Ciudades con bancos cada 300 metros, zonas de sombra y aceras anchas: el urbanismo que debería pensar en los mayores
La arquitecta Paz Martín, especializada en un modelo de arquitectura que piense en la población senior, apuesta por viviendas accesibles desde la calle e ideas que resuelvan las inquietudes de una sociedad cada vez más longeva
Avanza la edad hasta alcanzar la frontera con la etapa senior y alrededor se erige una suerte de conspiración para hacer la vida más inhóspita, ... menos confortable. No son sólo los estragos de envejecer los que apuntan contra nuestras rutinas diarias, sino que el entorno en general empieza a convertirse en una pista americana, muy rica en obstáculos de toda índole que deben sortearse para llegar indemne al final de día. Es un fenómeno muy observable en la manera en que las ciudades construyen su urbanismo, como si esta disciplina, y su hermana la arquitectura, tuviera ojeriza a la población madura y convirtiera sus días en una tortura: el paseo, transformado en una ascensión al Gólgota.
Un preocupante calvario que acabó por inquietar a la arquitecta Paz Martín, una profesional madrileña con larga experiencia y exitosa trayectoria Máster en Arquitectura por el Berlage Institute de Ámsterdam, profesora asociada de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad Europea y en la Universidad TUDelft (Países Bajos), profesora invitada en diversas escuelas internacionales. Martín, que dirige desde 2003 junto con César García la oficina de arquitectura FÜNDC con origen en Róterdam y ahora ubicada en Madrid, dispone de obra realizada y en desarrollo en China, Suiza, Italia, Holanda, Francia y España: un intachable currículum que combina desde hace casi diez años con la materialización de un proyecto que pretende ofrecer respuestas desde su oficio a la encrucijada que tantas veces representa la arquitectura para quienes cruzan por el otoño de sus vidas. Fue en 2015 cuando recibió la Beca Leonardo de la Fundación BBVA a Investigadores y Creadores Culturales con el proyecto 'Diseño para todos, arquitectura y tercera edad» y desde entonces propone «una revalorización, actualización y visibilidad arquitectónica y urbana del espacio que debería ocupar la vejez».
«El objeto de mi interés», explica, «es la longevidad de las personas y el gran reto que esta ya supone y va a suponer para la arquitectura y el urbanismo en el nuevo milenio». Una idea que surge «de la constatación personal de que los aspectos específicos de la vida humana (la vejez, la enfermedad, la decadencia) parecen estar adscritos a determinados espacios físicos que se mantienen separados del espacio de la vida cotidiana que nos rodea, ubicados frecuentemente en la periferia de las ciudades». ¿Y cómo se soluciona desde su profesión estos evidentes desfases entre la ambición de vivir mejor cuando ya se peinan algunas canas y la organización de las ciudades? Martín opina que «los espacios de la senectud, la decadencia o la enfermedad, como cementerios, hospitales, sanatorios o residencias, han sido arrojados fuera del alcance de nuestra conciencia corporal». Y añade: «Está claro que la arquitectura alcanza físicamente lo que la sociedad de consumo intenta aplicar mentalmente. La vejez y la idea de ella parecen no tener cabida en una sociedad que solo alaba las virtudes de la juventud, la movilidad y el éxito».
Alarmada ante la constatación creciente de que «la propia arquitectura, como generadora de soluciones para necesidades reales, hubiese olvidado su finalidad social para centrarse exclusivamente en las funciones productivas y representativas», Martín se puso a investigar sobre cómo resolver esa laguna a partir de una pregunta: «¿No asignamos topografías bien definidas, pero camufladas, estéticamente cuestionables e introvertidas, a la vejez y a la discapacidad?». Pregunta que contesta durante esta entrevista.
- ¿A partir de qué edad podemos considerar que no se atienden sus necesidades en materia arquitectónica o urbanística?
