¿Romántico o héroe?
Las fiestas estivales, además del placentero encuentro con amigos que no ves con frecuencia, te deparan sorpresas de personas peculiares, interesantes, incluso envidiables por sus ... acciones imposibles para muchos, yo entre ellos. Si el año pasado, en uno de estos eventos, conocí a un belga, así lo recuerdo, con vasta cultura y gran atractivo por las experiencias vividas que le vararon en Jávea como residencia permanente, este año he descubierto a todo un seductor que ha tenido la hombría y el arrojo de contraer cuatro matrimonios, aunque el tercero no llegara a institucionalizarse por una cuestión insalvable.
José Luis Anchustegui es esa clase de hombre ¿galán o hechicero? pero cautivador por carácter, por elocuencia y para las mujeres, estoy seguro, por físico. La ausencia de guedeja no le ha impedido alcanzar la cumbre deseada. Un pimpollo, como diría mi madre. Lo cierto es que, en lo de comprometerse ha vagado por las altas esferas como corresponde a su condición, a su bagaje profesional y a las cualidades aludidas.
Un caso que provocó mi interés y reflexión. Porque en España contraer cuatro matrimonios es tan raro que roza lo legendario, y exige una combinación de fe, valentía y una cierta resistencia al desaliento que bien podría llamarse heroica. En un país donde aún se festejan las bodas de oro, encontrar a alguien con cuatro matrimonios a sus espaldas es como toparse con un oso polar en la playa de Benidorm. No estamos en Hollywood ni en una telenovela venezolana; estamos en España, donde la media de bodas sigue clavada en «una... y gracias».
Evidentemente hay valientes -o temerarios- que desafían la estadística. Quienes llegan al cuarto 'sí, quiero' son héroes sentimentales, supervivientes de naufragios conyugales, capaces de reconstruir la cubierta del barco y zarpar otra vez, aun sabiendo que la mar es brava y el timón a veces falla.
Hay quien cree firmemente que el matrimonio, aunque imperfecto, es el mejor invento desde el pan con tomate. Otros no soportan cenar solos más de dos noches seguidas. Y están los románticos incurables, quienes confunden el eco de las campanas de boda con el latido del corazón. No sé qué pensara 'Anchu', al menos en sus tres primeras batallas, de aquello que el personaje de 'El mago del Kremlin' señalaba: «No existe una sola mujer que sea tan valiosa como la verdad que nos revela al hacernos sufrir».
José Luis ha compartido desde la aristocracia al preclaro abolengo hasta caer en los mejores brazos de su Penélope, cual isla del tesoro, los de Isita Colomina. Todo, para terminar sometido y encadenado por la latría, como cada cual, hacia las dotes seductoras de la valencianía. Y bien que nos vale la pena, pimpollo. Así es la vida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión