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Kang In y Manu Vallejo. irene marsilla

Un héroe esperado y otro inesperado

Kang In y Manu Vallejo revitalizan a un Valencia sin rumbo | El surcoreano por fin se reivindica ante las grandes expectativas puestas en él mientras el gaditano sigue opositando a revulsivo más valorado de la Liga

Domingo, 21 de febrero 2021, 23:34

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Las frases hechas crean excesivo malestar. Hay quien las expectativas le condenan de por vida. Todo por culpa de Paulo Coelho, dirán algunos, pero así es la sociedad. Porque el fútbol es la vida. Su transcurrir deriva en héroes, caídos, revulsivos, olvidados. El forofismo no entiende de elementos juiciosos y genera demasiada ansiedad en promesas que se quedan en eso. Algunos ya pensaban que en esa tesitura se encontraba Kang In Lee (Incheon, Corea del Sur, 19 de febrero de 2001). Llegó a Valencia en edad alevín (10 años) para una prueba y desde el inicio impresionó su calidad. Una zurda excelsa. Y comenzaron las exigencias. Tiene que jugar así, debe llegar aquí. Muchas expectativas. Pero ha ido quemando etapas presumiendo de tenacidad. Sin olvidar su juego diferencial, ha pesado en él estar centrado en llegar sin saltar etapas. Se asentó junto a su familia en Puçol y desde allí ya se ha lanzado a conquistar el mundo. Ante el Celta fue el héroe que todos esperaban. Él también. Ha tenido opciones para marcharse a otros equipos para ganar protagonismo –tanto Marcelino como Celades apostaron por una cesión–, pero se sabía capacitado para triunfar en el equipo que le probó junto a Ferran Torres y Hugo Guillamón. Xavier Mocholí, en esa época coordinador de fútbol 7 del Valencia, se asombró con su desparpajo. Por supuesto lo acogió en Paterna junto a los otros dos bicharracos del fútbol, uno en el Manchester City y el otro junto a él en el Valencia. El equipo necesitaba a Kang In y por fin llegó el momento. La pena es que su gente, el pueblo valencianista, no pudo disfrutar de su juego en directo y que atronaran esos murmullos de asombro ante alguna de las acciones que muchos no sabían si las protagonizaba el surcoreano o una gran figura argentino como fue Pablo Aimar. Un caño, una ruleta y esos pases al hueco casi sin mirar. A Javi Gracia le ha costado confiar sin dudas en Kang In, pero tampoco ha dejado de insistir hasta que el futbolista ha plasmado ante el gran público lo que alucina al equipo técnico y a sus compañeros en los entrenamientos en Paterna.

Ya poco queda de aquel chaval que practicaba artes marciales en el vestuario valencianista rodeado de jóvenes ávidos de triunfar en el fútbol. Llega el momento de la consolidación en la élite después del reconocimiento colectivo que tuvo en el Mundial sub-20, en el que fue designado Balón de Oro. Era cuestión de tiempo. Era cuestión de insistir. Era cuestión de confiar. Pero la gran esperanza valencianista, el icono deportivo y comercial que anhelaban desde Singapur, es tan buen jugador como exigente. Quiere sentirse importante, pretende que así le considere un club que presume de confiar en la cantera.

Está en juego su continuidad más allá del 30 de junio de 2022, que es cuando acaba su contrato. Las negociaciones no acaban de confluir. El jugador duda y el club no acaba de arrancarse con todo. Son muchos los equipos que le siguen de cerca. En medio de todo ello se han vivido momentos provocados por Meriton que no han ayudado. Por ejemplo, con la elección del dorsal. Con la marcha de Parejo quedaba libre el icónico número 10. La propiedad quería que lo asumiera Kang In para aprovecharlo comercialmente en el mercado asiático, pero en el vestuario no sentó demasiado bien. El jugador se hartó y optó por el 20. Tachones en una carrera que enfila hacia arriba. Ante el Celta hizo justo lo que se esperaba de él y que también desarrollaba Rodrigo. Juego entre líneas, búsqueda de huecos, pases filtrados, visión periférica del fútbol y asistencias de gol. Le faltó acertar en la falta que tuvo al borde del área, uno de sus especialidades y que al inicio de la temporada le generó molestias por discutirle un disparo a Gayà.

Fue el asistente para que el Valencia estrenara su casillero en el minuto 93. Que salvara la cabeza (deportiva) de su entrenador. Y que convirtiera a Manu Vallejo en el otro héroe del día. El gaditano es la estrella inesperada. Porque tiene todo lo imprescindible para triunfar en el fútbol, pero jamás con la esencia de los 'súper clases'. Eso es para otros. Para con su esfuerzo, su capacidad de sacrificio y su tenacidad se ha situado entre los preferidos de la afición. También del entrenador, que ve en él un salvador de las esencias de ese Valencia 'bronco y copero'. Mete goles (lleva cinco) y corre que se las pela. Ante el Athletic recorrió nada menos que once kilómetros. El técnico ha alternado al gaditano en la titularidad y en las segundas partes buscando ese juego efervescente que tan bien le va al equipo cuando está derrumbado. Tanto es así que todos los tantos anotados por el delantero han sido en las segundas partes.

Manuel Javier Vallejo Galván (Chiclana de la Frontera, 14 de febrero de 1997) es el talismán del Valencia y una persona racional. Tiene claro cuál es su función y para qué lo necesita el Valencia. "Yo sé a lo que he venido aquí, que es a trabajar y a darlo todo". Palabra de futbolista. Choca con Kang In en que ambos ocupan la misma posición, segundo delantero tras Maxi, aunque bien es verdad que la mejor versión del surcoreano llegó cuando sobre el campo ya estaban Gameiro y Vallejo para acompañar a Maxi. Se retrasó unos metros y desde allí creó el juego necesario –que Racic y Carlos Soler no lograron aportar– para llevar al equipo a la victoria. Dos héroes y un objetivo: alzar al Valencia.

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