Una plaza es una plaza... ¿o no?
El cambio climático obliga a pensar soluciones para que estos espacios urbanos conserven su fisonomía y sus funciones pero con un resultado menos duro
Como Madrid es Madrid, el kilómetro cero de las Españas, y los asuntos madrileños acaban siendo asuntos españoles, los toldos de la Puerta del Sol ... se han convertido en objeto de polémica nacional. Lo que han costado (un millón y medio de euros), lo que han tardado en ponerse, si dan sombra o no, si estéticamente tienen sentido o no. Mientras tanto, en Valencia hemos recuperado los de la plaza de la Reina, una vez se retiró el mercadillo de l'Escuraeta tras la festividad del Corpus. Pero nuestros toldos, como los que se han instalado en la plaza Mayor de Ciudad Real, no son toldos de interés nacional sino meramente local. Ahora bien, más allá de la constatación de esta diferencia territorial y estratégica de las ciudades, conviene centrar el tema en la solución aportada para rebajar el efecto del intenso calor. ¿Son los toldos la mejor solución? Un ingeniero industrial y licenciado cum laude en Humanidades, Luis Soravilla, ha conseguido estos días pasados un millar de 'Me gusta' por un comentario en las redes crítico con la Puerta del Sol: «Desde Barcelona os digo que los árboles visten más y son más bonitos. Pero allá vosotros, porque vais a morir achicharrados en medio de una distopía». Lo cierto es que en días como los que estamos viviendo los toldos no sirven para mucho. Pero los árboles aislados tampoco. En todo caso, tiene que ser una vegetación frondosa, que no deje pasar el sol. Y entonces, alegan los puristas -no sin cierta razón, por no decir con toda la razón-, no estamos ya ante una plaza sino ante un jardín, un parque, que es otra cosa. (Me acuerdo en este momento de Mariano Rajoy y una de sus famosas frases: «La cerámica de Talavera no es cosa menor. Dicho de otra manera: es cosa mayor»). La plaza de la Reina no podía transformarse en un jardín, como pretenden algunos, porque debajo hay un aparcamiento subterráneo que impide la plantación de arbolado con raíces profundas. Y porque, además, está la fachada barroca de la Catedral, que no puede taparse. Y la plaza del Ayuntamiento, escenario de mascletaes, de manifestaciones y cabalgatas, de conciertos y exposiciones al aire libre, tampoco puede dejar de ser plaza para ser zona verde. ¿Entonces? ¿Cómo hacer para que estas plazas no sean unas parrillas gigantes en las que los peatones se asen durante cada vez más días al año por un cambio climático que no da tregua? El arbolado selectivo, las fuentes y los aspersores de agua más unos toldos mejor diseñados, más consistentes, pueden ayudar a que las plazas sigan siendo plazas pero, al mismo tiempo, puedan resultar más habitables, menos duras.
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