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Siempre lo ha sido. Este año, más. El balcón del Ayuntamiento, durante las Fallas, es el foco de todas las miradas. Y es, a su ... vez, termómetro de la situación política que vivimos. De hecho, en tiempo de elecciones, los codazos para colocarse en primera línea son habituales entre los candidatos. Estas fiestas es diferente. Que la ministra Diana Morant quisiera estar en la primera mascletà de la temporada, bien colocada, no fue casualidad. Con su presencia buscaba delatar la ausencia de Carlos Mazón. Y eso que, posiblemente, a ella muchos ni la conocerían. Porque su invisibilidad -de liderazgo y popularidad- es evidente. Pero, dicho eso, lo preocupante es que el presidente de la Generalitat tenga que rehuir estar en el 'cap i casal' por el riesgo de abucheos. Lo mismo que le podría ocurrir, todo sea dicho, a Pedro Sánchez. Al que creo que tampoco veremos. Sea como sea, lo que es inadmisible es que se convierta el balcón en un arma política con el que atacar al contrincante o buscar ensalzarse. De un sorbo y sin azucarillo.
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