La jueza duda de la versión de Vilaplana por el espacio del reservado
La instructora se sorprendió cuando el dueño de El Ventorro explicó la sala, lo que dificulta que la periodista no escuchara a Mazón
La resaca de la investigación judicial de la dana abre nuevos interrogantes. El viernes fue intenso en el juzgado que indaga sobre la gestión de ... la tragedia. Por un lado, la comparecencia del restaurador más popular del último año: el dueño de El Ventorro. Sin duda que a Alfredo Romero no le agrada cargar con ese título. Su local es uno de los lugares señalados en la negra cronología de aquel día. Desde su puerta, por ejemplo, se han organizado incluso protestas contra el entonces presidente.
Su testimonio puso en duda, en parte, la versión de Maribel Vilaplana, la periodista que comió con el presidente Mazón la fatídica tarde del 29 de octubre. En especial, sobre las características del exclusivo reservado donde se reunieron. La jueza, de hecho, hizo especial hincapié en la descripción del lugar que efectuó el empresario frente a la versión que había dado la informadora. Romero precisó que se trataba de una mesa ovalada para un máximo de cinco comensales y comentó las medidas de la estancia, apenas tres o cuatro metros de largo de pared a pared y subrayó que no tenía puerta. «Llegué a una sala grande donde estaba él», declaró Vilaplana en su comparecencia.
Parte de un apartamento
Pero la impresión de la periodista, al parecer, no coincide con la realidad que trasladó el empresario. De hecho, el dueño admitió que ese espacio no pertenece al restaurante y que, en realidad, forma parte del apartamento de su hijo. ¿Se puede servir ahí comida? Pues esa es otra duda tras su declaración. El inmueble, en realidad, incluye el establecimiento comercial y diferentes viviendas, entre ellas, la del dueño. De hecho, como anécdota curiosa, uno de los abogados de la causa indicó que él había vivido hace años en una de esas habitaciones. La jueza baraja –salvo sorpresa mayúscula accederá– reclamar una fotografía o plano del lugar. Un espacio que el restaurador solo abre para «amigos» o clientes habituales. Mazón, de hecho, lo era. También era frecuentado por otros dirigentes populares.
La periodista informó en su momento que no prestó atención a las conversaciones que mantuvo el presidente. Conviene matizar la diferencia que existe entre seguir el hilo de una conversación ajena y comprender el contenido al hecho de no oír absolutamente nada de lo que allí se dijo. Vilaplana sostuvo lo segundo. Parecía aislada en una burbuja. ¿Es eso realmente posible cuando la distancia con el interlocutor es de unos dos o tres metros? Ahí reside una de las incógnitas.
La mujer solo recordaba que cuando estaba lejos de ella –pero dentro de la estancia– «saca el ordenador y se ponía a prepararse las clases del día siguiente. Estuvo trabajando abstraída de él», recoge la transcripción. «En algún momento, cuando hablaba se apartaba», añadió.
Vilaplana le preguntó si se salía de la habitación, pero Mazón respondía que no era necesario. «No escuché nada de lo que hablaba Mazón», repitió en varias ocasiones la periodista. La jueza fue especialmente comprensiva con la testigo, que pasó un auténtico calvario en su comparecencia y con algunas cuestiones de los letrados. Pero la declaración del restaurador pone en cuarentena la validez de ese testimonio.
Existe otro detalle que no encaja, aunque podría ser de menor entidad. Mazón se puso un jersey cuando llegó al Ventorro y se quitó la americana. A la salida, el restaurador indicó que iba con la chaqueta sin precisar si debajo llevaba el suéter, una circunstancia que no se puede descartar. Más tarde, a las 20.28 horas, cuando llegó al Cecopi sí llevaba esa prenda que habitualmente guarda siempre en una mochila.
La versión del final de la comida parece coincidente en los periodos, pero sin precisión. La comida propiamente dicha terminó sobre las 17 horas. Pero ellos no se fueron hasta las 18.30 horas o 19 horas. Y a partir de ahí estuvieron hablando un tiempo indeterminado en el exterior, junto al parking. Nadie ha sabido determinar ese intervalo. El parking de El Parterre ha ofrecido una información parcial que permite situar su salida a las 19.12, 19.18 y 19.47. Este último escenario resultaría incomprensible: el día de la dana Mazón estuvo casi cinco horas de comida y sobremesa.
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