Basuraleza en los campos
La palabra basulareza, que aún no reconoce la RAE -hay peticiones en su favor-, es un acertado neologismo que se utiliza de forma creciente para ... denominar todo tipo de residuos y basuras abandonadas en la naturaleza, abarcando como tal montes, playas, ríos, etc. En la relación de espacios naturales que se ven afectados por los desaprensivos que tiran de todo por doquier, sin inmutarse, no se suelen incluir los campos, cultivados o por cultivar, seguramente porque los más disciplinados promotores de las acciones relacionadas con este asunto, para denunciar las actuaciones incívicas de desvergonzados que lo inundan todo de basuraleza, o las meritorias iniciativas que organizan voluntarios para retirarla de algún recinto, no deben considerar que los campos sean naturaleza propiamente dicha ni merezcan la pena fijarse. En realidad, los cultivos se asientan donde antes todo fue naturaleza, sin la mano del hombre. Donde están nuestras casas también, y las carreteras por las que circulamos, o las fábricas y oficinas donde se trabaja. Pero no todos los ojos saben verlo todo con amplitud, la tendencia que más prospera es la que hace destacar lo que a uno más le tienta o le molesta, no lo ajeno, que igual considera que está de más.
Sin embargo los campos también se llenan de basuraleza, y en mayor intensidad conforme quedan más cerca de carreteras y núcleos urbanos o industriales. Para algunos, los campos son meros espacios que quedan muy a mano para tirar allí lo que les sobra: escombros, colchones, viejos electrodomésticos, sillones rotos... Los caminos rurales cercanos a urbanizaciones son de los que más basuraleza concentran alrededor. Pero disputándole el liderazgo están los caminos, campos y entradas de fincas ubicadas cerca de las salidas/entradas de grandes autovías, donde es muy frecuente que salgan viajeros y transportistas que vienen de lejos, bien a descansar, bien porque se han despistado algo y tienen que repasar la ruta a seguir, y también porque notan algún apretón y necesitan aliviarse sin tener que pasar por una estación de servicio, que a saber dónde queda y habrá que hacer algo de gasto. Total, por allí se ven campos; mira qué rinconada tan bien dispuesta: ahí mismo descabalgamos sobrantes y dejamos las tarjetas de visita. Adiós.
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