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Camila Quintero
¿Es que nuestro querido sistema reptiliano sigue dirigiendo nuestra vida?

¿Es que nuestro querido sistema reptiliano sigue dirigiendo nuestra vida?

30 de enero- Día Escolar de la Paz y la No Violencia

JOSE MARIA GASALLA FUNDACIÓN POR LA JUSTICIA

Jueves, 30 de enero 2020, 07:48

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Y la violencia se refiere normalmente a un tipo de conducta que provoca o amenaza con hacer algún daño o mal a otro. Y no sólo es violencia la física, el que te den con un garrote sino cualquier otra verbal, psicológica o sexual. Hay personas que nada más abrir la boca agreden. Sacan su malestar con aquél al que encuentran antes o tienen más cerca. Y con frecuencia también nos encontramos con personas que agradecen a otras personas y terminan agrediéndose a sí mismas. No solo es cuestión de palabras. La mirada o un simple gesto pueden estar cargados de violencia. Incluso el silencio. Yo he vivido ese silencio violento de una persona querida que decide manifestar su enfado sin dirigirse a los demás durante días.

O aparece la violencia también cuando se desvaloriza, deprecia o ridiculiza al otro o se aprovecha cualquier error o fallo del otro para magnificarlo y volverlo a reiterar o recordar una y otra vez. Es la sedicia moral que persigue el abatimiento del otro. Son los componentes del 'mobbing' o 'bullying'.

Y seguimos sintiendo alrededor como hay personas que persiguen el poder a toda costa. Y seguramente es muy humano desear el poder. El poder es influencia, es capacidad de hacer por uno mismo y a través de otros. Ese no es el problema. Este está en a toda costa», es decir por cualquier medio, caiga quien caiga, se pise a quien se pise...Y ahí aparece con frecuencia la violencia.

Ahí se ha 'disparado' nuestro reptiliano, nuestro componente primitivo del cerebro, aquél que nos sirve para sobrevivir, la parte más animal, lo más instintivo. Y la violencia aparece cuando no se respeta al otro como legitimo otro que decía Maturana.

Simbólicamente si a un niño se le habla desde arriba él está viendo seguramente un gigante y si se le grita, ante él estará seguramente un monstruo.

Todos estamos sometidos al instinto de agresión que se manifiesta tanto individual como colectivamente y desempeña un papel importante en cada ser humano desde que es niño. Con él se trata de defender gustos, deseos y proyectos propios que pueden entrar en conflicto con los de otras personas. Se puede considerar también como un mecanismo de defensa del espacio propio y de la individualidad de cada uno.

Lucha o huida. Y puede aparecer la pasividad, el bloqueo o la parálisis ante una amenaza que se cierna sobre nosotros.

Pero también hay actitudes y posiciones que nos llevan a la no violencia. Planteamientos que nos conducen a conocer, comprender, escuchar, dialogar con el otro. Y desde esta plataforma de entendimiento del otro ya está actuando nuestro neocórtex, el área de nuestro cerebro que nos diferencia más de los otros animales.

En el reino animal, la agresión se constituye como herramienta para ejercer el instinto de jerarquía. Y lo mismo sucede en el ser humano en sus distintas y sucesivas etapas vitales.

Y esa violencia que desencadena la agresión suele estar cargada de emociones tales como la cólera, la rabia, el odio, la cerrazón, la negatividad.... Y la agresión, la violencia se desencadena sobre otros pero también, en ocasiones como ya comentábamos antes, sobre uno mismo. Y la etapa final puede ser la falta de autoestima, la desvaloración, la autoculpa... que en casos nos puede llevar a la depresión.

Y como otras veces, el antídoto ante la violencia es la potenciación de nuestra inteligencia emocional. Se trata de conocernos mejor, conocer nuestras sensibilidades, nuestras frustraciones y asimismo tratar de conocer a los demás de la misma forma. En definitiva es abrir nuestra conciencia para tratar de comprender al diferente y aprovechar la diversidad que implica para conseguir nuevos retos, Y esa consciencia comienza por aceptar al otro como diferente y complementario.

Y que no se lean mal estas palabras. No se trata de dejarse victimizar por los perseguidores o los salvadores. Es cuestión de seguir madurando desde nuestro neocórtex que trabaja razones y emociones y deja los instintos como la violencia y agresión para nuestro querido reptiliano.

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