POESÍA ERES TÚ

Pienso en la poesía como en un antiguo novio del que estuve enamorada hace dos mil años, pero del que apenas recuerdo ya nada. La poesía apareció pronto en mi vida en forma de unos versos de Lorca que mi abuela Lola me enseñó de bien pequeña. «El lagarto está llorando, la lagarta está llorando...». Después de eso, mi abuela, que había depositado demasiada fe en el interés poético de su nieta, me regaló varios libros que apenas abrí. Una colección para niños de León Felipe, Gabriel Celaya, Machado o Lorca que todavía conservo en la librería del salón. En los siguientes años hay un enorme vacío poético que terminó el día en que descubrí el poema de amor número 20 de Neruda en el libro de lengua de 7º de EGB. Esos versos tristes fueron el detonante, la puerta de entrada a ese género minoritario que quema y cura por igual.

Cuantas veces me agarré a las rimas de Bécquer como una tabla salvavidas pensando en ese chico mayor que no me hacía ni caso. Cuantas quise que la tierra me tragara cuando el profesor de literatura nos obligaba a salir a recitar los clásicos a la pizarra. Años más tarde llegó Benedetti y el amor, las mujeres y la vida, que todavía hoy hacen que me estremezca. Luego hubo que crecer y con ello asomó la nada. La Universidad no fomenta el lirismo y una vez te haces mayor ya no hay tiempo para la poesía. Menos mal que nos queda la música. Estos días me invade la ira cada vez que escucho el anuncio de un banco que se ha apropiado de los versos de Oliverio Girondo que muchos descubrimos con el film 'El lado oscuro del corazón'. No contentos con ello, rematan el spot con un tema de Janis Joplin. Adueñarse de los mitos de la infancia me parece muy feo. Ojalá sirva al menos para que algún adolescente a la deriva encuentre su refugio entre las letras de un poema.