La última reforma del Mercado de Colón apotó por una mayor oferta

Buena parte de mi infancia y juventud han estado ligadas al ensanche valenciano. Durante mis primeros años, alternaba mis estancias en casa de mis respectivos abuelos. Con los maternos disfrutaba del aire libre y de una envidiable naturaleza que encontraba en La Punta. Mientras que con mi abuela Carmen vivía y disfrutaba de la magnífica terraza que poseía su vivienda de la plaza de América. Muchas mañanas acompañaba a María, la chica de servicio que tuvo mi abuela toda la vida, a realizar la compra diaria al Mercado de Colón.

Mi abuela luego se mudó, pero por aquel entonces yo ya había entrado a estudiar en el colegio Dominicos, por lo que mi relación con el mercado se mantuvo muchos más años.

Con la llegada de la adolescencia nos llegaron las primeras concesiones de los Padres Dominicos, una de ellas era poder salir del cole a la hora del almuerzo. Al mercado nos encaminábamos la mayoría, en concreto a Frituras Manolo, una pequeño palco en el que su propietario, Manolo, ofrecía unos típicos bocatas de patatas fritas y de tortilla de patata. En ambos el all i oli era el nexo común más demandado por toda la tropa estudiantil, por lo que huelga decir el cargado ambiente que respirábamos las siguientes horas de clase.

Luego, poco a poco llegó el abandono de un espacio que por historia se merecía una nueva actividad, una nueva oferta, y esta por fortuna llegó con la rehabilitación y la actualización del Mercado de Colón. En la última reforma que realizada, se ha apostado por procurar una mayor oferta, brindando una gastronomía variada, dónde las distintas tendencias de la restauración actual tuvieran cabida.

Steve Anderson y su Ma Khin Café nos trasladan a ese mundo que Steve conoce de manera excepcional; la cocina fusión, no en balde lleva años ofreciéndonosla en su otro establecimiento, Seu-Xerea desde hace años.

La presencia de Ricard Camarena y la apertura de Habitual, sin duda animó a los seguidores de este cocinero a acudir al mercado. Ricard se reconforta con la cocina de mercado, con la Mediterránea cómo él la entiende, donde la elaboración ha de ser concienzuda y meditada. En la parte de arriba de Habitual, encontramos La Cambra, un antiguo espacio, con una exquisita decoración donde se dan la mano el modernismo con la Estrella Michelín y los soles Repsol de Ricard.

Momiji es la cocina japonesa que nos ofrece Diego Laso. La oferta clásica y propia de una gastronomía tan en boga cómo la nipona.

En su cocina, Diego utiliza ingredientes y productos valencianos, dándoles la importancia y presencia que se merecen.

Nos ofrece dos alternativas, la barra y unas pocas mesas para poder comer, al igual que sucede en muchos mercados de Tokio, en los que encuentras muchas barras en las que solo ofrecen una o dos especialidades a lo sumo. Diego nos ofrece un variado y surtido de preparados, por lo que el disfrute es mucho mayor.

Por último encontramos a Manglanoparatomar, donde José Manuel Manglano nos presenta su gran oferta de quesos artesanales, con la variedad y riqueza de sus chacinas ibéricas.

José Manuel, siempre fue un gran defensor del Mercado de Colón, no olvidemos que sus padres iniciaron en él su actividad empresarial y él siempre quiso abrir una parada tras la rehabilitación.

Junto a Manglanoparatomar, se ha unido hace unas semanas Josep Quintana, chef galardonado en varias ocasiones con una Estrella Michelín, y su cocina de mercado, innovadora y con productos de máxima calidad. Sin duda revitalizará las propuestas que vamos a encontrar y que serán de nuestro agrado.

Hay que felicitar a la dirección del Mercado de Colón, ya qué ninguna de las propuestas compiten entre ellas, mostrando cada uno de los locales una tendencia y unas influencias gastronómicas diferentes y todas muy atractivas.

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