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Hierba con receta

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Cantabria se suma a las cinco comunidades que ya han dado un paso al frente para regular el uso terapéutico de la marihuana. «Somos cerca de 50.000 los enfermos que en España la consumimos en la clandestinidad»

IRMA CUESTA

Jueves, 13 de abril 2017, 22:07

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Eduardo Van den Eynde subió ayer a la tribuna del Parlamento de Cantabria para defender ante sus compañeros de escaño un asunto muy particular: la necesidad de instar al Gobierno a que regule el uso terapéutico del cannabis. Contra todo pronóstico, logró que sus señorías, todas y cada una, apoyaran la iniciativa. Van den Eynde (Santander, 1959) comenzó a consumir marihuana con fines médicos hace tres años, cuando le comunicaron que el cáncer de pulmón que le habían diagnosticado dos años antes y que creía tener controlado no se daba por vencido. Desde entonces, un 'porro' cada noche le ha ayudado a combatir las náuseas que se apoderan de uno cuando debe someterse a un ciclo de quimioterapia -hace un mes que Eduardo terminó el último, y van nueve-, también a dormir, a encarar el insomnio que le producen los medicamentos, y a calmar la ansiedad; un monstruo que se apodera de cualquiera que se ve obligado a luchar contra una enfermedad que, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), padecerá una de cada tres personas.

Hace unos meses, en medio de un nuevo tratamiento, Van den Eynde hizo pública una carta reclamando la legalización urgente del consumo terapéutico de cannabis. Y logró que la maquinaria parlamentaria, tan perezosa en ocasiones, se pusiera en marcha en solo unas semanas. El lunes, desde la tribuna del hemiciclo, apremió a aparcar los prejuicios con este argumento: de la misma manera que hoy nadie imagina la medicina sin la utilización de opiáceos cuando se considera necesario, «lo mismo debería ocurrir con la marihuana». «Somos cerca de 50.000 los enfermos que en España lo usamos en la clandestinidad, obligados a movernos en mercados irregulares y arriesgándonos a que un buen día nos pillen de camino a casa con el material y nos metan una multa de entre 600 y 10.000 euros -explicó-. Soy optimista, creo que la regulación llegará, pero nuestra obligación es luchar para que sea cuanto antes».

Arrastrados por su determinación, los parlamentarios han convertido a Cantabria en la sexta comunidad autonómica que da un paso al frente para conseguir la regulación de los agrupaciones sociales de cannabis y la legalización de su uso terapéutico. Antes lo han hecho País Vasco, Valencia, Cataluña, Navarra y Baleares, aunque la cosa no está siendo sencilla. En País Vasco, la Cámara de Vitoria aprobó hace justo un año la Ley de Adicciones incluyendo un apartado que reconoce a estos clubes, pero el Gobierno de España no tardó en recurrirla. También en Navarra disponen de una Ley Foral de las Asociaciones de Cannabis, que fue recurrida por la Administración central inmediatamente después de su aprobación y hoy espera paciente un dictamen del Tribunal Constitucional. Por su parte, el Parlament de Cataluña anda enfrascado en el desarrollo de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), ya aprobada, sobre la misma materia. Y, en idéntica línea, el Ejecutivo balerar acordó a finales del año pasado promover la regulación específica de la actividad de estos colectivos y el cultivo de esta sustancia «desde una perspectiva de salud pública, con la creación de un registro para las asociaciones».

Paradojas

Desde que Eduardo Van den Eynde volvió a liar 'porros' -admite que, cuando era joven, lo hizo regularmente durante una temporada-, se ha convertido en testigo de excepción de cómo los vacíos legales provocan situaciones «paradójicas». «Yo he estado con médicos que me han reconocido que el cannabis me podía venir muy bien, pero que no me lo podían recetar», sostiene. Así que, como otros muchos en su situación, decidió acudir a uno de los más de 800 clubes de esta naturaleza repartidos por España.

El que frecuenta este parlamentario cántabro se llama Bolera del Besaya, y sus responsables obligan a presentar informes médicos que determinen el tipo de cannabis más adecuado para las necesidades de los usuarios. Iván Palazuelos, su portavoz, defiende la labor que realizan en su organización, que surte gratuitamente de marihuana a 32 personas enfermas. Mantiene que, desde su creación, realizan un ejercicio de transparencia y que se autorregulan ante la falta de una normativa específica, una demanda a la que las administraciones, asegura, «no terminan de dar respuesta».

Eric Asensio, que representa a la Federación de Asociaciones de Usuarios de Cannabis de Cataluña (CatFAC), apunta que la situación resulta «tan increíble como que te dieran permiso para abrir un bar pero no te dejaran vender cerveza». Habrá que esperar a ver qué pasa con la propuesta no de ley sobre la regulación del uso medicinal de los productos derivados del cannabis presentada el pasado mes de febrero por Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, a quien corresponde regular este asunto. Ellos, entretanto, se declaran «optimistas».

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