Salvo negocia un pacto con los dueños de Porchinos para desbloquear la venta

Amadeo Salvo sabe que el futuro del Valencia, al menos que este vaya ligado a Peter Lim, depende de un entuerto que en su día se vendió como la gallina de los huevos de oro por parte de Juan Soler: la partida de Porchinos de Ribarroja. El plan urbanístico que pretendía trasladar a este paraje la ciudad deportiva de Paterna e impulsar más de 2.000 viviendas está ahora suspendido por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJ). Los propietarios de los terrenos, comprados en su momento a precio de suelo urbanizable, podrían reclamar a Litoral del Este (empresa dependiente del club) una compensación millonaria: a día de hoy esas parcelas son agrícolas, con un valor mucho menor. Esta es una de las principales contingencias que quiere resolver el magnate asiático antes de comprar la mayoría accionarial en poder de la Fundación.

Por ello, Amadeo Salvo se reunió ayer con los actuales dueños de los terrenos de Ribarroja, en busca de un acuerdo que permita desbloquear de una vez por todas el proceso de venta del Valencia. Cuando el plan Porchinos estaba en marcha, aquellos terrenos cayeron en manos de la promotora Nozar, empresa que entró en concurso de acreedores en 2009. Actualmente, ese suelo pertenece, en su mayoría, a tres bancos: BBVA, CaixaBank y Ceiss. Que ese suelo permanezca catalogado como agrícola o sea urbanizable depende de que el Supremo ratifique o no la sentencia del TSJ.

El presidente del Valencia abandonó ayer a mediodía la sede del club a bordo de su coche. Llevaba el billete del AVE a Madrid, así como el equipaje para volar, directamente desde la capital, a la concentración del primer equipo a Alemania. Antes se reunió con los representantes de los tres bancos para tratar de acercar posturas hacia un acuerdo que, a priori, costará alcanzar: que las tres entidades se comprometan a no pedir una indemnización millonaria al Valencia en el caso de que el fallo del Tribunal Supremo sea en contra de sus intereses.

Ayer no hubo acuerdo, aunque el Valencia destilaba optimismo. Al menos así se desprende del comunicado oficial hecho público alrededor de las 21.30 horas de anoche: «Tras la reunión (...) el Valencia CF desea manifestar que el resultado de la misma ha sido satisfactorio y que en la misma se han acercado posiciones de cara a una solución definitiva. En las próximas fechas habrá nuevas reuniones en busca de seguir avanzando. El Club quiere resaltar la buena predisposición de todas las partes, al tiempo que muestra su optimismo respetando la salvaguarda jurídica indispensable en un proceso como éste».

Mientras Salvo trabaja con los bancos en un acuerdo a corto plazo, en el Ayuntamiento de Ribarroja se confía, con más tiempo, en que la solución llegue desde el Supremo. Fuentes municipales apuntaban ayer la posibilidad de que el Alto Tribunal dé un tiempo al Consistorio para solventar las deficiencias que llevaron al TSJ a anular el Plan Porchinos. Estas fueron que no se había facilitado la libre concurrencia al proyecto, deficiencias en el informe de impacto ambiental y que no quedaba claro que hubiese agua suficiente para abastecer la ciudad deportiva y las 2.000 viviendas.

Las dos primeras contingencias obligarían a reiniciar los trámites burocráticos y, mientras siga en la alcaldía Francisco Tarazona (PP), no habría problema: admite abiertamente que quiere que el Valencia se entrene en Ribarroja. El primer edil también ha insistido siempre en que hay agua «de sobra»: mantiene que Litoral del Este posee la mayoría accionarial de uno de los pozos agrícolas que abastecen la zona.