La Fonteta decide la cuarta plaza

La primera parte estaba teniendo un gran ritmo ofensivo (30-43) hasta que los resbalones, que en un principio fueron dos casos aislados con Williams y Van Rossom, se multiplicaron. En el último, Slaughter se llevó por delante a Vives. Kalinic fue el que menos escondió que no estaba cómodo con la situación. La sensación de bochorno dentro del Arena subió la humedad en pista y eso, a nivel psicológico, afecta y más cuando una temporada está casi bajando la persiana y hay muchos jugadores sin contrato. Aunque el Gran Canaria anotó más fluido hasta el descanso (14-4) el ritmo bajó varias marchas en esos últimos minutos del segundo cuarto. Cuando sonó la bocina, Van Rossom se dirigió a los colegiados para indicar con un gesto claro que no se podía jugar así. Mientras los dos equipos preparaban la segunda parte en vestuarios, ocho operarios del club canario intentaron, mopa en mano, secar el mayor porcentaje de humedad de la pista. También se subió la intensidad del aire acondicionado del pabellón para que también hiciera su faena.

Antes de que los neumáticos de mojado tuvieran incidencia sobre el juego, el Valencia Basket marcó la pauta en un primer cuarto a ritmo de récord de triples. Con un 6 de 9, dos por muñeca para Van Rossom, Prepelic y Van Rossom, los taronja pusieron una máxima renta de nueve (15-24) que se quedó en ocho al final del primer cuarto (18-24). El octavo triple, de Tobey, subió la última gran renta para los valencianos en la primera parte (30-43) pero el globo se pinchó para los de Ponsarnau, que habían mostrado un mejor nivel ofensivo que defensivo, para dejar el partido totalmente abierto en la segunda parte. El problema para los visitantes es que no supieron encontrar un plan para ganar el partido con 'zapatillas de mojado'. Ni en la pista ni en el banquillo. Lo único cierto es que de un 33-47 tras dos tiros libres de Sastre a tres minutos de descanso se pasó con un parcial de 48-24 a la máxima diferencia de los canarios en los siguientes 20 minutos (81-71). Tremendo. Más teniendo en cuenta que los claretianos tampoco se jugaron el físico jugando en altas revoluciones. Beirán fue el mejor ejemplo. El capitán del Gran Canaria, un gran penetrador, se dedicó a distribuir desde fuera y a meter los triples decisivos, en parado, cuando tenía que meterlos. En los momentos clave. Al Valencia Basket ya le pilló ese momento de partido con el pie cambiado, sin controlar su rebote defensivo, para llevarse de forma merecido el partido.

Kalinic fue el primero en ponerse el chip de lo que viene por delante. «Tenemos una oportunidad más para acabar cuartos», declaró tras el partido. «Hemos jugado muy mal los últimos minutos del segundo cuarto y el último fue un desastre. Fuimos perdiendo confianza por nuestro ataque, por los tiros que no entraban y por su acierto. Se llevaron un partido por deseo, ganas y calidad merecido», analizó Ponsarnau. No era momento, evidentemente, de incidir en la pista que «resbalaba» tal y como definió el de Tàrrega pero el Gran Canaria sí que supo cambiar a las zapatillas de mojado, cambiar su plan de partido, para llevarse una victoria merecida.