Puig reivindica la honradez de la Comunitat
Afirma que será el presidente de todos, también de quienes no le han votado
MARTA HORTELANO
Lunes, 29 de junio 2015, 00:31
La toma de posesión de los presidentes regionales suele ser un acto regio, sobrio, protocolario y, habitualmente, desnudo de emociones. Pero Ximo Puig prometió ayer su cargo de presidente de la Generalitat envuelto en un discurso cargado de simbolismo, de sentimiento. Casi como todo lo que rodeó el resto de la jornada para la que consiguió la insólita presencia de cuatro de los últimos cinco jefes del Consell, y un expresidente del Gobierno. Puig apeló a la honradez del pueblo valenciano para recuperar los momentos de «extraordinario esplendor» de la Comunitat como «potencia mediterránea» y se comprometió con los valencianos a abrir un nuevo tiempo. «Cada día con sus convicciones, su esfuerzo y sus esperanzas nos han abierto las puertas de un nuevo tiempo, de un tiempo que poco a poco haremos nuestros, de un país que ya vamos haciendo», comenzó diciendo.
Puig, a diferencia del de su investidura, desplegó ayer un discurso emotivo, que apelaba a la sensibilidad de los valencianos, un pueblo «cuya alma mira siempre al mar». «Es ahora, en la democracia, cuando la autonomía de los valencianos obtiene todo el sentido», reconoció. Para ello, citó a Max Aub, Raimon, Ernest Lluch, Fuster y hasta a Jaime I, entre otros. Pero también echó mano de la producción propia para redefinir el papel de un presidente de la Generalitat. «Seré un presidente de un gobierno hospitalario y no hostil, que acoge esperanzas e ilusiones a la manera de aquel la vieja fórmula que usamos los valencianos: bienvenido sea quien a casa viene», dijo, antes de reivindicar sus orígenes, en Morella. Allí nació una larga noche durante el franquismo y es donde mantiene sus raíces y «buena parte de los sueños» que ayer lo llevaron en volandas hasta el Palau de la Generalitat para los próximos cuatro años. También desde Morella llegaron ayer sus padres, Joaquín y Elodia, para ver a su hijo prometer su cargo. «No hay patrimonio más valioso que el sentido de la herencia», aseguró ante su madre, que incluso derramó alguna lágrima. «Soy hijo de un camionero y de una mujer que, como tantas, ha trabajado toda la vida y ahora no tiene pensión». «No hay mayor honor ni mayor responsabilidad que ser vuestro presidente», les dijo a sus padres. Pero también a su mujer, Amparo, y a sus hijos, Pau y Miquel. Y es que Puig, como ya ha repetido en innumerables ocasiones, quiere ser el presidente de todos, «tanto si han votado a mi partido, a otras fuerzas o se han abstenido».
El nuevo presidente se comprometió ayer delante de la Cámara a que su mandato suponga «un cambio fundamental». La recuperación del poder por parte de los ciudadanos y un gobierno al servicio de las personas. Puig aventuró que su gobierno estará presidido por la regeneración ética y la lucha contra la corrupción, pero también por la lucha contra la desigualdad y por un nuevo contrato social que modernice la educación, la sanidad y los servicios sociales.
Pero, Puig se mostró realista y reconoció que para que las facturas del cambio social se puedan pagar, las cuentas con el Gobierno central deberán cambiar. Y así se lo hizo saber ayer al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, que ayer representó al Ejecutivo central en la toma de posesión del nuevo presidente autonómico. «Mi gobierno estará presidido por una relación con el gobierno de España exigente, leal y solidaria. Que nos saque del trato discriminatorio y de la actual marginalidad». Y es que Puig insistió ayer en que la Comunitat ya «no puede aguantar ni un día más». «Detesto el victimismo», le dijo a Margallo desde la tribuna de Les Corts, pero «aún más la injusticia», dijo. «La lealtad entre españoles tiene que ser en los dos sentidos: de la Comunitat al resto de España y del resto de España a la Comunitat». Y es que Puig ya avanzó que plantará batalla al Gobierno de Rajoy desde el día uno de su gestión. «No toleraré ninguna discriminación más ni en financiación autonómica ni en inversiones», adelantó ante Les Corts. Y ahí recibió la mayor ovación de la mañana de sus socios de gobierno. No así del PP valenciano, que se mantuvo impasible en sus escaños y sólo rompió su silencio al final del discurso de Puig, con el acto concluido y con la Cámara en pie aplaudiendo al nuevo presidente. Pero, a los populares les costó unirse a las palmas y sólo lo hicieron una vez Alberto Fabra había roto el hielo y se puso en pie para aplaudir y felicitar a su sucesor. A él se dirigió Puig en primer lugar, pero después de abrazó a su principal social de gobierno, la que será nombrada hoy vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. Después, recibió la felicitación de Antonio Montiel, la tercera pata del Pacto del Botánico, de la líder de Ciudadanos, Carolina Punset, y del portavoz de su grupo Manolo Mata, bajo la mirada atenta de Fabra.
Y es que el presidente de la Generalitat saliente ha dado durante estas últimas semanas toda una lección de saber estar. Ayer, fue el primero al que Puig se acercó tras haber tomado posesión, pero es que, además, no dudó en formar parte de la puesta en escena lúdico-festiva en que los socialistas convirtieron la llegada de Puig al Palau, con una Fabra en la puerta principal como el propietario que entrega las llaves al nuevo inquilino de la vivienda. Una vez cumplido el traspaso, el ya expresidente abandonó el que ha sido su despacho durante cuatro años y partió por una de las calles adyacentes sin más compañía que la de su escolta. Discreto y sin alboroto, como ha querido que sea el cambio de poderes en estas semanas.
La que desde hoy será la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, alabó el discurso de Puig en su toma de posesión y lo calificó de «hermoso, poético, reivindicativo y muy profundo». Por su parte, el portavoz de Podemos en Les Corts, Antonio Montiel, valoró el tono «muy adecuado» del discurso del nuevo presidente de la Generalitat y reconoció su esperanza en que «a partir de ahora se abra un tiempo nuevo marcado por el diálogo y por una nueva forma de hacer política para los ciudadanos».
Junto a Puig estuvo ayer también toda la plana mayor del PSOE, empezando por el secretario general del partido, Pedro Sánchez. El socialista celebró la llegada de Puig al Palau porque supone un «cambio político» tras 20 años de gobierno del PP en la Comunitat y porque permitirá «recuperar la senda de la ejemplaridad en la acción política, la transparencia y la recuperación de los derechos sociales perdidos». Así, en nombre de del PSOE, le quiso trasladar «la profunda alegría y profundo agradecimiento a la mayoría de valencianos». «Hoy es un gran día para la Comunitat Valenciana porque se ha producido un cambio político que era largamente deseado por muchos valencianos», remarcó.
Por su parte, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, para quien Puig también tuvo palabras de agradecimiento en su discurso, por el aniversario de la aprobación de la ley del matrimonio homosexual, tildó al nuevo jefe del Consell de «gran persona ante todo» y destacó que tiene «buenos fundamentos morales», algo que consideró, es la «primera condición» que deben reunir los gobernantes.
Zapatero explicó que tiene «buena relación» y «buena amistad» con Puig, y subrayó que «es una gran persona ante todo». En este sentido, indicó que «la primera condición» que deben reunir los gobernantes es «ser buena persona y tener buenos fundamentos morales». «Ese es Ximo Puig», resaltó .
Por su parte, el secretario general del PSOE de la Región de Murcia, Rafael González Tovar, dijo ayer que hará un frente común de trabajo y de lucha con Puig para defender los asuntos comunes de ambas autonomías, como el agua. «Ha sido una toma de posesión emotiva», dijo, y alabó el discurso «de esperanza, futuro, de compromiso con las personas y valores socialistas».