Según los datos objetivos, desde 1948 el desequilibrio del contenido y función de la educación va de mal en peor. Si entonces los estudiantes se ... rebelaron en las universidades era para denostar un enfoque libresco-enciclopédico de las clases (meros apuntes a memorizar), pero tal modelo era replicado en la primaria y secundarias, sin nadie que avezara de tal fallo. El resultado consistió en sustituirlo por un reformismo funcionalista (en la familia, por mera ignorancia imitadora). Así, la educación -familiar y escolar- plantea la virtualidad de yuxtaponer una mera reproducción de nociones (para mañana el tema siguiente), que exigía mucho esfuerzo y sin captar el sentido de esa cultura, requiriendo un memorismo mecánico; junto al cual se trataba de adaptar a lo social, efectuando muchas actividades, aunque con esfuerzo ausente. Así, de ninguna manera se avanzaba, y se entraba en la crisis.
Paulatinamente, el primer modelo fue erradicado, pasando a llevarse a cabo un activismo que, como dijo alguien que visitó un aula: ¡aprender... aprender... no sé, pero lo que es divertirse... mucho! Mediante la Unesco se influyó para modificar los «sistemas» educacionales. De este modo, a la chita callando se entra en un cambio profundo de consecuencias importantes. Pensemos en las altas tasas de fracaso escolar, abandono de los estudios (PISA, TALIS), la politización, la pasividad de familias, docentes y alumnos..., que desemboca en pensar que es otro quien resolviese el problema.
Mas, ¿cómo se resolvería esto si no se piensa en la raíz? Lo digo porque hay dos posturas. Una que postula acabar con la crisis mediante la desescolarización o supresión de la escuela (Reimer, Illich), aunque cayendo en el individualismo del buscándose cada cual su solución; enfoque que condenaría a los menos dotados a caer más bajo de lo que se está yendo. El otro decantamiento, que es predominante, está ligado con la politización; no se trata de enseñar la cultura haciendo que los alumnos descubran el sentido originario de cada tema, sino de reconstruirla, tratando de ¿enseñar? Matemáticas con perspectiva de género, visión negativa de España, elementos de lo social diferentes a la sociedad misma, o Biología negando datos evidentes, etc.
La vivencia de tal crisis se nota en hogares y escuela, pues las reflexiones y los corazones están divididos entre priorizar uno de los elementos de los siguientes pares: activismo o madurez, placer o esfuerzo, vitalidad o controlar, cortoplacismo o fines valiosos, ideologías o formación, pragmatismo o innovación creativa, adiestrar o cultivo de inteligencia-con sentimientos y voluntad libre...
En el fondo, el problema reside en la incomprensión de la profunda persona de cada alumno, en no saber el sentido que cada educador tiene en el proceso de la educación, en un alejamiento de la realidad en las investigaciones educacionales. Lo cual ha dado lugar a situaciones cada vez más graves: a) Se comenzaba por que la Pedagogía fue sustituida por las Psico/socio-logía, lo cual elimina la necesaria y natural autoridad intergeneracional, que es la que debe impartir la educación (padres o docentes negligentes, autoritaristas o malcriadores: dan el mismo resultado), causando irresponsabilidad en los menores; b) dado el vacío por inmadurez, aprovecharlo con fines partidistas, usando el BOE (LOMLOE y sus decretos) y las pantallas, con el impulso transnacional (FEM, OCDE, Unesco). Así, se está consiguiendo, casi, un cambio en la transmisión institucional (familia, escuela, TV), con un tono más político que moral. Y, sin moralidad, las sociedades se desintegran, y las personas de alienan.
Con perspectiva histórica se aprecia la praxis de un sectarismo que ocasiona una constricción cultural, excluyendo valores apreciados por los padres de los escolares, evitando situaciones de aprendizaje para que tales valores sean medio para construir hábitos en los alumnos. Es como si los estudiantes estuviesen en el aula haciendo «nada» (la ociosidad es la madre de los vicios), y hemos de conocer que la crisis consiste en que estar en el aula no es lo mismo que educarse.
En realidad, pasamos una crisis que solucionamos bien. Era cuando se demandó mayor esfuerzo para sacar las familias adelante y alfabetizar a la gran masa de población, con muchos alumnos a cargo de un docente. La educación funcionaba. Eso significa que la crisis no es sólo cuestión de números (euros o ratios alumnos/profesor), pues antes no se invirtió tantísimo en ello. La raíz del problema (Enkvist, 2022) habría que buscarla en el seguidismo efectuado a las orientaciones de organismos, como la declaración ambigua y contradictoria de la ONU, concediendo derechos a los escolares y sin exigencia de esfuerzo ni responsabilidad; hablando de derecho de las familias pero obligando a escolarizar... Eso genera incertidumbre, dudas, problemas irresolutos, crisis...
¿Solución? Traspasar el mero funcionalismo. Si consideramos la propuesta de Delors (1994) para fundamentar la tarea educativa (conocer, hacer, convivir y ser), habría que dar un paso más para no quedar en un estructuralismo desnudo. Es necesario recuperar la cultura, pero no muerta, sino en función de la autorrealización de cada alumno.
Si no se procede así, vamos contra el alumno. La solución consiste en evitar el proceso de vaciar el alma occidental de sus raíces cristianas. Entonces, la crisis se desvirtuaría en un conflicto, pues ese modelo es rechazado por una parte importante de la sociedad. Además, ese modelo no soluciona nada, empobrece cultural y económicamente a las personas. Al contrario, el modo de proceder cristiano, sobre todo católico, posibilita la movilidad vertical, haciendo que los humildes sean alguien en su futuro.
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