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Juanfran Pérez Llorca es uno de esos dirigentes del PP valenciano a los que conviene escuchar. Esta misma semana el secretario general de los populares ... de la Comunitat se refería al runrún sobre la salida de Carlos Mazón y reivindicaba para los militantes de su partido la decisión respecto a quién debe dirigir el partido. Ni que decir tiene que cuando el número dos de una organización se pronuncia en esos términos sólo cabe concluir que, efectivamente, la decisión sobre quién debe de dirigir el partido está sobre la mesa. Desde que Alberto Núñez Feijóo convocó esta semana el congreso nacional del PP, las reglas del juego para los populares de la Comunitat han cambiado. Esa referencia del líder del partido al ciclo electoral, con un Pedro Sánchez ahora ridiculizado por los whatsapps que se vienen conociendo, constituye un mensaje alto y claro para quien lo quiera entender. El PP no puede ir a unas elecciones con una posición de debilidad. Y a día de hoy la tiene. Carlos Mazón logrará en pocas fechas, salvo giro inesperado de guion, aprobar los presupuestos de la Generalitat para 2025 con el voto de Vox. Y eso le va a reforzar. ¿Cuánto? Está por ver si lo suficiente y por cuánto tiempo. El jefe del Consell tiene un problema sobre la mesa, como mínimo, mientras siga sin visitar la zona cero de la dana. Y ya no se trata de acercarse sin avisar y subir una referencia a redes sociales. Mazón debe de estar dispuesto a ser abucheado, a recibir los reproches de los vecinos e incluso a jugarse el tipo. Y sí, también a que las televisiones repitan todas las veces que quieran esas imágenes. Y a que los grupos de la oposición alboroten, porque lo llevan haciendo ya medio año. El presidente de los valencianos, a diferencia del presidente del Gobierno, no puede permitirse el lujo de no visitar una zona que se ha visto sacudida por una tragedia que se ha cobrado 228 vidas y que ha dejado marcadas a decenas de miles de personas. Es verdad que haciéndolo no recuperará su imagen, pero como poco podrá demostrar voluntad de enmienda. Que las condiciones de la legislatura cambiaron el 29 de octubre es una obviedad. Y que Feijóo quiere evitar a toda costa que un Sánchez acorralado centre su campaña electoral en la dana de Valencia, también. Y eso sólo puede conseguirse desactivando el problema de Valencia. O Mazón pone todo de su parte para hacerlo, aún a riesgo de verse en una situación similar a la del 3 de noviembre, o será su partido desde Madrid el que se la resuelva. Y ahí es donde entra en juego la frase de Pérez Llorca. Que sean los valencianos los que elijan a sus dirigentes, dijo, unido a esa coletilla de «ahora estamos centrados en la reconstrucción». El Consell puede estar en eso, pero Feijóo está en no desaprovechar otra vez la oportunidad de llegar a la Moncloa. Sánchez, probablemente, no tiene ninguna ventana favorable a la vista para convocar elecciones generales, porque el escenario del líder del PSOE en este momento está rodeado de minas, incluidas las que le está dejando José Luis Ábalos. Y parecería demasiado impresentable (así que no cabe descartarlo) que pudiera llevarlas al primer aniversario de la dana. O al segundo. En todo caso, Feijóo acaba de decirle a su partido que ni una broma más. Y el PP valenciano debería de ponerse manos a la obra para resolver su situación, si no quiere que venga la dirección nacional y tome cartas en el asunto. Porque eso ya ocurrió una vez, y ya se sabe cuáles fueron las consecuencias. Indicios hay de que, efectivamente, algunos cargos del PP valenciano han entendido el mensaje y empiezan a mover ficha. El horizonte de dejar pasar el tiempo parece agotado.
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