- Gracias al envejecimiento activo, los avances médicos, la prevención y cuidados en la salud cada vez vivimos mas años con mayor calidad de vida, y a pesar de la covid, la esperanza media de vida en nuestro país figura entre las más altas de Europa y del mundo y se estima que así seguirá siendo. Todos conocemos casos de personas cuya edad cronológica es muy alta, que tienen una vida plena, sana, inclusiva y muy satisfactoria. Por otra parte también hay otras con edades cronológicas mucho mas bajas que presentan problemas de vulnerabilidad, de salud, o de inclusión muy por debajo de lo deseado. El proceso del envejecimiento se produce desde nuestro nacimiento. No se puede hablar de una edad concreta en que podamos decir que el entorno no nos acompaña o que está mal diseñado para nuestra edad, a mi modo de ver, el problema reside en que nunca antes en la historia, nos tuvimos que enfrentar a semejante situación. Tenemos que recordar que a principios del siglo pasado la esperanza media de vida era de 39 años y hoy hablamos de cifras cercanas a los 85 años.
- Se lo preguntaba porque creo que adaptar la ciudad a la exigencia de la población senior parece una laguna histórica que no termina de corregirse. Ni siquiera ahora en que se presta una mayor atención a los mayores. ¿Desde cuándo ocurre esta anomalía?
- Es que una ciudad, un barrio o un edificio tardan muchos años en desarrollarse y debido al gran impacto que suponen en la calidad de vida y en el bienestar de la población mayor los aspectos del entorno construido, en todas sus escalas y complejidades, ya se debe empezar a considerar como objeto de trabajo y de nuevas oportunidades. A mi modo de ver, el gran reto de las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo en los próximos años, como responsables de la creación de los espacios que habitamos -ciudades, viviendas, espacios públicos, centros dotacionales-, será realizar un gran cambio de paradigma que ponga en el centro de su foco a las personas y su calidad de vida, para así crear entornos inclusivos, previendo qué características y necesidades reales tendrá esa compleja sociedad longeva, y darle soluciones innovadoras a la altura.
- ¿Es peor el urbanismo adaptado a esa edad o la arquitectura? ¿O ninguna de esas dos disciplinas piensa en la población madura?
- No existen un urbanismo o una arquitectura para personas mayores. Existe o mejor dicho deberían existir una arquitectura y urbanismo para «todas las personas», independientemente de su edad. Un urbanismo amigable con las personas mayores, supone por ejemplo, la presencia de bancos y/o zonas de descanso cada 300 metros para sentarse a la sombra sin necesidad de consumir, la existencia de aseos públicos limpios gratuitos y accesibles, aceras anchas libres de obstáculos bien conservadas e iluminadas, espacios verdes conservados, seguros y bien iluminados… por mencionar algunas cosas que en principio son aspectos claramente positivos para todas las personas, no solo las mayores. Una vivienda accesible desde la calle (sin escalones en el portal y con ascensor si es un piso superior), con un cuarto de baño espacioso, con una ventanas que permitan una buena iluminación natural, y que permitan por su tamaño un contacto visual generoso con el exterior, incluso desde posiciones sentadas o tumbadas… Es una buena vivienda para todas las personas.
- ¿Estas carencias son una anomalía española o detecta que en esto somos una imperfección más a escala occidental?
- Europa es a día de hoy un continente envejecido. La proporción de personas mayores ha aumentado considerablemente y lo sigue haciendo en todos los países europeos. Pero este fenómeno, conocido también como tsunami gris, no ha sucedido en todos ellos al mismo tiempo. La generación conocida como 'baby boom' ha llegado a ser mayor mucho antes en los países del norte de Europa, y es por ello, y también por sus políticas de bienestar social, que es en estos países donde se se ha avanzado mucho más en integrar el factor longevidad, tanto en el diseño de viviendas, residencias, equipamientos, ciudades y entornos rurales. En el caso de España es ahora cuando esta generación está llegando a la edad de jubilación, y antes de que sea demasiado tarde, deberíamos empezar a considerar el reto de la longevidad de nuestra sociedad y de lo mucho que esta afectará a las viviendas y a las ciudades que habitamos, e intentar anticiparnos al escenario, previendo qué características y necesidades reales tendrá esa compleja sociedad envejecida, y darle soluciones innovadoras a la altura. La buena noticia es que pensar en ciudades para todas las edades, o en viviendas para toda la vida, es algo que se lleva realizando con diversos ejemplos de éxito en otros países, por lo que deberíamos estudiar a fondo estos ejemplos e intentar implementarlos en nuestro país, a corto, medio y largo plazo.
