Senyor alcalde, pot començar la mascletà
Análisis ·
El pacto que libera a Fuset abre la puerta a su vuelta a Junta Central Fallera y amenaza con crear otro cisma en Compromís mientras el partido se desangra por la confección de las listasNo hay manera de que Compromís tenga una semana tranquila. Mientras la formación se desangra en luchas intestinas sobre las listas electorales, que se tienen ... que decidir, por cierto, estos días, el alcalde, Joan Ribó, tiene en su mesa una patata caliente, una que esperaba y deseaba pero que sigue quemando. El pacto que libera a Pere Fuset del juicio por el operario muerto en Viveros parece haber pillado con el pie cambiado al dueño del despacho de la chimenea, que ha de decidir ahora si acomete una remodelación de su equipo de Gobierno a seis meses de las elecciones.
Cuando Fuset fue imputado, el alcalde le retiró las competencias de Cultura Festiva y la portavocía de Compromís, pero le mantuvo otras, como Agenda Digital. Enfadado, pero no mucho. Ahora el alcalde tiene que decidir qué hace: si pone de nuevo en primera línea al concejal o lo mantiene en esa segunda línea que lo condena a un ostracismo que a él no le vuelve loco. «No es el momento ahora de hablar de eso», dijo este lunes Fuset a la salida de la Ciudad de la Justicia: un gris cómodo, ni hacia delante ni hacia atrás, un 'ponerse de perfil' de lo más sibilino. La clave está en que el puesto que ocuparía es, probablemente, el segundo con más visibilidad después del alcalde.
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El trono de la Junta Central Fallera es uno de los más codiciados del Ayuntamiento. Lo ocupa, en estos momentos, Carlos Galiana, que está de salida: no repetirá en mayo. No se puede decir que hayan sido ocho años tranquilos para las comisiones falleras que, si bien celebraron la llegada de Galiana, al que consideraron 'uno di noi' (más 'uno di noi' que Fuset, por mucho que ambos sean falleros), han terminado tan molestas como con Fuset. Podría argumentarse que cambiar de presidente a cuatro meses de Fallas no es lo más adecuado, pero en 2020 el cambió llegó la semana de la Crida. La sensación dentro del Ayuntamiento, en los despachos donde se toman las decisiones, es que el alcalde tiene que deshojar la margarita de forma rápida.
No es la única cuestión que tiene Ribó encima de la mesa. Es semana de negociaciones y de reuniones, de esas que convertirían la cuarta temporada de Juego de Tronos en una comedia romántica, mientras la formación intenta, de una vez por todas, cerrar las listas municipales. Cuestión, por cierto, en la que Ribó ha asumido un perfil bajo, como en tantos otros temas. El peso de la negociación recae, como en tantos otros temas, en Sergi Campillo, que lleva un final de año que ninguno querríamos para un ser querido. Entre el fracaso con las listas de Iniciativa y los desperfectos del Gulliver, al vicealcalde se le acumulan los problemas. La mascletà está a punto de explotar y el alcalde tiene la mecha en la mano: de él depende que el disparo sea más o menos fuerte, más o menos controlado, más o menos vistoso. Desde una traca con colores y un importante terremoto, como supondría devolver a Fuset a Junta Central Fallera, al silencio atronador de una inacción que, por otra parte, es ya firma de la casa.
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