Demasiadas víctimas
Algo se debe hacer para frenar la sangría de muertos por calor
Todos lo hemos padecido. Me refiero al verano abrasador. Pero quizá se nos pasa por alto el aumento de muertes en España por esta causa. ... Sólo en agosto se produjeron 2.177 fallecidos, cifra ya trágica que queda agravada por el incremento del 71,3% respecto al mismo período de 2024. El guarismo se eleva a 3.644 desde primeros de junio, un 84,3% más que el año anterior. Son cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad. La impresión que uno tiene al conocerlas, en opinión de mi amigo Rogelio que me hace reflexionar sobre ello, se centra en una especie de fatalismo. «Nada podemos hacer más allá del aire acondicionado. Es una especie de condena que seguramente se incrementará en los próximos años si esta calina sigue creciendo». No me conformo. Pienso que, pese al cambio climático y sus efectos (olas de calor más frecuentes y prolongadas), tienen que existir márgenes de acción tanto desde la Administración como desde cada uno de nosotros para mitigar tan terribles consecuencias. Por nuestra parte, existen algunas bastante evidentes, dictaminadas universalmente por los dermatólogos y a las que no obedecemos por aquello de las modas. Debemos huir de la exposición al sol y altas temperaturas en las horas centrales del día, uso de cremas protectoras o hidratarse mucho, usar ropa ligera, protector solar, hidratarse mucho. Y por supuesto el aire acondicionado, los ventiladores y buscar la sombra.
La Administración también está obligada a tener en cuenta este frente. Un reto difícil y complicado de vencer, pero están a su alcance la planificación de zonas verdes en las ciudades y pueblos, el diseño y construcción de edificios teniendo este factor en cuenta y las alertas, por poner algún ejemplo. No se pueden olvidar la políticas de protección a los más vulnerables, los mayores y enfermos. Aunque todos estamos expuestos.
Quizá sea clamar en el desierto, pero algo hay que hacer. Los números hablan por sí solos y, sobre todo, la estadística ascendente que es imprescindible frenar. En la Comunidad Valenciana fueron 204 muertos en agosto y 427 desde primero de junio, nada más y nada menos que el 60,5 por ciento más. Más allá de las cifras, me produce una sensación de tristeza pensar en las consecuencias de todo tipo para las familias por la pérdida de seres queridos.
El escenario impone sensibilidad y actuación. Puede ser que no se pueda vencer a la naturaleza, pero está demostrado que se puede frenarla si hay voluntad política, inversión, preparación y acciones individuales. ¿Cuántas muertes se hubieran evitado por la dana si las infraestructuras correspondientes hubieran estado realizadas? No es un reto simple, pero afrontémoslo. Así es la vida.
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