«El reto de la longevidad abre nuevos e inexplorados caminos para los arquitectos»
Paz Martín
Arquitecta
- ¿De dónde nace su preocupación por este particular? Lo comento porque (con perdón) no parece que la profesión se haya ocupado demasiado en estas particularidades. ¿Siente que la suya es una voz clamando en el desierto? ¿O cada vez tiene más eco?
- Mi interés personal en este campo comienza por una experiencia personal que me marcó profundamente, la enfermedad y fallecimiento de mi padre víctima de una enfermedad degenerativa de la tercera edad, por la que no sólo entré en contacto directo con una realidad que hasta ese momento desconocía, sino que también produjo en mí una profunda reflexión acerca de cómo la disciplina de la arquitectura, a la que había dedicado más de veinte años de mi vida profesional, no estaba abordando un tema tan complejo como el envejecimiento de la población y las consecuencias del mismo en nuestro entorno construido. Por todo ello, dando un giro a mi vida profesional, en el año 2015 solicito una beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales de la Fundación BBVA para realizar una investigación acerca de la Arquitectura y el envejecimiento, cuyo resultado fue una exposición itinerante que proponía una revalorización, actualización y visibilidad arquitectónica y urbana del espacio que debería ocupar la vejez. Desde 2017 soy responsable del programa 'Tercera edad, Los retos de la Arquitectura' de la Fundación Arquitectura y Sociedad y directora del Proyecto de innovación arquitectónica y urbanística envejezANDO (rural y urbano). Como soy consciente que nadie puede desear lo que desconoce, desde entonces mi interés ha sido hacer partícipe a todos los de mi propio viaje de inmersión en el apasionante mundo de las relaciones entre longevidad y la arquitectura y en las increíbles soluciones que mi disciplina debe y puede aportar.
-¿Y nota avances desde entonces? ¿Una mejora de la concienciación colectiva?
- Aunque no estamos donde me gustaría, ni tampoco donde deberíamos, debo decir que lentamente se empieza a avanzar en una buena dirección. Desde que yo empecé mi estudio, lo cierto es que que cada vez hay más congresos, jornadas, debates, en los que se están empezando a abordar los nuevos retos del futuro. Sin ir más lejos el número de ciudades adscritas al programa de ciudades amigables con los mayores ha crecido exponencialmente, lo que significa que en las agendas urbanas de los ayuntamientos empieza a haber una concienciación acerca de la realidad de los mayores y de sus necesidades. Por otra parte, empieza a haber ejemplos construidos de nuevas formas de convivencia de grupos de personas mayores, que también se están convirtiendo en referentes para otros nuevos proyectos en la misma línea. Esto significa que la realidad urbana y arquitectónica de la vejez, empieza a ser más visible y está empezando a despertar el interés por parte de muchos actores sociales, entre ellos el de mi propio colectivo. El problema está en que por ahora somos pocos los que a nivel siempre individual estamos comprometidos en este tema. Lo que todavía no se ha producido es un debate serio a nivel colectivo, en el que se aborde la cuestión como reto a responder en los próximos 30 años, y ese es el problema: sin ese debate es imposible decir si hay o no respuestas convencionales. A día de hoy yo creo que se están desarrollando soluciones muy parciales. Todo reto plantea nuevas oportunidades y en concreto el de la longevidad abre nuevos e inexplorados caminos no sólo para arquitectos, sino también para promotores, y empresas innovadoras que sean capaces de anticipar este escenario y darle respuestas de calidad.
- Si tuviera que hacer un listado con lo peor de lo urbanístico y lo arquitectónico para esta franja de edad, ¿cuáles citaría?
- En las ciudades principalmente a las aceras y calles, que ahora están muy poco preparadas para esa población. Ausencia de bancos, y de aseos públicos, aceras estrechas y en mal estado donde es fácil caerse, mala iluminación y falta de señalización donde es fácil desorientarse, edificios públicos donde es difícil el acceso, no solo al edificio sino también a la información. En las viviendas, hacia el exterior, el gran problema está en el portal y zonas comunes de las mismas, con peldaños y escaleras que dificultan y en algunos casos imposibilitan la salida al exterior de sus usuarios. En el interior de las viviendas la asignatura pendiente es el baño, seguido de la cocina, que es donde se producen la mayoría de accidentes y caídas de personas mayores. También añadiría como de gran importancia tanto en la escala urbana como en la de la vivienda la necesidad de revisar la iluminación y señalización de los espacios, ya que las carencias en ese sentido son bastante importantes.
- Y la misma pregunta pero un poco al revés: qué cosas se deberían ejecutar en ambos apartados, que sean de sencilla aplicación y nos ayudaran a vivir mejor, en todos los sentidos.
- Un entorno más amigable para las personas mayores desde el urbanismo supone para empezar la no exclusión de las mismas, y en contra de lo que mucha gente opina, pasa por soluciones que no son tan complicadas o que no llevan un gasto aparejado tan importante. Una ciudad con suficientes bancos y zonas de sombra para sentarse y descansar, aseos públicos, aceras amplias, buena iluminación y señalización, arbolado y zonas verdes….. Una ciudad con centros culturales y polideportivos con actividades para todas las edades, una ciudad que cuide y no que rechace es una buena ciudad para mayores. El envejecimiento en la propia vivienda es uno de los mejores sistemas para que sea saludable y óptimo, por lo que todas las adaptaciones que se puedan hacer de manera económicamente viable son recomendables y necesarias. Pero también es cierto que las viviendas de hoy no se adaptan ni por tamaño ni por necesidades a los espacios que se necesitan al envejecer. Es necesario construir nuevas viviendas adaptadas a esas necesidades, (baños más grandes, estancias más flexibles, con muy buena iluminación y vistas ) pero eso sí, en los lugares en los que ya vive la gente mayor, para que puedan seguir viviendo en su entorno inmediato.
- ¿De la pandemia tampoco salimos en este aspecto mejor?
- Las presiones específicas que la covid provocó sobre este tipo de centros nos hizo pensar a muchos que esto seria determinante para adaptar los actuales centros y para sentar las bases de diseño de las futuras residencias de personas mayores. Sinceramente creo que al principio esto hizo que los agentes implicados se sentasen a valorar cómo este modelo debería cambiar. Y el 28 de julio de 2022, con los votos de 10 Comunidades Autónomas a favor y 9 en contra, se publica un acuerdo el Acuerdo del Consejo Territorial de Servicios Sociales y del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, en el que se fijan requisitos mínimos para los servicios de la dependencia que debían cumplirse plenamente desde ese momento a 2030. Dicho acuerdo contempla el aumento de ratios de cuidadores y de personal en residencias, y la mejora en la capacitación profesional de los mismos. También la sustitución del cuidado institucional por modelos de atención centrado en la persona, con unidades de convivencia mucho más pequeñas, asimilables a unidades familiares. También regula el tamaño de los centros residenciales y de los centros de día. En resumen, residencias nuevas más hogareñas, con más habitaciones individuales, con unidades de convivencia de máximo 15 personas y con tamaños que varían desde las 75 plazas en pueblos a las 120 en grandes ciudades.
- Es un modelo que coincide con su propia visión al respecto...
- El problema reside en que es cada comunidad autónoma la encargada de elaborar las normativas de aplicación obligatoria para los centros residenciales de personas mayores y la velocidad a la que los existentes deben adaptarse a pesar de que la fecha tope es 2030. Es decir existen en nuestro país 19 velocidades distintas para la aplicación de este y de otros tantos decretos o normas de obligado cumplimiento que cada comunidad autónoma considere. Y no solo con respecto a las residencias, sino también a las viviendas con servicios, apartamentos tutelados, cohousing, coliving o cualquier otra formula que podamos pensar para el alojamiento de la población mayor. Podemos asegurar que dependiendo del código postal en el que uno vive puede tener la suerte de que se ha avanzado y se ha mejorado en muchos aspectos en estos temas, pero también hay otros muchos en los que el avance ha sido muy pequeño o casi nulo. Creo sinceramente que las políticas cambian cuando se existe una demanda social para ello, y cuando los que regulan y legislan son conscientes de la realidad. Es muy importante que todas las personas, no solo las mayores, demandemos que ese cambio se realice, ya que no sabemos quien nos gobernará en un futuro pero lo que si sabemos es que seremos mayores.
