Orriols, un barrio tomado por el delito
Tres apuñalamientos en poco más de una semana. Flores en la esquina donde un joven murió acuchillado. Miedo en los vecinos. Las calles de la zona norte de Valencia se convierten en unas de las más conflictivas de la ciudad
Sólo poner un pie en Orriols basta para comprobar la tensión con la que conviven cada día los vecinos. Gente que no quiere hablar. Miedo ... en sus rostros. Los destellos de los prioritarios policiales reflejados en una farola de la que cuelgan unas flores en la calle Padre Viñas. Una foto en la que sonríe un joven de 19 años. Un mensaje en árabe: «Señor mío, ten misericordia de mi hermano Abdou. Haz que su tumba sea parte del jardín del paraíso».
Es el culmen de la conflictividad en estas calles del norte de Valencia en poco más de una semana. En el cruce de Padre Viñas fue acuchillado de muerte Abdou. En ese mismo punto era navajeado otro residente en la zona. Apenas a 100 metros era apuñalado el domingo un menor. Orriols es un barrio tomado por el delito. Los vecinos no cesan de clamar por su tranquilidad.
Saben lo que es escuchar gritos y carreras por la noche. Despertarse de madrugada con las sirenas policiales. Agarrar fuerte de la mano a los niños por la calle entre escenas de trapicheos de drogas. Violencia. Droga. Marginalidad. «Después de todo lo que ha pasado, sabemos que tras un ataque vienen las represalias. Eso es lo que sucedió el domingo. Cayó la tormenta que ya estábamos esperando», comenta Maica Barceiro, la presidenta de la Asociación de Vecinos del Barrio de Orriols. La representante vecinal describe así el acuhillamiento sufrido por un menor el pasado domingo. El autor de la agresión ya ha sido detenido. «Esa noche nos mandamos un mensaje por los grupos de WhatsApp para que nadie saliera a la calle», recuerda Barceiro.
No es un hecho aislado. Tres son las agresiones que se han cometido entre las calles Padre Viñas, Duque de Mandas y San Juan Peña en poco más de una semana. En una murió Abdou. «Aquí hay instaladas mafias. El ambiente es inestable», asegura la representante vecinal. Desde que se intensificó la espiral de violencia en el barrio, «la gente tiene más miedo a salir por la calle. Antes los niños iban solos del colegio a casa. Ya no», confiesa Maica Barceiro.
La presencia policial en la zona es constante. A primera hora de la mañana, un coche patrulla transita las calles más conflictivas sin cesar. Los agentes no pierden ojo a lo que sucede a su alrededor. Nada es suficiente para los vecinos. Su presidenta reclama «una estrategia coordinada de Administración y Policía. Necesitamos más policía de barrio y un plan integral». Desde la Delegación de Gobierno informan que la Asociación Orriols en Lucha ha solicitado una reunión y «en breves» los recibirá la subdelegada, Raquel Ibáñez.
Barceiro sabe bien que de fondo hay un problema grave: «Aquí hay mafias instaladas«. El delito ha calado en los huesos del barrio. Por ello reclama una acción conjunta de Policía y Administración. Y no son las únicas emergencias vecinales. Barceiro repasa las fincas de su barrio y subraya otro problema que les acucia: la aluminosis. Las calles están plagadas de fincas okupadas. Ayuntamiento y okupas juegan al gato y al ratón. El primero desconecta enganches ilegales a la luz. Los delincuentes vuelven a ponerlos. El Consistorio los vuelve a quitar, 40 la pasada semana. Y las entidades bancarias mirando para otro lado: «Deben hacerse responsables de sus propiedades para que no haya más residentes ilegales. Muy pocos sufren vulnerabilidad social. La mayoría cometen delitos».
No es ningún secreto para los residentes que Orriols se ha convertido en uno de los puntos más conflictivos de la ciudad. María (nombre ficticio para preservar su identidad, tiene miedo a darla) sólo tiene 21 años. Pero ya es consciente de la realidad que atormenta al barrio en el que creció. «Esta zona se volvió más peligrosa desde hace unos dos años», revela la joven. Hace de tripas corazón y pasea ya caído el sol por las calles Padre Viñas y Duque De Mandas. «Aquí todos me conocen. Suelen robar a los ancianos y a la gente que viene de paso. Da igual que sea por el día o por la noche», cuenta María. La vecina narra la odisea en la que, sin quererlo, se ve envuelta. Robos diarios. Peleas. Agresores que no dudan en sacar armas blancas a la primera de cambio y clavarlos contra sus víctimas.
No todo el mundo se preocupa tanto por la inseguridad que reina en la zona norte de Valencia. Wally camina tranquilo. No se inmuta al observar el altar que cuelga de la farola de la calle Padre Viñas en recuerdo a Abdou. Fallecido en esa bocacalle. «Este barrio es un punto negro para la Policía», opina el joven. Señala la dedicatoria a la víctima mortal del apuñalamiento. «Hay gente que viene aquí para trabajar. Pero si llegas para buscar problemas vas a acabar así». Muerto.
Los ancianos no se adentran en la calle Padre Viñas. O tratan de evitarlo. Juan tiene 80 años. Pasea tranquilamente. Ni siquiera son las 11 de la mañana. El hombre confiesa que no transitaría esa parte de Orriols cuando cayera la noche. Él vive en una zona más alejada al avispero en el que se han producido los últimos altercados. «Es una inseguridad constante. Nunca sabes si te va a pasar algo», comenta.
Él ha tenido la suerte de que nunca ha sido víctima de un atraco. Pero preguntes a quien preguntes, la mayoría dicen conocer a algún vecino al que le han robado sus pertenencias. Enriqueta lleva en Orriols más de 40 años. Ha visto con sus propios ojos la degradación del barrio. «Han llegado a tirar a personas mayores de sus carros para robarles», cuenta la mujer. Se va con prisa. Ninguno de los entrevistados dice sentirse seguro en la zona.
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