Cómo la filosofía ayuda en el trance de cumplir (demasiados) años

¿Cómo se responde a ese reto desde la ciencia? El doctor Viña ofreció una serie de recomendaciones para un envejecimiento saludable y activo resumidas en una primera observación: el envejecimiento no debe considerarse una enfermedad, «sino un proceso natural e inevitable». «Sin embargo», añadió, « este proceso natural sí puede ser modulado mediante la adopción de hábitos de vida saludables». Por ejemplo, una alimentación equilibrada, la práctica regular de ejercicio físico y la meditación «como herramientas para ralentizar el envejecimiento y mejorar la calidad de vida». Viña aconsejó también poner atención en las consecuencias negativas del estrés desmedido sobre el envejecimiento. «El estrés crónico acelera el deterioro celular y aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas asociadas a la edad», dijo.

Desde un enfoque psicosocial, la doctora Sacramento Pinazo-Hernandis abundó en esta multiplicidad de puntos de vista en torno a ese proceso de envejecimiento: cómo afecta a la identidad y las relaciones sociales y también incluso al bienestar psicológico de las personas mayores. A su juicio, el crecimiento demográfico de la población mayor debe entenderse como un fenómeno que se presenta como un desafío para la sociedad actual. «Sin embargo», advirtió, «este aumento en la esperanza de vida no se traduce en una mayor sensibilización hacia las necesidades de las personas mayores». Para la doctora, debe resolverse una cuestión central en ese proceso de atención a las personas de avanzada edad: mitigar la escasez de recursos, no solo económicos, sino sociales y laborales, «que faciliten la integración y el bienestar de las personas mayores en la sociedad».

Gerontología, psicología... y también Filosofía. Filosofía, sí, porque esta rama del conocimiento, como destacó el experto Pablo García Barranquero, profesor de la Universidad de Málaga, ofrece pautas para una reflexión filosófica sobre el envejecimiento, explorando conceptos como la muerte, la memoria y la identidad en el contexto de este proceso natural. En su opinión, si bien no es una enfermedad en sí misma, envejecer presenta consideraciones negativas, una paradoja que radica en la distinción entre el envejecimiento cronológico (el paso del tiempo) y el biológico, que se suele acompañar de cierto deterioro fisiológico. «El envejecimiento biológico es el que realmente afecta a la capacidad de las personas para realizar sus actividades y disfrutar de una vida plena», afirmó. «Es un envejecimiento indeseable».

¿Resumen? Una conclusión central: el envejecimiento merece una visión completa y enriquecedora, porque se trata de un fenómeno complejo y de gran trascendencia social. Las ponencias de los expertos, enmarcadas en sus respectivas áreas de especialización, permitieron comprender el envejecimiento desde una perspectiva integral, abarcando dimensiones biológicas, psicosociales y filosóficas. Y el conjunto de estas aportaciones puso de manifiesto que el envejecimiento, como proceso natural e inevitable, debe abordarse desde una perspectiva amplia y multifacética, sentando las bases para futuras investigaciones y acciones dirigidas a promover un envejecimiento activo, saludable y satisfactorio para todas las personas.