Volver a preguntar
En apenas dos meses estaremos recordando el primer año de la dana: qué se ha hecho y qué falta; qué debe cambiar; cómo evitar otra ... tragedia y en qué situación se encuentran los afectados. Todo lo demás -las dimisiones pendientes, las responsabilidades y la batalla política- debería estar en un segundo plano aunque estamos viendo, también en los incendios, que es justo lo contrario. Por eso me alegro de que los reyes visiten las zonas torturadas por el agua o el fuego. Lo vivimos aquí y lo estamos viendo ahora en Extremadura, Galicia o León. Los reyes son recibidos con aplausos y son despedidos con gratitud. Justo lo contrario a lo que sucede con los políticos. Así lo comprobamos con la atípica jornada de lluvia de barro contra las autoridades en Paiporta. Desde entonces, quienes acompañan a los reyes son los ministros, no sea que tengan que volver a sacar al presidente del gobierno a toda prisa.
Los reyes, que no han sido votados directamente por la ciudadanía, reciben su reconocimiento y afecto. Sin embargo, los políticos, representantes de quienes votan, sufren los reproches de sus representados. En parte es comprensible: quienes tienen el deber de gestionar eficazmente los recursos públicos son los políticos y exigírselo forma parte de la vida democrática. El rey, en cambio, no tiene esa función entre sus tareas, lo que hace que resulte valiosa su actitud puesto que no se somete regularmente al aval de las urnas, aunque sí al de la mayor o menor aceptación de la propia institución monárquica. Escuchar a los afectados puede que no solucione los problemas, pero aviva la esperanza viendo que los reyes no lo fían todo a un asesor y a un informe. Por eso es necesario pedirles que vuelvan a Valencia dentro de unas semanas. Y que vuelvan a preguntar a la gente. Directamente. Sin intermediarios.
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