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EFE
Belvedere

En verano, calor, y en invierno, frío

Comerciantes y vecinos piden soluciones urbanas para combatir el calor, que pasan por la plantación de arbolado y los toldos. Y, sobre todo, por el trellat

Pablo Salazar

Valencia

Miércoles, 2 de julio 2025, 23:10

Decíamos anteayer ('Una plaza es una plaza... ¿o no?'). La polémica arrecia, sobre todo en Madrid (en Madrid, la contaminación acústica siempre sube varios decibelios ... respecto a la periferia peninsular). Los toldos de la Puerta del Sol, que han salido un poco caros, un millón y medio de euros. Y que, según critican algunos -todos ellos de izquierdas-, no sirven para amortiguar el calor intenso. El martes por la tarde, a eso de las 7:30, un termómetro callejero marcaba en el centro de Valencia 37 grados. Que serían dos o tres menos, pero aún así. Con estas temperaturas, el mejor sistema de protección que se puede implantar es el de quedarse en casa con el aire acondicionado puesto. Quien lo tenga y pueda pagarlo. Pero hay gente que trabaja y hay que mantener la actividad de comercios y hostelería, por lo que tampoco es cuestión de aconsejar a todo el mundo que se recluya en sus hogares como si estuviéramos ante una nueva pandemia. Trellat, señores, trellat. Los ayuntamientos del siglo XXI, subidos a la ola de infantilismo que nos invade, aconsejan a los ciudadanos cómo comportarse ante una ola de calor: hidrátese, póngase una gorra o un sombrero, evite las peores horas, no haga esfuerzos físicos ('runners', eso va por vosotros, un poquito de por favor) y camine por la sombra. Me quedo con esto último. Uno de mis itinerarios urbanos preferidos es el primer tramo de la avenida Blasco Ibáñez, el histórico Paseo al Mar. Grandes árboles forman una preciosa cubierta vegetal que incluso al mediodía rebaja varios puntos la sensación de bochorno. En Manuel Candela se ha conseguido un efecto similar, aunque el arbolado no tenga las mismas dimensiones. Por contra, en Cardenal Benlloch -que se reurbanizó en la década de los noventa, una vez se abrió el by-pass y ya no tuvo que soportar el paso de miles de camiones cada día- los ejemplares que se plantaron o han muerto o sobreviven como raquíticos testigos de una mala elección vegetal. Hay espacios urbanos en los que se puede actuar contra el cambio climático, con aceras más anchas, árboles y menos asfalto. Pero hay otros -las plazas, ¡ay, las plazas!- en los que resulta mucho más complicado. Porque hay edificios históricos (Catedral, Ayuntamiento, Correos, Basílica, Palau de la Generalitat...) y desempeñan unas funciones de representación y de celebración de actos ciudadanos que desaconseja convertirlas en pseudo parques urbanos, como algunos pretenden. Así que, insisto, cabeza fría ante tanta calentura. Y recuerden, en invierno hace frío y en verano, calor. A ver si se nos va a olvidar.

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