Un furgón que llevaba a un equipo de fútbol sala se incendia en la A-31

El equipo de fútbol sala Xaloc Alacant casi se queda sin poder jugar el partido que ayer les tocó disputar en tierras madrileñas, dentro del calendario de la liga nacional de fútbol-sala de Segunda B. Eran las 14,15 horas y el vehículo con la expedición blanquiazul se encontraba circulando por la autovía A-31, a la altura de Sax, cuando de repente «empezó a salir un humo negro que procedía del motor», según relató ayer el conductor de la furgoneta Fiat Scudo, que era de alquiler.

Alarmado por la intensidad del humo, el chófer decidió parar la marcha, tomando el desvío que accede a la localidad sajeña, estacionando el vehículo en un camino vecinal. Afortunadamente, los nueve ocupantes lograron salir ilesos del interior del furgón, cuyo motor estaba ya envuelto en llamas y amenazaba con extenderse rápidamente al resto del vehículo. El propio conductor, que no era otro que el entrenador del equipo, Rubén Maestre, hizo una llamada de socorro al 112 e inmediatamente se activó el protocolo de aviso al Parque Comarcal de Bomberos de Elda, que desplazó hasta el lugar del siniestro un camión motobomba con una dotación de bomberos que en escasos minutos consiguieron extinguir el incendio.

Asimismo, en el siniestro intervinieron agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Sax, que se encargaron de regular el intenso tráfico de vehículos que a esa hora entraban y salían de la población.

A pesar de lo inoportuno del incidente, los jugadores del Xaloc Alacant, que iban vestidos con la camiseta del equipo, lejos de caer en el derrotismo se tomaron este contratiempo con buen humor y aprovecharon la imprevista parada para almorzar tranquilamente frente al vehículo en llamas, observando como los bomberos hacían su trabajo. Entretanto, varios familiares llegaron hasta el lugar del suceso para recoger a los chavales en sus coches particulares y reanudar la marcha hasta Torres de la Alameda, localidad madrileña donde a las 18.30 horas tenían programado el partido contra el equipo de casa.

La anécdota del incidente la protagonizaba el capitán del equipo, Román, al que sus compañeros echaban la culpa de este contratiempo por no ya lucir en su camiseta el número 13, sino llevarlo incluso tatuado en una pierna. Eso sí, invertido para ahuyentar el mal fario.