Aplaudir al cielo
Supongo que, en la Valencia de otros tiempos, también se vivió la inauguración de espacios culturales con la misma inquietud y las ganas de ser ... sorprendidos con las que hemos vivido la inauguración del Roig Arena el pasado fin de semana. Me imagino a los valencianos que asistieron al estreno del Teatro Principal, o del Princesa, Ruzafa o Apolo, expectantes ante lo que iban a encontrar y deseosos de ver y ser vistos en el punto de reunión de lo más granado de la ciudad. Como para perdérselo. Es lo que pensé cuando, por fin, anunciaron el primer evento cultural en el nuevo estadio multiusos construido por Roig. Confieso que, en cuanto se pusieron a la venta las entradas, me comporté como una verdadera 'swiftie' tras el anuncio de la gira de Taylor Swift. Con el dedito en la tecla hasta conseguir un sitio en el evento del año. No fueran a desaparecer las entradas, como suele ocurrir, a los pocos segundos de activarse la web. Y lo conseguí.
Es la primera vez que vivo una experiencia 'FOMO', es decir, 'Fear of Missing Out' que significa 'miedo a perderse un evento social de primer orden'. Es un fenómeno especialmente notable con la difusión de la vida social de cada cual en el entorno digital. En mi caso ni me impacta lo que otros cuentan de su agenda diaria, ni soy dada a correr el primer día a ver un estreno de cine o a comprar el último modelo de teléfono. Al contrario. Salvo en el teatro, donde sí me gusta acudir a estrenos, en los demás casos, prefiero cualquier otro día menos concurrido.
Sin embargo, el concierto inaugural del coliseo Roig era otra cosa. Por el lugar, por los artistas y, sobre todo, por el recuerdo. Nunca pude ver a Nino Bravo, ni siquiera en televisión. Cuando murió yo tenía tres añitos, pero mi padre nos ponía sus cintas en el radiocassette del coche y a mí me encantaban sus canciones y esa voz grave que también me recuerda a la de mi padre. Él me hizo fan desde la cuna; me sé todas sus canciones y, seguramente, cuando pierda la memoria no recordaré mi nombre pero me pondrán una canción de Nino Bravo y la cantaré completa. No sé por qué soy fan: por su valía como cantante; por su condición de icono de la música en esta tierra, por todo junto, o, seguramente, porque me conecta con un padre que se me fue demasiado pronto. Como él para sus hijas. Por eso, estar en el concierto del otro día era el modo más 'real' de 'asistir' a uno de Nino Bravo. De aplaudirle quizás al cielo o quizás en la piel de su familia. Y también de enviar otro beso al cielo para quien me enseñó a cantar por Nino Bravo.
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