El hombre que estuvo con Bea antes de su muerte se niega a declarar
El único sospechoso investigado se acogió a su derecho y no quiso aclarar a los investigadores algunos aspectos que no encajan en su relato inicial
La muerte de Beatriz Guijarro sigue envuelta en el misterio y bajo secreto de sumario. El resultado preliminar de la autopsia y las investigaciones del grupo de Homicidios de la Guardia Civil y del equipo de Policía Judicial de Gandia apuntan en una misma dirección, una muerte violenta de etiología no homicida por una caída accidental de la joven ocurrida la misma madrugada de su desaparición, el pasado 9 de agosto en Oliva. Pero la familia de Bea se resiste a creer que esta madre de 29 años, que esa misma mañana tenía que recoger a sus dos pequeños, subiera la montaña de La Creu en chanclas, falleciera de forma «accidental» y nadie hasta la tarde del pasado miércoles hubiera encontrado sus restos mortales en una zona ya peinada y rastreada tras el incendio del 4 de septiembre.
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A este mar de dudas se suma que la última persona que estuvo con ella esa noche, un vecino del barrio del Pinet que presuntamente se dedica al trapicheo de drogas, y el único investigado formalmente por la desaparición de la joven, se acogió a su derecho a no declarar cuando fue citado por los investigadores en calidad de investigado.
Este periódico ha tratado de ponerse en contacto con esta persona para aclarar algunos aspectos que no encajan en sus manifestaciones iniciales, pero al igual que hizo con la Guardia Civil, guarda silencio. «El que algo esconde, algo teme», señalan desde el entorno de la fallecida.
Su vehículo, un Nissan Primera de color gris, fue intervenido por la Guardia Civil y analizado en profundidad, por si hubiera algún vestigio de Bea que apuntara a indicios de violencia. Él no niega que estuvo con ella, que subiera en su coche, pero a la hora de la verdad, cuando tenía que declarar como investigado ante la Guardia Civil optó por guardar silencio.
Un silencio que todavía acrecienta más las sospechas de familiares y amigos de la joven sobre su presunta implicación en su muerte. «Siguen pensando que la han matado y necesitan un culpable», asevera un familiar lejano de Bea.
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Identificación por odontología forense
Los restos óseos de Beatriz fueron encontrados sobre las seis de la tarde del pasado miércoles por unos senderistas en el paraje quemado de la montaña de La Creu, a unos 600 metros de la vivienda del hasta ahora único investigado. Pese al deteriorado estado del cadáver por el paso de los días (53 desde que desapareció hasta su hallazgo), sin partes blandas y carbonizado por la acción del fuego, la identificación se ha realizado en un tiempo récord.
Esto ha sido posible gracias a técnicas de odontología forense, más rápidas e igual de eficaces que la identificación mediante ADN. El Juzgado de Instrucción número 3 de Gandia, que estaba en funciones de guardia cuando se produjo el levantamiento del cadáver, ya cuenta con el informe de identificación de los restos mortales hallados, que como adelantó LAS PROVINCIAS, después de que la familia fuera informada debidamente por la Guardia Civil en una reunión en el cuartel de Gandia, corresponden a Beatriz Guijarro.
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En estos momentos hay dos juzgados que entienden sobre el caso Bea. Por un lado el Juzgado de Instrucción número 1 de Gandia, que abrió diligencias en su día por la desaparición de la joven, y el que acordó el secreto de sumario para favorecer las investigaciones y evitar que posibles filtraciones entorpecieran las pesquisas centradas en el entorno de la desaparecida. Y a su vez el Juzgado número 3 que procedió al levantamiento del cadáver. Ambos juzgados están a la espera del resultado definitivo de la autopsia, que concrete la data de la muerte, para saber a quién corresponde llevar la causa por la desaparición y fallecimiento de la joven de Oliva, con un único investigado -no detenido- hasta la fecha, la última persona que la vio con vida esa madrugada.
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