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José Luis González saca la tarjeta roja al defensa argentino del Valencia Lucas Alfonso Orban. :: EFE/Javier Etxezarreta

Ni tarjeta roja ni tiros a puerta

El informe concede el gol a André y dice que echó al defensa por «golpear a un contrario con su brazo de manera violenta en la disputa del balón»

JUAN CARLOS VALLDECABRES

Domingo, 13 de diciembre 2015, 22:39

valencia. Ni fue tarjeta roja ni el Valencia disparó ni una sola vez hacia el interior de la portería del Eibar. Por mucho que diga el acta y las estadísticas oficiales lo contrario, las cosas son como son. Como quedará también para la historia el primer punto que obtuvo ayer tarde el nuevo Valencia de Gary -'Cooper'- Neville, que no hizo ni un pimiento de fútbol. Cada aficionado ya puede escoger el argumento que prefiera para manejar esta decepcionante jornada que mantiene al equipo en una zona fría de la clasificación.

Uno puede quedarse perfectamente con la extraña visión de las cosas que tiene José Luis González González, el árbitro para más señas. Él y su ayudante (porque ellos también están para lo bueno y para lo malo), se pasaron de frenada con el salto de Lucas Orban. Las imágenes demuestran que el defensa del Valencia saltó con la intención de cabecear y despejar el balón. Sin más pretensiones. Es verdad que el brazo lo tenía despegado del cuerpo y también un poco elevado, pero ni mucho menos se ajusta a lo que luego el colegiado escribió en el acta. Fue expulsado por «golpear a un contrario con su brazo de manera violenta en la disputa del balón». Ahí es por dónde el club espera meterle mano al asunto.

Que vaya tomando nota Neville de cómo se las gastan por aquí los árbitros. Él, que viene de una Premier donde en sus tiempos se comían a dentelladas el balón. Justo en su estreno liguero, Neville ya ha comprobado la influencia del factor 'teóricamente' neutro. Los árbitros españoles también se montan sus propios festivales; aunque a fuerza de ser sinceros, seguramente la expulsión no influyó terriblemente en la disposición anímica del equipo. Desde luego, más importancia en el grupo tuvo el penalti detenido por Jaume.

Pero volviendo a lo de la roja a Lucas Orban, el Valencia lo tuvo claro desde el primer momento. Minutos después de acabar el encuentro ya había decidido de manera oficial que este lunes iba a presentar alegaciones al acta. El Comité de Competición tiene ahora la palabra.

El otro aspecto con sustancia del encuentro fue el empacho de ceguera que tiene el Valencia. La herencia de Nuno da más escalofríos de lo que se puede imaginar. Seis meses de trabajo parece que no han servido absolutamente para nada. El equipo de ahora es más de lo mismo. Si en lugar de Neville ayer hubiera estado en el banquillo Nuno, nadie se hubiera dado cuenta. El Valencia estuvo tan pésimo de ideas y de fútbol que el Eibar parecía el equipo grande y los blanquinegros el modesto, lectura que por desgracia se ha dado más de la cuenta esta temporada.

De ahí que no sorprendiera a nadie que el Valencia no fuera capaz de tirar ni una sola vez a portería (al menos entre los tres palos) durante la hora y media de juego. A Nuno se le acribilló a balazos en el Sánchez Pizjuán en la tarde de autos por ese mismo motivo. Al menos esta vez los valencianistas buscaron en alguna acción esporádica fortuna, pero siempre de manera desviada. Y eso a pesar de que las estadísticas que las habituales empresas realizan del partido -incluida la de la propia Liga BBVA- recogen la anotación de que el Valencia sí disparó -una sola vez- con dirección a portería.

El error viene provocado de nuevo por el árbitro. Vaya manera de complicarlo todo. González González le apuntó el gol del Valencia a André Gomes, cuando en realidad quien toca el balón -ante el intento del portugués- fue Juncà. Por lo tanto y haciendo caso al colegiado, si fue André quien marcó, el Valencia sí tiró a puerta. Lo dicho, para hacérselo mirar.

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