La ONG que repartía comida en el viejo cauce de Valencia vuelve a la actividad: «Ser solidarios no debería ser un problema»
Ayuda Una Familia sigue con su labor humanitaria con las personas sin hogar desde la Gran Mezquita e insiste en reunirse con el Ayuntamiento
La Fundación Ayuda Una Familia sigue tendiéndole la mano a los más desfavorecidos de Valencia. Gracias a la solidaridad de la Gran Mezquita, ... ahora disponen de un punto donde seguir repartiendo comida a las personas sin hogar de acuerdo con la norma después de que el Ayuntamiento les prohibiera seguir con su labor humanitaria en el viejo cauce por el calor.
Su directora, Marisé García, explica desde uno de los rincones del templo donde tiene aparcado su camión repleto de víveres que «ser solidario no debería ser un problema» y que desde Ayuda Una Familia tienen la necesidad de atender a los cerca de mil indigentes que se benefician de su auxilio: «La gente necesita comer y tenemos la obligación de darles de comer».
García se muestra agradecida con el personal de la mezquita, institución que desde hace dos años recurre a su caridad para ayudar a 150 familias sin recursos, pero lamenta que desde el Ayuntamiento no hayan respondido a la carta que le escribieron la alcaldesa María José Catalá solicitándole una reunión para seguir con su labor de auxilio mediante la cesión de un local o un descampado. «El diálogo es lo más importante para que esta gente pueda comer todos los días y llevar una vida un poco más digna», reivindica.
El Ayuntamiento no otorga permisos para ocupar la vía pública para repartir alimentos
Desde el Consistorio aseguran que respondieron hace pocos día una instancia llegada a la Concejalía de Servicios Sociales de parte de Ayuda una Familia alegando que no puede otorgar permisos para ocupar la vía pública con el fin de repartir alimentos.
En este sentido, invitan a que la entidad siga con su labor en un local para que el reparto sea "ordenado y organizado" para evitar aglomeraciones de personas sin control y problemas de orden público en el que tengan que intervenir la policía o los servicios de limpieza, "como ha sucedido recientemente en el cauce del río Turia".
Además, se le recuerda a la fundación que Servicios Sociales invirtió 9,3 millones de euros en ayudas a la manutención de las personas vulnerables, de las que 3,6 millones, más de un tercio, fueron subvenciones directas.
«Queremos soluciones y ubicar a esta gente en un sitio donde no molestemos a nadie, para que ellos coman o cojan su comida. Sólo pedimos eso, nada más», asevera la directora de la fundación. Asimismo, comenta que se le cae el alma al suelo cuando algunos de los beneficiarios le dicen que se sienten abandonados después de que el Consistorio les impidiese prestar servicio en el río. Por ejemplo, Ahmed explica que allí «todo el mundo busca a Marisé» mientras un voluntario le cura una herida que le ha causado la vida callejera en su pie derecho.
En apenas un cuarto de hora desde el inicio del reparto ya se habían entregado cerca de 450 raciones de pollo, arroz blanco, huevos hervidos, danones, salsa, pan... García apunta que seguirán en la mezquita de manera temporal los lunes y los miércoles a mediodía repartiendo también productos como protección solar o lociones antimosquitos para hacer algo más liviana la vida a todos aquellos que no tienen techo en otro verano abrasador en Valencia.
García señala que el reparto que tuvo lugar la semana pasada en las inmediaciones del antiguo cauce no debe ser interpretado como «un acto de rebelión sino de impotencia» después de no haber podido quedarse de brazos cruzados mientras su móvil no paraba de recibir llamadas de decenas de personas sin hogar que la reclamaban. De hecho, muchas de ellas ya la conocen como «mamá María».
Para Ayoub, un joven marroquí de 25 años que ahora la sigue como voluntario, Marisé es su segunda madre. Vino a España en patera, tuvo que dormir en la calle y «buscarse la vida» para comer o ducharse. Pero su vida ha dado un giro de 180 grados: dentro un mes y medio aproximadamente podrá conseguir los papeles y encontrar trabajo más fácilmente o ir al médico y está a punto de casarse con una española.
Alberto es uno de los beneficiarios de Ayuda Una Familia. Está en situación de calle desde hace un año y medio por culpa de las drogas y el alcoholismo. Tiene una hija que para él lo es todo: «Mi hija tiene que comer», dice. La ayuda de la fundación es su única manutención y se gana la vida con todo tipo de actividades, alguna de ellas al límite de la ley.
«Valencia es muy grande, ¿no hay un sitio que le pueda dejar para ayudarle?», se pregunta irónicamente. "No se mete con nadie, viene y nos ayuda... Mucha gente esta muy mal y no estamos aquí por capricho", resalta Alberto.
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