Liderazgo poco edificante
La Comunidad encabeza el ranking de las bajas laborales
Me ha sorprendido que los trabajadores valencianos encabecen el ranking de los que más tiempo permanecen de baja laboral en España. Una situación que choca ... con una imagen muy arraigada: la del valenciano como profesional incansable, creativo y emprendedor, capaz de abrir mercados y generar oportunidades a base de esfuerzo. Así lo demuestra nuestra historia exportadora.
Los datos revelan que nuestra Comunidad llegó en 2023 a una duración de 49 días de media en este tipo de abstención, una cifra bastante superior a los 38 de la media española. Así lo explica el informe sobre incapacidad temporal de Umivale Activa y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
¿Cómo se explica entonces lo que para mí constituye una paradoja? Por un lado, el perfil productivo de la Comunitat puede estar influyendo. Sectores de elevada exigencia física, jornadas largas y alta temporalidad como la construcción, la hostelería, la logística o la agricultura, tienen un peso significativo en la economía regional. Unas condiciones que pueden derivar en lesiones o dolencias más frecuentes y recuperaciones más lentas.
A ello se suma un factor demográfico: el envejecimiento de la población trabajadora. Con más años, aparecen más enfermedades crónicas, problemas físicos y mayores recaídas. La sanidad pública no puede garantizar siempre la rapidez necesaria en diagnósticos y seguimientos, lo que prolonga los tiempos de recuperación.
No menos importantes son los factores psicosociales, aunque éstos afectan por igual, en mi opinión, a todas las regiones. Me refiero a la presión laboral, el estrés derivado de la inestabilidad contractual o la dificultad de conciliar trabajo y vida personal, que repercuten en la salud mental y física. Dicen los expertos que, cuando la ansiedad, la depresión o el agotamiento se hacen presentes, las bajas son más frecuentes y más largas.
Las consecuencias son significativas. Para la empresa, se traduce en un coste añadido, una pérdida de productividad y dificultades para planificar. Para la Seguridad Social, un mayor gasto en prestaciones. Y para el trabajador, las bajas prolongadas pueden acabar cronificando dolencias, afectando a su motivación y complicando su vuelta.
Revertir esta situación está en manos de los actores: políticos, empresarios, sindicatos y los propios trabajadores. Sigo convencido que la Comunidad Valenciana no ha perdido su capacidad de trabajo ni su espíritu emprendedor, a pesar de los datos. El reto se centra ahora en convertir esta debilidad en oportunidad. Dependerá de la voluntad colectiva para afrontar el problema con visión a medio y largo plazo. Abandonar este liderazgo tan poco edificante. Así es la vida.
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