Los estupefactos
Han salido en tromba, embistiendo como los morlacos bravos que animan las fiestas populares, parapetados tras el argumentario vergonzoso que impide cualquier arrebato de pensamiento ... crítico. Y precisamente ellos, los que no han derribado la independencia judicial porque no pueden, resulta que ahora la defienden con uñas y dientes ante el suspiro de un juez que nos advierte sobre una seria anomalía que causa estupor. Escuchar a esos miembros del gobierno o a los palmeros que orbitan en torno a Sánchez, mismamente Patxi López, defender la separación de poderes, da risa. Mucha.
Y todo porque el juez del asunto Koldo/Ábalos se ha permitido añadir una evidencia que no podemos sino apreciar; esto es, que causa estupor, como saben, comprobar que Ábalos sigue consiguiendo tajada gracias a su acta de diputado. Ah, por favor, qué escándalo, un juez que desliza semejante licencia. Pero basta con leer atentamente ese párrafo del auto para comprobar que no se puede aplicar en el sentido que los enganchados a la mentira nos venden. Estamos ante un simple apunte preñado de verdad. Que el Congreso no disponga de un mecanismo capaz de apartar, al menos de momento, a los diputados atrapados en profundas mangarrufadas no sólo provoca nuestro estupor, sino nuestro enfado. Se nos antoja intolerable, a los ciudadanos, que los implicados en desacatos variados sigan chupando tan ricamente del bote sin pegar palo al agua. En efecto, a nosotros los de la tropa nos empapa un singular estupor porque intuímos que nos plantificamos ante una suprema indecencia. En el fondo, estos socialistas que vapulean al juez fingiendo indignación de damisela victoriana, están defendiendo a uno de los suyos que, en fin, cometió ciertos atropellos. Atacar al juez vindica la estampa de su exsecretario de organización. No lo pueden evitar, la cabra tira al monte.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión