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P. MORENO
Viernes, 11 de enero 2019, 01:02
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El arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra, autor del jardín del Hospital y del cercano Museo de la Ilustración, envió el pasado 3 de diciembre una carta al alcalde Joan Ribó donde se queja del mal estado de la zona verde, una de las mayores del centro histórico.
En la misiva, a la que tuvo acceso ayer LAS PROVINCIAS, el prestigioso arquitecto comenta que hace «unos días me di una vuelta por los jardines del Hospital, como suelo hacer cada vez que voy a Valencia, y debo confesar que me quedé sorprendido por la ausencia total de cuidado y mantenimiento».
El profesional se suma de esta manera a las quejas vecinales, que esta misma semana denunciaban a este periódico la degradación de la zona verde, donde llegan a crecer matorrales en una zona acotada por un muro de ladrillo visto que recrea la planta de una ermita desaparecida.
Vázquez Consuegra añade que esta situación de «descuido afecta tanto a los parterres de vegetación arbustiva, rosales, esparragueras, vincas (ésta ha desaparecido casi por completo) como al césped que presenta grandes espacios vacíos, debido mayormente a la presencia de perros sueltos por los jardines (que, obviamente, está prohibido)».
En la carta se habla también de que algunos árboles que se plantaron «en su momento (sauces, moreras, etc.) han desaparecido y no han sido repuestos, dando lugar a espacios bastante desertizados o a la desaparición de la denominada plaza de los sauces, un espacio central muy atractivo conformado por los nuevos sauces y los falsos pimenteros existentes».
Los vecinos hablan de zonas más degradadas como el área de juegos infantiles, donde el entorno de un ficus monumental está delimitado por una cinta y unas vallas por el riesgo de caídas, dado el mal estado del suelo con las raíces levantadas. Vázquez Consuegra también hace referencia al «espacio excavado del ámbito que ocupó la antigua iglesia del hospital al haber sido clausurado su acceso, está promoviendo el crecimiento de malas hierbas que terminarán por afectar tanto a los pocos restos de las ruinas primitivas como al nuevo pavimento que construimos en el interior».
«Además de inutilizar un sugerente espacio de estancia en los jardines que podría ser disfrutado por todos los ciudadanos, bastaba con abrir todas las puertas de acceso, como he dicho en cientos de ocasiones, no sólo la principal sino también las laterales para evitar el fondo de saco, y sin duda controlar el mal uso y el vandalismo con una vigilancia y mantenimiento adecuados», para apuntar por último la presencia frecuente de colchones y mantas de indigentes.
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