La calle Santos Cerdán y la estación Julio Anguita
¿Qué personajes merecen dar nombre a los edificios y a las vías públicas? Hay que tomar distancia
Lo escribió en 2023 Jordi Évole, uno de los referentes periodísticos de la izquierda de este país. Si los catalanes tenemos memoria, decía, algún día ... en un pueblo o ciudad de Cataluña transitaremos por la calle Santos Cerdán. Tal vez fuera una provocación, tal vez no. Un año y medio después, aquel artículo pesa sobre la conciencia del famoso comunicador catalán. «Confié en él... Era la austeridad pura y dura... Me la coló», ha reconocido en una entrevista radiofónica. En los tiempos de la instantaneidad, del lo quiero y lo quiero ya, las emociones han ocupado el lugar de la razón, con lo que se actúa a golpe de corazón y sin pensar en las consecuencias. Lo vivimos tras la muerte de Almudena Grandes. Al poco tiempo de su fallecimiento, el Gobierno sanchista decidió que la estación de Puerta de Atocha pasara a llevar también el nombre de la escritora. En lo que vendría a ser una derivación de 'legislar en caliente', sin dejar pasar el tiempo para que los asuntos reposen y se pueda tomar distancia. ¿Merece Joaquín Sorolla dar nombre a la estación del AVE de Valencia? Sin duda. Gustos aparte -uno, sin ir más lejos, es más fan de Pinazo que de Sorolla-, es indudable la influencia y la huella que dejó el pintor valenciano. Y la popularidad de la que disfruta cuando se van a cumplir en agosto los 102 años de su adiós. ¿O ya nos hemos olvidado de las colas de ciudadanos que querían ver la exposición de sus obras para la Hispanic Society? ¿Y Fernando Zóbel? ¿Es lógico que dé nombre a la estación del AVE de Cuenca? Yo diría que sí, aunque como es lógico me falta sensibilidad conquense. Ahora, el Ministerio de Óscar Puente, entre colapso ferroviario y colapso ferroviario y en el tiempo que le deja su frenética actividad en las redes sociales, ha aprobado oficialmente el cambio de nombre de la Estación de Córdoba, que pasa a ser Córdoba-Julio Anguita. ¿Merecido? Fue alcalde de la ciudad y, posteriormente, coordinador de Izquierda Unida. Hombre culto y refinado, con el que daba gusto hablar. Nada que ver con quien en estos momentos ocupa el liderazgo de la extrema izquierda, esa vicepresidenta del Gobierno que amenaza con irse aunque todos sabemos que no se va a ir. Pero que un militante comunista dé nombre a una estación repugna a los amantes de la libertad y la democracia. Al tiempo que demuestra cómo la izquierda domina siempre el terreno de juego. En sus etapas de gobierno adopta medidas que luego la derecha no se atreve a cambiar. Como la calle del (siniestro) Francisco Largo Caballero, en Valencia. Tan surrealista como si le hubieran dedicado una a Santos Cerdán.
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