- Una pregunta final sobre la señaléctica. ¿No le parece que se puede y debe mejorar también en ese apartado? Hay ciertas ciudades, sobre todo las más pobladas, que parecen un laberinto para los más mayores. Y ocurre lo mismo en el interior de ciertos edificios, públicos y privados.
- Indudablemente el tema de la señalética es uno de los grandes olvidados a la hora del diseño de nuestros entornos y uno de los mayores causantes de problemas de orientación y de disfrute de nuestras ciudades y no solo para las personas mayores. La confianza plena en que el uso de la tecnología solucionaría todos nuestros problemas ha traído como consecuencia un abandono total en el cuidado de la señalética tradicional para orientarse en nuestras ciudades. Es bastante difícil encontrar una placa bien ubicada e iluminada donde leer un nombre de una calle, con un color tamaño y un tipo de letra adecuados y con un mismo criterio para toda la ciudad. Es realmente una aventura reconocer e interpretar de manera correcta los horarios de los autobuses o trenes en las paradas con letras minúsculas y finísimas. Por no hablar de los pictogramas que se colocan para definir en los edificios y establecimientos públicos los aseos, en los que cada vez es más difícil reconocer cuál es el indicado para nosotros o dónde se encuentra un guardarropa o una consigna o nos pueden atender de forma presencial. Estas situaciones son todavía más complicadas cuando hay situaciones de fragilidad, o bien no se dispone de un móvil de ultima generación, o cuando padecemos cualquier tipo de discapacidad visual, o cuando tenemos problemas de movilidad.
Pontevedra, Dinamarca y un pueblo extremeño llamado Pescueza: los casos de éxito para vivir la edad madura
Paz Martín también alerta de otro problema adicional a los que genera el mal urbanismo (por ejemplo, «los niveles de ruido presentes en casi todas nuestras ciudades, que son realmente excesivos) y apunta hacia los casos de éxito que conoce como modelos que pudieran ayudar a convertir las ciudades en un espacio menos incómodo. »Existe un programa muy interesante a nivel mundial en el que nuestro país también participa, que se llama 'Ciudades Amigables con las Personas Mayores', en el que cada vez hay mas ciudades y pueblos adscritos«, señala. »Lo interesante es que a la hora de hacer el diagnóstico de los aspectos a mejorar de la ciudad o pueblo«, prosigue, »se le pregunta a las personas mayores de esos lugares que demandas tienen y a partir de sus demandas se desarrollan las mejoras«. Según su experiencia, »la comunidad mas avanzada donde mas se ha implementado este programa es sin duda la vasca« aunque también cita ejemplos como Pontevedra o las 'SuperIllas' en Barcelona y un caso curioso en el medio rural, que es un caso de estudio a nivel internacional: Pescueza, en Extremadura. »Se conoce coloquialmente como el pueblo residencia, ya que los habitantes del pueblo residen en sus viviendas de toda la vida y reciben cuidados a domicilio si los necesitan. Las calles están adaptadas para ellos, cuentan con unos vehículos eléctricos que les ofrecen movilidad a demanda y también con un centro de día y una mini residencia por si no quieren dormir en sus casas. ¿Y en el extranjero? Martín apunta hacia los países nórdicos, «con el modelo danés como gran referente, con sus diferentes formulas de pequeños complejos de viviendas para personas mayores, con diferentes niveles de asistencia, integradas realmente en las ciudades y pueblos, que deberían servirnos de guía». «En ese país ya están hablando de ciudades amigables con la demencia», añade, antes de concluir: «Podmos también aprender mucho de los Países Bajos, ya que presentan modelos muy innovadores de viviendas y complejos de cuidados de larga duración».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión