una vez más el alto grado de inegnuidad que reina tantas veces entre las estructuras de la UE y a la hora de hacer cumplir sus normas, tan estrictas a menudo de puertas adentro y tan confiadas de puertas afuera, sin escuchar las reiteradas denuncias de los propios ciudadanos y sectores económicos directamente afectados por la falta de control y la pasividad de Bruselas, como viene haciendo desde hace décadas la citricultura española.
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